¡Hola a todos, viajeros! Si estáis en este blog, seguro que es porque en algún momento os habéis ido de Erasmus, o porque vais a hacerlo en un futuro no muy lejano... Sabréis, entonces, que si hay algo que caracteriza a todos los estudiantes que partimos a estudiar fuera de casa una temporada, es que llega un momento en el que empezamos a echar de menos nuestra tierra, aunque sea sólo un poco. Da igual que tu estancia sea tan sólo de unos meses, o incluso de unas semanas, y sobre todo si es de un año o más, llega un día en el que piensas "oye, pues no estaría tan mal volver a casa, aunque fuese un par de días".
Por este motivo precisamente, a mi vuelta a Madrid después de cuatro meses viviendo y estudiando en Seúl, Corea del Sur, he estado haciendo y visitando un montón de cosas que son más características de un turista que visita la ciudad por primera vez, que de un local que lleva yendo a la ciudad desde que era bien pequeña. Por eso he decidido compartir en este blog algunos de mis lugares favoritos de la capital, que he vuelto a visitar como si fuese la primera vez, después de varios meses sin poder hacerlo, y empezando por la Catedral de la Almudena.
La Catedral de la Almudena, cuyo nombre oficial es tan sumamente largo que ni me voy a molestar en escribirlo aquí (porque nadie en su sano juicio lo utiliza y ni siquiera sabe que existe), es un monumento católico que se encuentra en la calle Bailén, justo al lado del Palacio Real de Madrid. Puedes llegar andando sin problema desde la plaza del Sol, bajando toda la calle Mayor hasta el final, y la verás en cuanto vayas terminando la calle.
El exterior de la catedral es precioso, sobre todo la fachada principal, que es la que da al Palacio. Aún así, lo que realmente me gusta de la catedral de la Almudena es su interior. Las pinturas murales del interior de la cúpula, y del techo de la nave principal son contemporáneas (fueron incorporadas en el año 2000), y esto le da un contraste súper interesante al monumento. Además que estas pinturas de las que os hablo son realmente coloridas, y con unos diseños muy bonitos y creativos que consiguen que me acabe doliendo el cuello cada vez que entro, de tanto mirar hacia arriba. Aunque hay gente que este toque moderno no le acaba de convencer, a mi particularmente me parece muy original, y es uno de los motivos por los que esta catedral me gusta tanto.
También me gustan las vidrieras de esta catedral. En general me gustan las vidrieras de todos los edificios religiosos que visito, así que eso no es nada nuevo, pero en especial las de la Almudena tienen muchísimos colores, algunas de ellas son muy grandes, y además están repartidas a varias alturas de las paredes, lo que hace que la catedral se vea de otra manera cuando hay mucha luz.
Dentro de la Catedral encontrarás también un enorme altar a la Virgen de la Almudena, al que puedes llegar subiendo una de las dos escaleras laterales que llegan hasta este. Algunas veces que he visitado la catedral, se ha llegado a formar una cola bastante grande para subir a verla, en especial en los meses de verano porque hay muchos más turistas que normalmente. Aún así, si no la has visto nunca, merece la pena que esperes para poder verla, porque los detalles que caracterizan el altar son increíbles.
La entrada a la catedral de la Almudena es gratuita, pero hay una urna nada más entrar en ella para donativos que quieras hacer (normalmente suelen pedir un euro). Puedes acceder a ella desde las 9 de la mañana hasta las 8 y media de la tarde, pero normalmente cuando hay misa, aunque puedes entrar a verla, no puedes pasear por entre los bancos, y tampoco subir a ver el altar de cerca, así que es mejor que evites ir a las 12 del mediodía, a las 6 o a las 7 de la tarde, que es cuando se celebran las misas a diario.