Creo que estoy en una buena racha en cuanto a buenos restaurantes se refiere. O quizás simplemente me gusta tanto la comida japonesa que sigo poniéndome a mí mismo en este tipo de situaciones. Sea como sea, estaba dando de nuevo una vuelta por la Rue Sainte-Anne tras salir de clase y con el estómago vacío. En realidad fui a esta calle porque quería comprar algunas cosas en las tiendas asiáticas, pero no pude resistirme y entré en un restaurante. Obviamente no me molestó la idea de tener que caminar después bajo temperaturas invernales, salir y entrar de los vagones del metro para cambiar de línea y volver a caminar de nuevo hasta mi apartamento.
Este restaurante es el Higuma, un pequeño local ubicado en una esquina de la calle. Para ver si estaba a la altura de mis expectativas, eché un vistazo por la ventana y vi que la cocina estaba ubicada justo en medio del restaurante, a literalmente cuatro pasos de distancia de la puerta de entrada. La acción sucedía a plena vista. Me recordó a los restaurantes de ramen de mi hogar en Japón, así que mi estómago me obligó a abrir la puerta y entrar.
El lugar estaba lleno, otra buena señal. Un camarero me dio la bienvenida y me ofreció asiento en la barra frente a la que los chefs cocinaban o en una de las mensas. Escogí sentarme en una mesa. Llegados a este punto, debo comentar que el olor de la comida ya había impregnado mi pelo, mi cara, mi bufanda y mi abrigo. Este es uno de esos lugares de los que sabes que saldrás oliendo a la comida que estén preparando en la cocina.
Tomé asiento y me trajeron la carta. Sabía lo que quería: Katsudon. Para aquellos que no están familiarizados con este plato, pondré una fotografía justo debajo de este párrafo. Básicamente, se trata de un bol de arroz aderezado con cerdo frito empanado en panko rallado y cubierto por una tortilla con cebolla ligeramente cruda. Lo ideal sería servir este plato con un poco de cebolla picada por encima y encurtidos. Pero todo no es siempre perfecto (al menos no en mi caso), así que me trajeron mi Katsudon sin guarnición. Un Katsuson muy simple, de hecho.
Y ahora, ¡a hincarle el diente! El huevo no estaba mal. Tenía el característico sabor de la comida japonesa pero no era lo suficientemente fuerte. Sé que parece que estoy diciendo que no sabía bien, y quizás sea así porque no estaba sabroso. Tuve que añadirle sal y así fue como empezó a saber a algo. Es raro ponerle sal a un plato de comida asiática, así que eso os dará una idea de lo insípido que era. El cerdo estaba aceptable. No estaba bueno, por eso utilizo la palabra aceptable. En la fotografía que pondré debajo de este párrafo podréis ver que no era carne fresca. Por supuesto, no espero que el chef mate él mismo al cerdo temprano por la mañana para preparar el almuerzo al medio día, pero debería saber reconocer cuando una pieza de carne no es apta para el consumo; especialmente teniendo 21 años de experiencia en cocina. Se veía perfectamente, pero fue todavía más perceptible cuando di el primer bocado. Este cerdo debería tener un aspecto agradable por dentro y tener humedad y debería ser capaz de percibir el sabor de el panko rallado empapado en el aceite en el que venía sumergido. Otro fallo de este plato era el ingrediente principal: el arroz. Fue muy triste porque el Katsudon es ante todo un plato de arroz. Por mucho énfasis que pongamos en la tortilla y en la carne, el protagonista es el arroz. Y con arroz me refiero a un arroz que esté bueno. Pero el arroz en este plato no estaba muy bueno. Estaba muy pegajoso, demasiado pegajoso incluso para un plato japonés. Pero lo peor de todo es que estaba mojado. Aquí fue cuando ya llegué a mi límite. No hay muchas cosas que puedan echarte para atrás a la hora de comerte un Katsudon, solamente descubrir que el arroz está mojado.
Este Katsudon me costó 8'50 €. Tienen más platos en el menú, los cuales espero que sean su punto fuerte. El cliente sentado en la mesa de al lado estaba comiendo un bol de ramen con arroz frito. Lo primero que debo aclarar fue que él había llegado unos diez minutos antes que yo y, por lo tanto, había pedido su plato antes que yo el mío. Le trajeron el arroz frito en tres minutos y el ramen en siete. Bueno, quizás lleva tiempo freír la carne, pero solo si es fresca. Sea como sea, este señor disfrutó de su ramen haciendo bastante ruido. Esto en Japón (el señor era japonés, por cierto) es un una señal de que la comida es de buena calidad. Ya que era japonés y terminó ambos platos, puedo asumir que no estaban nada mal. No se quejó o dudó a la hora de comérselos. Quizás cometí un error y pedí un plato que no es una especialidad de la casa.
Si os apetece darle una oportunidad a este restaurante, os animo a hacerlo. Por favor, tomad mi experiencia como una advertencia y no pidáis Katsudon. Entrad y probad otros platos del menú, quizás el ramen con arroz frito o un gyozas. Definitivamente, volveré al Higuma por el precio y la variedad del menú. Como ya he dicho, la próxima vez pediré otra cosa, ya que no puedo juzgar la calidad de un lugar basándome solamente en una sola visita y en un solo plato. Los demás clientes que estaban a mi alrededor disfrutaron de su comida, dejaron el local con una sonrisa y dieron las gracias al servicio. Así pues, solo es cuestión de ver qué me deparará mi siguiente visita.