Restaurante Al Mounia

Como deja entrever el título de esta entrada, hoy hablaré sobre mi total decepción comiendo en este restaurante tan conocido del centro de Madrid.

Para aquellos que sean amantes de la comida exótica, concretamente de la comida árabe, seguramente conozcáis este restaurante.

Y es por lo espectacularmente precioso que es su interior.

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De verdad, es algo maravilloso y mágico y hace que os trasladéis a Marruecos con sólo mirar a vuestro alrededor.

Pero es una pena que sólo me hiciera sentir así tras ver el interior del restaurante, porque una vez que empecé a comer, pierde todo su encanto.

Os hablo de esto porque tengo experiencia con la comida árabe, en concreto con la cocina marroquí porque mis padres son de Marruecos y como cada día comida marroquí. Así que sé más que de sobra cómo debe saber cada plato.

Me gusta mucho el cous cous de pollo, el tajin también de pollo al limón, y los pinchos morunos o también conocido como brochetas de carne.

Otro plato típico árabe es la pastela, que también me gusta mucho si es de pollo o de pescado.

Pero estos platos me gustan sólo los que cocinan mis padres, porque tras probar la comida del Al Mounia me queda claro que no todos los marroquíes pueden cocinar comida marroquí.

Y menuda decepción de precios. ¡Todo es carísimo! Pero de verdad que es una barbaridad. Parece más que estás pagando por las vistas y el decorado que por la comida en sí.

Lo siento si soy muy repetitiva, pero es que de verdad que estaba muy mal.

Quizás para las personas que no están muy habituadas a la comida exótica les parecerá que está bueno, pero para los que sabemos lo que comemos, no conseguirán engañarnos por muy bonita que sean las paredes del restaurante.

En fin, os comento lo que pedimos.

Primero pedimos un entrante con platitos de hummus, tabulé, zaaluk que está hecho con berenjenas, y otra platito con huevos revueltos muy hechos y una salsa extraña mezclado todo como si fuera un revuelto.

El hummus estaba bastante malo, ni siquiera sabía a garbanzos, sabía muchísimo a vinagre y era increíblemente pastoso.

Al tabulé le habían echado muchísimo limón y estaba un poco agrio, así que no conseguimos terminárnoslo y eso que eran platitos pequeñitos.

Lo único bueno en esos platitos era el zaaluk, aunque tampoco es que estuviera para chuparse los dedos.

Y la otra cosa con huevos no os puedo dar mi opinión porque no como huevo así que no lo probé, pero mi hermana y mi amiga dicen que estaba bastante aceptable, quizá el mejor plato de esa noche (teniendo en cuenta que el nivel era más bien bajo y mediocre).

Pues bien, esos cuatro platitos costó ¡19 euros! Menuda locura. Ese tipo de entratantes en el restaurante Fairuz, costaba unos 12 euros y estaba buenísimo, además que había más cantidad.

Pero eso no era lo peor... Lo peor vino después. Las brochetas de carne.

Lo llamaban surtido de brochetas y nosotros pensábamos que habrían unas 5 o 6 brochetas para comer, pero flipad, ¡sólo habían 3!

Una brocheta de pollo, otra de cordero y otra de carne picada de ternera. Y todo eso por 22 euros. O sea cómo te quedas.

A mi casi me da algo cuando vi que en el plato nos puso sólo tres brochetas. Así que, dado que era carísimo, tuvimos que dividir los 3 pinchos para 5 personas. Apenas nos dio para un bocado de cada brocheta a cada uno...

Y es que encima no estaba ni bueno. La brocheta de carne picada era incomible y ni siquiera nos la acabamos porque no conseguíamos tan siquiera tragárnoslo.

En cambio la brocheta de pollo me gustó bastante, pero la de cordero no tanto, aunque os tengo que confesar que es más bien porque no me gusta el cordero en general, así que no me sorprendí cuando tuve que escupir el trozo que me metí en la boca.

En fin, un fail total con este plato.

Y luego pedimos para terminar un plato con variedad de pastelas (sí, habéis leído bien, pastelas con "a", no pasteles de postre), que están hechos con hojas de brik.

Pero flipad, eran diminutas las pastelas, si no recuerdo mal habían creo que 4 o 5, y una de ellas estaba en plan como partida por la mitad... Menuda decepción, de verdad.

Todas las pastelitas tenían un toque a canela repugnante. Y es que la pastela ¡no lleva canela en el interior! Como mucho se echa por encima en plan para adornar con unas finas líneas espolvoreadas y ya está. Pero en estas pastelas la canela estaba dentro y parecía que habían rebozado el pollo y las cebollas en canela.

Y todo eso costaba otros 21 euros.

Es que de verdad, cada vez que pienso en ese restaurante me dan ganas de volver y exigir que me devuelvan el dinero...

Pero en fin, me contuve porque era el cumpleaños de mi padre y no quería montar un espectáculo.

Y otra cosa más para añadir, si vais, aunque os recomiendo fervientemente que no vayáis, no pidáis bebida y pedid agua del grifo porque no vale la pena ni el té ni la coca cola.

Una botellita de Fanta de naranja de 20cl me costó casi 4 euros.

Pero de verdad, esta gente creo que está mal de la cabeza para poner unos precios tan desorbitados con una calidad y cantidad tan pésimas.

Lo único bueno que tenía es, como ya he dicho anteriormente, era la decoración.

Pero sólo eso, porque sinceramente los asientos eran de lo más incómodos. Las mesas eran redondas y a nosotros que eramos un grupo de 5 personas nos pusieron dos mesas redondas, pero yo que estaba sentanda en el centro, mis platos y vaso quedaron en el limbo.

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Es como si quisieran amortizar el coste del trabajo que supuso decorar el restaurante más que por la comida que ofrecían.

Sin embargo, la atención de los camareros y el servicio fueron excelentes.

Además, había servicio de aparcacoches, que estaba esperando justo al lado de la puerta, y lo único que tenías que hacer cuando bajaras del coche era darle las llaves y el se encargaba de aparcar por ti.

Como ya sabréis, en el centro de Madrid todos los lugares para aparcar hay que pagar el parquímetro, pero lo bueno es que el aparcacoches se encargaba de aparcar el coche lo más próximo posible al restaurante obviamente, y además también se encargaba de pagar el parquímetro, y luego cuando querías irte del restaurante no hacía falta darle el dinero que ha pagado el aparcacoches.

En plan, si quieres darle una propinilla está bien, pero si no quieres darle nada no pasa nada porque su trabajo es ese y para el parquímetro lo único que tiene que hacer es dar el recibo al restaurante para que le devuelvan el dinero y ya está.

Resumiendo, os recomiendo que no vayáis porque iréis a desperdiciar el dinero en comida mediocre y raciones excesivamente pequeñas.