Visitar la Torre Eiffel era uno de los sueños que he tenido desde que tengo memoria, desde que era pequeña. Siempre he admirado París y he querido visitar Francia. Y aquí estoy... Enfrente de esta icónica torre y haciendo cola con gente de todas partes del mundo. Y mi sueño se hizo realidad. No solo he visto la Torre Eiffel en persona, sino que también la he tocado, la he subido y la he admirado con emoción.
Subimos casi 700 escalones y tuvimos un pequeño ataque al corazón en el proceso, PERO el esfuerzo valió la pena: fue una gran experiencia y lo pasé genial. Cuando subes la torre no hasta arriba del todo, ni siquiera al segundo piso, estar en el primer piso ya es suficiente para sentir la magia. ¡La vista es increíble! Me sentí muy pequeña viendo a la gente, los edificios y París desde arriba, estaba tan contenta y plena que me sentía como un gigante.
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