Palacio Real

El palacio real está en Madrid y es muy majestuoso. He estado ahí dos veces y cada vez fue como retroceder en el pasado y sentirme parte de la historia. Las personas encargadas de hacer la visita y guiar son super sabias, saben mucho de la historia del palacio y uno se siente a gusto escuchándolas. 

El palacio es grande y muy bien decorado sin dejar de lado lo lujoso y sorprendente que es estar ahí.

No tengo mucho más que decir acerca de este palacio pero es realmente algo muy lindo y que vale la pena visitar en Madrid.

El Teatro Real en Madrid está localizado en la plaza Isabel II, en frente del Palacio Real. Es uno de los edificios más emblemáticos de Madrid, especialmente por su pasado e historia.

Fundado en 1850, el teatro ha sido cerrado y reinaugurado varias veces a lo largo de los años, pero actualmente es el lugar más importante de Madrid donde ver representaciones de maestros de la música clásica como Verdi, Donizetti, Plácido Domingo, etc. Además, está localizado en el centro de la ciudad, entre Puerta del Sol y el Palacio Real, así que no dejéis de visitarlo.

Gracias a mis dos estancias en Madrid tuve la oportunidad de visitar dos veces el Palacio Real, dedicado a los reyes de España a partir de Felipe V. El palacio ya nos deja impresionados desde el exterior por los enrejados y el tamaño del patio.

A la izquierda está la sala de armas, reflejando cada época entre Carlos V y Felipe V. Está prohibido hacer fotos y el vigilante de seguridad me impidió llevarme un recuerdo, también se puede observar todo el equipamiento que llevaban los luchadores y los caballos. Después llegamos a la entrada del palacio bajo las escaleras. (A partir de este momento está prohibido llevar mochilas, pero los guardias te avisan más tarde, así que ya lo sabes. Pero tranquilos, hay taquillas a disposición de los visitantes). Después de haber pasado las lámparas de la época, podemos contemplar, si miramos hacia arriba, las pinturas y la arquitectura tan particular. En la primera planta se encuentran esculturas de Fernando de Aragón y de Isabel la Católica, reyes de Castilla y Aragón desde 1969 gracias a su matrimonio.

Por la puerta de al lado entramos a la Capilla Real, la habitación donde dormían los reyes. ¡No me puedo ni imaginar cuánto costaría calentar la habitación en épocas de frío por su tamaño y su altura! Cada habitación de esta enorme casa está decorada de una manera y color diferente: rojo, azul, grandes espejos, alfombras y excéntricas decoraciones que representan el espíritu de la realeza, sin olvidar el emblema de España.

Este edificio del siglo XVIII también tiene lámparas de arañas doradas con las que te quedas alucinando. Durante la visita, nos mostraron desde el exterior y en lo alto, un magnífico cervatillo cuyo origen desconocemos.

El precio de la entrada para estudiantes es de 6€ y para los adultos cuesta 9€. Este monumento está situado junto a la catedral y, en mi opinión, es una visita obligada cuando se va a la capital.

Todo el mundo conoce dónde está el Palacio Real de Madrid, muy cerca del metro de Ópera y en frente de la Catedral de la Almudena. El palacio merece la pena visitarlo, hay varias salas que se pueden visitar, además del gran patio que tiene y todas las salas están llenas de frescos o tapices y también de cuadros y relojes antiguos. Es enorme el patrimonio y el valor que tiene el palacio.

Normalmente cuesta dinero pasar, pero en verano de seis a ocho o en invierto de cinco a siete, es totalmente gratuito. Sin embargo, hay una zona que hace poco que se abrió al público y que hasta entonces no se podía visitar, son las cocinas de palacio. Independientemente de que se quieran visitar durante el horario de visita gratuito, las cocinas se pagan a parte y nunca son gratis (no hay tampoco ningún tipo de descuento por ser estudiante) y tienen un precio fijo de 6€.

No se trata de una visita libre, sino que te darán las entradas para una hora específica y entrarás en un grupo de unas 15 personas más o menos. En mi caso, cuando fui, tuve que esperar una hora desde que cogí las entradas hasta que hubiera un turno con huecos en el que poder entrar. Mientras tanto puedes, si has cogido entrada para ello, visitar también el palacio o, si ya lo conoces, puedes salir mientras tanto y entrar después. El problema de esto último es cuando coincide con el horario gratuito, pues, si sales, te obligarán a hacerte la cola de las personas que esperan para entrar gratis y no llegareis a tiempo.

Si este es vuestro caso, decidlo a la hora de coger las entradas y os habilitarán otra puerta para entrar, si no, es imposible llegar a tiempo.

En cuanto a la visita, comienza en una de las estancias del Palacio Real, donde os darán un folleto con información (a pesar de ser en grupo no es una visita guiada). La seguridad es increíble y, para llegar a las cocinas, tendréis gente de seguridad tanto por delante como por detrás del grupo, ya que a su alrededor las estancias son privadas y no se puede acceder con ningún tipo de visita.

Para llegar a las cocinas hay que atravesar un patio interior que tampoco conocía y llegar hasta una puerta al final de este. Allí hay que bajar unas escaleras y se llega a un sótano en el que se encuentran, tras un pasillo, todas las estancias de la cocina real.

Según entramos nos dijeron que la visita era libre, que se podían hacer fotos, pero no tocar nada (creedme que hay muchas cosas y están totalmente al aire, por eso hay personas de seguridad por todas partes).

Al principio de cada sala hay un cartelen la pared que te explica un poco a qué se dedicaba la sala en su momento. Las cocinas son reales y se nota que han estado en funcionamiento durante mucho tiempo. Todos los utensilios están desgastados por el uso e incluso abollados.

La primera sala está dedicada enteramente a la repostería. Una de las paredes está llena con repisas que tienen moldes de todas las formas imaginables. En el centro hay una mesa enorme también llena de cosas de cocina y, al otro lado, están unos grandes hornos que se dedicaban exclusivamente a esto

La segunda sala es más pequeña, estrecha y alargada y en ella están bandejas y distintas vajillas y cubertería de cada generación de la familia real.  Cada una tiene sus iniciales y un diseño distinto al anterior.

Tras esto quedan solo dos salas más, pero son más interesantes.

La siguiente es la de preparación. Va antes de la cocina en sí misma y es donde se encuentran unos muebles enormes para limpiar verduras en cantidades industriales. También una mesa enorme, alargada, que ocupa toda la habitación donde hay ahora colocadas a modo de exposición cacerolas de barro y otros utensilios, pero que se utilizaba en su momento para cortar y pelar verduras y otros alimentos. También hay una pila enorme de piedra y, ya que esto lleva muchos años funcionando, había también una nevera eléctrica, un poco más moderna, pero que no tenía nada que ver con las actuales (casi parecía un armario).

La última sala es la más grande con diferencia y es por fin la cocina en sí misma. Es una habitación muy grande con fuegos y hornos por todas partes y a gran escala. Era todo negro y no hay ventanas, por lo que todo el humo va a través de unos tubos que suben al exterior.

Para salir había que pasar por una sala de vinos. No había prácticamente botellas por lo que han colocado unas de pega. También hay unas que sí son reales y que son las que se usaron en la boda de los reyes, y está también el menú del día de la celebración.

Para salir se vuelve a hacer en grupo, cuando todo el mundo ha terminado la visita, y te vuelven a dejar en el punto en el que te han recogido. En mi caso, como ya había empezado el horario de visita gratuito, pudimos ver el palacio sin tener que hacer la cola del principio, aunque no pretendíamos verlo. Así que esta puede ser una buena manera de evitar hacer las colas del exterior. Sin embargo, si la visita es fuera de este horario, supongo que habrá más control y que no será posible.

He de decir que el sitio es curioso, sin embargo, no merece la pena lo que hay que pagar para verlo. Además, por ese precio todo el mundo pensó que sería una visita guiada y no libre y no terminó de convencer a nadie del grupo.