Era una noche especial y quise invitar a mi novio a probar la comida peruana. Hice varias búsquedas en internet, hasta que encontré El Inca, uno de los restaurantes más antiguos de gastronomía peruana en Madrid.
Con un ambiente cuidado, elegante a la par que sencillo, logró cautivarnos y sumergirnos en una experiencia sensorial de mezcla de sabores y texturas diferentes a las que estamos acostumbrados.
Para comenzar, nos pedimos un piqueo de mar frío, plato recomendado para compartir. Incluía ceviche, causa, yucas y tiradito (es el plato que se ve en la foto, perfectamente servido en una bandeja con separaciones).
De segundo, optamos por una degustación de ají de gallina y seco de cordero que estaba deliciosa. Así pudimos probar ambos diferentes platos y conocer más a fondo las variedades peruanas.
El postre, también para compartir, fue una tarta de queso con salsa de maracuyá. Diferente, probocadora, el maracuyá da un toque de frescura al que no estamos acostumbrados.
En cuanto a la bebida yo siempre que voy a un peruano no innovo: el pisco sour, no hay nada más típico y más bueno.
La cena costó finalmente alrededor de 50 euros, pero por probar un menú diferente, de calidad y en un lugar tan bien cuidado, merece la pena. Lo dicho, para una ocasión especial.
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