Os traigo otra publicación de la maravillosa Rue Sainte-Anne, cercana a las zonas de Opéra, Pyramide y Quatre-Septembre. Te analizaré y recomendaré el restaurante chino que hay justo a la mitad de la calle. Junto a todos los restaurantes japoneses que hay en la zona, échale un ojo a este sitio chino.
El restaurante Yi Ping tiene una gran señal arriba en la puerta presentándose como un sitio japonés y de ramen, que por el nombre Yi Ping, si sabemos algo del idioma, se podría deducir que la comida se inclina hacia el final del escalafón de comida china. Está claro, que los cocineros chinos son fantásticos y que, a veces, pueden elaborar platos japoneses como el chahan (arroz frito) y el ramen bastante bien.
Durante mi visita a Yi Ping, probé algo muy simple. Al principio, iba a pedir curry japonés, pero tuve ciertas dudas sobre cómo iba a resultar. Una vez tomé curry japonés que preparó un cocinero que no era japonés y fue un desastre. Esa tarde mi cerebro estaba hambriento y me aconsejó ser sabio y pedir una sencilla tortilla de cangrejo, repito: tortilla con cangrejo. Podría sonar demasiado simple para alguien pedir eso en su sano juicio en un restaurante, algo que se cocina muy bien y que es uno de los mejores placeres de la vida. He probado unas cuantas variedades en la comida china y son prácticamente increíbles. Con ello ya decido, pedí una tortilla de cangrejo con un cuenco de arroz.
La tortilla llegó en un momento, como esperaba. En la foto puedes ver que es enorme. Justo lo que necesitaba después de haber pateado la zona en una tarde fría. El cuenco de arroz no estaba incluido en el precio de la tortilla y lo tenía que pedir como acompañamiento. Pero para ser sincero, mereció la pena, ya que sirven raciones bastante generosas de arroz, digno de un rey. Normalmente los restaurantes suelen estar a la defensiva con su arroz y solo sirven la cantidad mínima que entra en el cuenco. En cambio, en Yi Ping, te llenan el cuenco hasta arriba e incluso, crean una montaña de arroz que sobresale. En efecto, una auténtica montaña que ascendía hasta la cima, impresionante: ¡tortilla y arroz!
La tortilla estaba buena, pero necesitaba algunas gotas más de salsa para que fuese algo más salada y sabrosa. Fue la primera vez que tuve que añadir sal a una tortilla, pero eso va más en función del gusto de cada uno, que de ser error del cocinero en este plato tan sencillo. La única crítica que puedo hacer es que estaba un poco aceitosa. Comprendo que una buena tortilla asiática puede requerir una gran cantidad de aceite para crear la textura deseada. El cocinero dominaba la textura, ya que la tortilla estaba crujiente por fuera y el centro suave y jugoso. Hubiese preferido que la tortilla hubiera reposado en un papel absorbente para reducir la cantidad de aceite que había en el plato. A parte de eso, había una buena cantidad de cangrejo, lo que es de agradecer, ya que di por supuesto que no servirían tanto.
Diría que, en conjunto, disfruté de una buena comida por el precio que pagué. Si no me equivoco, la tortilla me costó unos ocho euros, pero el cuenco adicional de arroz no era tan caro para ser un suplemento.
El restaurante es muy pequeño. Creo que tendría una capacidad para máximo veinticinco personas o un aforo completo de treinta, si se hiciese uso de todo el espacio. No hacen reservas, simplemente tienes que pasar, o echar un vistazo al menú de la puerta antes de entrar y así, ya puedes saber qué quieres pedir con antelación. Debes saber que la cocina del restaurante está justo detrás del mostrador para pagar, así que el olor de la comida se impregnará en tu ropa y el pelo, si estás allí sentado más de cinco minutos. Es una opinión, pero no me gusta salir de un restaurante oliendo como si hubiese terminado mi turno de trabajo en la cocina.
Si aún te interesa ir a Yi Ping, después de leer esta crítica, tienes el menú (o al menos la mitad) justo debajo de este párrafo, lo puedes encontrar en el número 42 de Rue Sainte-Anne. Aunque haya expuesto mi opinión sobre la comida japonesa y el personal de la cocina que prepara te la comida, todo depende del gusto de cada uno. En la mesa que tenía al lado habían dejado los cuencos de ramen totalmente vacíos.
¡Espero que encuentres sitio y que aproveche!
Por cierto, ahora que estás por la zona. Te recomiendo dar un paseo por la estación de Opéra, que es lo que yo hice después para digerir el festín. Era la primera vez que me quedaba viendo el atardecer por allí y me impresionó lo bonito que está el edificio que hay justo detrás de la entrada/salida principal de la estación cuando está iluminado. Fue precioso y, además, ¡un momento Instagram! Si la cena ha sido rápida, continúa el paseo. Hay tiendas a ambos lados de la calle hasta llegar a Madeleine. No solo es una forma de hacer ejercicio, también puedes encontrar un postre.