Hace unos días estaba con unas amigas en el centro de Madrid y nos dio por comer algo.
Nos apetecía algo japonés pero todos los restaurantes que conocíamos cerraban a las 16h00 y no abrían hasta las 18h00.
Además, si yo voy a un restaurante japonés a comer sushi lo hago en plan buffet y así puedo comer todo el sushi que quiera porque, normalmente, es un poco caro y más me vale aprovecharlo al máximo.
Así que en ese momento al ver que casi todos los restaurantes con buffet de sushi estaban cerrados a esa hora me veía comiendo en algún domino’s pizza, pero de repente a una amiga se le ocurrió un restaurante que vimos de camino al centro y que parecía tener buena pinta además de tener precios asequibles.
Este fue el anuncio que nos enseñó y el que nos convenció a ir a comer ahí.
Como podréis ver la oferta que ofrecen es muy atractiva.
En fin, tras poco o ninguna discusión decidimos ponernos en camino y dirigirnos a ese restaurante: Nigiri.
Para los amantes del sushi sabréis que los nigiris son esos sushis con una lámina de, normalmente, salmón, atún, pez mantequilla, gamba o pulpo sobre una bola condensada de arroz en forma elíptica.
Son mi sushis favoritos, sobre todo el nigiri de salmón, que me vuelve loca.
Así que bueno, tras ver la oferta y el nombre del restaurante no pude resistirme.
El restaurante Nigiri está situado en el centro de Madrid, en plena calle Fuencarral, una ubicación muy buena para ser un restaurante nuevo, y la verdad que es un tanto llamativo cuando pasas por delante y ves el gran letrero que anuncia el nombre del restaurante y por el escaparate que te deja ver todo el interior del restaurante, e incluso desde fuera puedes ver a los cocineros preparando los sushis.
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Total, que una vez que llegamos al restaurante, entramos y nos quedamos esperando hasta que un chico vino a atendernos y nos dijo que era un restaurante de comida rápida de auto-servicio.
Vamos que lo único que teníamos que hacer era acercarnos a las neveras y elegir lo que quisiéramos y luego llevarlo al mostrador para que nos cobraran.
Pero ojo, no penséis que se trataba de comida rápida basura, porque no. Todas las bandejitas de la nevera eran hechas caseramente por el cocinero, al que podías verle cocinar y colocar los sushis en las bandejitas tanto desde dentro del establecimiento como desde fuera desde la calle.
Lo que ofrecía este restaurante es comer de forma rápida pero sana, algo que no se ve todos los días.
Aun así yo creo que muy muy sano no es porque todas las bandejas tenían glutamato, que sirve para crear adicción mientras comes algo por su sabor, así que os recomiendo que a este sitio sólo vayáis si estáis de paso y no lo convirtáis en un restaurante al que ir muy a menudo.
En las neveras hay una gran variedad de platos, desde sushi con makis, nigirs y sashimis; hasta tempuras, ramen, onigiri, tartares, yakisoba, y postres como dorayakis (de judías y de chocolate), mochis, matcha, chokobi (las galletas de Shin Chan), pokis (mikado en europa) y un montón de cosas más.
Al final yo me decidí por un ramen de pollo con gyozas, y mis amigas compraron yakisoba de ternera con terayaki, un plato de sushi con nigiris de atún, salmón, pez mantequilla, makis de salmón y aguacate, y california rolls; y brochetas de carne con salsa terayaki también.
Y de postre me cogí un dorayaki de judías rojas, el original.
No sé si mucho lo sabréis, pero los dorayakis que se suelen ver en los animes, sobre todo en Doraemon, no están rellenos de chocolate (yo antes también creía que eran de chocolate), sino que están rellenos de una pasta hecha de judías rojas dulces.
Lo de chocolate lo sacaron más adelante porque a los occidentales no les mola los sabores exóticos y son unos blandos a la hora de probar cosas nuevas, así que supongo que los japos se dieron cuenta de eso y empezaron a hacer dorayakis de chocolate.
No sé, es una suposición mía, pero sí que sé que antiguamente sólo se hacían los dorayakis de judías rojas.
Yo me decanté por el de judías porque nunca antes lo había probado y tampoco había encontrado una tienda donde poder comprarlo, así que me entusiasmé bastante cuando lo encontré aquí.
De bebida cogieron algo extraño con extracto y trocitos de aloe vera que dudo mucho que vuelva a tomar alguna otra vez porque ya con esta primera vez el sabor y la sensación de los trocitos me dejaron perturbada.
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En total nos dejamos unos 46€ si no recuerdo mal. Es un poco carillo, pero la calidad fue satisfactoria.
A ver, no digo espectacular ni buenísimo porque podría ser mejor, pero para algo así rapidito estaba bien.
Creo recordar que el ramen costó 5 euros, el yakisoba unos 6 euros (cogimos 3 platos), el plato de sushi fue algo más caro y costó en torno a unos 14 euros, las brochetas creo que 6 euros, la bebida unos 3 euros y luego el dorayaki 1, 5 euros.
Un consejito para los que vayáis a pedir ramen si al final decidís pasaros por este peculiar restaurate “fastfood”.
Hay varios tipos de ramen:
- Ramen de pollo con gyozas de pollo
- Ramen de pollo picante.
- Ramen de ternera.
- Ramen de marisco.
- Ramen vegetal.
Respecto al agua para calentar los fídeos también tienes varias opciones:
- Agua caliente.
- Sopa miso (sin trozos de tofu y algas).
- Sopa de pollo.
- Sopa con salsa de soja.
Yo soy muy fan del miso así que elegí echar esa salsa. Mala opción.
El ramen de pollo requiere una salsa más bien salada con sabor intenso, y el miso sin embargo es una sopa más bien suave y fácil de tragar. Así que cuando me comí los fideos me parecieron un poco sosos y me arrepentí de no pedir la salsa de pollo o la de soja…
La próxima vez que vaya pediré la sopa de salsa de pollo a ver qué tal.
Después de pagar todo en el mostrador, decidimos subir a la planta de arriba y menuda gran sorpresa.
Subiendo las escaleras nos dimos cuenta de que en los escalones habían escrito palabras en japonés con el significado en español a su lado.
Eran palabras sencillas que seguramente los amantes del anime conocerán, como kokoro (corazón), kodomo (niño), toshi (ciudad), o ryokan (alojamiento tradicional tipo posada en el que se suele hospedar la gente durante una noche).
Fue algo que me encantó. Y eso no es todo, en las paredes habían grandes imágenes de páginas de manga (que he de admitir que no conozco, aunque aun estoy intentando averiguar a qué manga pertenece) y una vez que llegamos a la planta de arriba me quedé sin palabras y con la boca abierta.
Y además también había un gran poster super kawaii (kawaii significa mono o cuqui en japonés) con dibujitos de sushi.
Era todo tan japonés que por un momento pensé que estaba en Japón.
Una vez arriba, en el fondo de la sala estaba llena de televisores con diferentes canales japoneses y cada programa era un mundo diferente.
En la planta de abajo también había esos televisores, pero pensé que sólo era parte del decorado porque estaban muy arriba y no podías escuchar bien lo que decían. Pero en la planta de arriba en cambio sí que podías escuchar bien y podías verlas cómodamente.
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(planta baja)
(planta de arriba)
Pudimos ver unos anuncios super extraños y random, sin sentido alguno que nos hacía soltar más de una carcajada de estupor. Nos reíamos sobre todo de lo absurdo que era y de pensar que realmente en Japón este es el tipo de cosas que ven.
No recuerdo muy bien los anuncios que ponían porque eran tan raros, uno detrás del otro que yo creo que mi mente los borraba automáticamente de lo absurdos y sin sentido que eran, pero oye, super divertidos eh.
Todo un espectáculo.
Nosotras decidimos sentarnos en el suelo, en las mesas bajas típicas de casas japonesas para sentarse a comer con un cojín debajo de las rodillas.
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Mis amigas decidieron sentarse muy al estilo occidental, con las piernas cruzadas o a un lado. Yo en cambio opté por ser más tradicional y fiel a lo japonés (dado que estábamos en un restaurante japonés) y me senté de rodillas en el suelo.
Esta postura tan característica se llama seiza, que es una postura que surgió debido a la antigua arquitectura de las casas japonesas en las que los muebles no eran altos (sobre todo las mesas) y por ello normalmente hacían sus tareas cotidianas de rodillas, ya sea comer, cocinar, ver la tele o simplemente charlar.
Además que el suelo de las casas japonesas, sobre todo la sala de estar y las habitaciones, suelen estar cubiertas por un tatami, que hace que sea más cómodo estar sentado sobre las rodillas.
Así que eso, me senté de rodillas y me puse a comer después de decir el típico Itadakimasu! chocando las palmas de las manos y dando una pequeña reverencia hacia la comida.
Itadakimasu (se pronuncia /itadakimas/) significa "qué aproveche" y siempre se dice antes de comer o beber algo.
Alguna de mis amigas me miraron con cara de “esta chica sí que es friki”, pero bueno, me dio igual porque parecía que estaba viviendo mi sueño de estar en Japón así que me dejé llevar por el ambiente.
Además de las mesas bajas y los cojines, también había los farolillos rojos super típicos de los izakaya o tabernas japonesas. Estos farolillos se llaman akachōchin, y seguramente lo habréis visto en algún anime o manga cuando los personajes van a tomar algo después de la oficina o en los bares de ramen.
Este detalle me acaba de recordar otro restaurante japonés al que fui hace tiempo llamado Hattori Hanzō, que está en el centro de Madrid, en pleno Gran Vía y que está ambientado en los izakaya. Toda la decoración se asemeja a las típicas tabernas japonesas.
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A parte de estos farolillos, y las mesas bajas con los cojines, también había mesas altas con sus correspondientes taburetes para aquellos que no estén muy acostumbrados a comer casi al ras del suelo.
Ah, se me olvidó comentar respecto a la comida es que al pagar, te dan unos sobrecitos con wasabi y otro con tiras de jengibre para el sushi, y los palillos (aunque también puedes pedir un tenedor si así lo prefieres). Y en las mesas también había botellitas con salsa de soja dulce y normal. Y para llevar la comida nos la pusieron en bandejas para que fuese más cómodo subir.
También he de decir que los baños están muy limpios y que en general todo el establecimiento estaba limpio.
Respecto al servicio del personal, quizás podría haber sido más “kawaii” y simpático, porque la verdad es que se les veía poco entusiasmados y con pocas ganas de trabajar.
Cuando les pedíamos que nos recomendaran algo no sabían muy bien cómo responder y al final acabamos decidiendo por nosotras mismas.
Es lo único que cambiaría. El resto todo fue genial, sobre todo la decoración.
En fin, nadie ni nada es perfecto. Pero me llevo una grata experiencia comiendo en este restaurante y seguramente si algún día estoy por los alrededores de Fuencarral seguramente me acabe pasando de nuevo por el Nigiri a comer un ramen de pollo, pero esta vez con salsa de soja.
Y por último el postre, el dorayaki de judías. He de admitir que la no estaba mal, aunque olvidé preguntar si los hacían ellos mismos o los compraban ya hechos.
Me aventuro a decir que eran ya comprados porque me sabía un poco a industrial, sin mucho sabor. No sé, tampoco puedo opinar mucho del tema porque nunca he comido un dorayaki casero y tampoco uno de industria. Pero en fin, lo importante es que estaba aceptable y que me lo comí sin hacer muecas raras.
Personalmente creo que es un sitio muy bueno para pasar el rato con amigos (sean frikis o no), sobre todo mirando las pantallas con programas japoneses.
Así que no dudéis en pasaros por aquí, no os arrepentiréis :)