Paraíso en Barcelona
Como ya os conté, mi última semana de viaje incluía Barcelona, París y el sur de Francia. Al principio no tenía intención alguna de ir a España. Primero compramos los billetes para Portugal y para Burdeos y Nantes. Pero después me pregunté: «si mi último examen es el 17 de mayo y el viaje al sur de Francia es el 21, todavía me quedan 4 días libres. ¿Me quedo en Lila o viajo a alguna parte? ». Lo bueno es que hablé con mi casera y no le importó que me fuera antes y que pagara menos de lo que habíamos acordado. Empecé a buscar billetes. Ryanair tiene una opción muy buena para elegir la ciudad desde la que sales, la fecha y el presupuesto y con eso te muestra todos los sitios a los que puedes ir ordenados según el precio. ¡Me quedé flipando cuando vi que Barcelona era de los más baratos! No quería gastar más dinero en viajes aunque desde el verano pasado tenía muchas ganas de ir a Barcelona, pero cuando vi que podía ir de Bruselas Charleroi a Barcelona por solo 17 euros, no me lo pensé dos veces. Además, sentía mucha curiosidad por esta ciudad porque mucha gente me había dicho que Barcelona era una de las mejores ciudades de Europa y eso tenía que verlo.
Al final fueron más de 17 euros porque el avión iba al aeropuerto de Gerona, que está bastante lejos del centro de Barcelona y tuve que pagar 17 euros más para coger el bus que me dejaba en el centro. ¡Qué rabia! Ya me ha pasado muchas veces lo de acabar pagando más por el autobús para ir o salir del aeropuerto que por el propio billete de avión. Sin embargo, fui lista porque para ir al aeropuerto de Bruselas encontré un autobús por 17 euros. Como ya sabía que eso era lo más caro que podía encontrar, esperé por si daba con alguna oferta de Blablacar en el último momento y finalmente conseguí uno por unos 7 euros. Pagué unos 40 euros por el billete de vuelta a París. En total me salió bien la cosa, porque cuando buscábamos billetes de Praga a Barcelona ¡costaban unos 150 euros!
Primero le pregunté a Katarina si se quería venir, pero ya tenía muchos viajes planeados y no quería gastar más dinero, así que no pudimos ir juntas. Pasaron varias cosas y al final tenía billete de avión, pero nadie con quien ir (de hecho, fue culpa mía acabar así). Decidí sacar partido a la situación y probar eso de Couchsurfing y viajar sola. Total, solo eran tres días. Por un lado, estaba muy emocionada por poder ver por fin esta ciudad. Pero por otro lado, me preocupaba un poco lo de ir sola a una ciudad desconocida. Mandé peticiones de alojamiento y recibí respuesta muy rápido de gente que vivía en Barcelona. Me gustó mucho un chico llamado Alejandro. En las fotos se veía muy majo y, además, ¡me mandó un mensaje diciendo que había estado seis meses estudiando en Praga con sus amigos! ¡Por lo tanto, tenía muchas ganas de conocerle! Pensé que podía ser divertido hablar de Praga y de su experiencia allí. Todo iba bien y yo ya estaba preparada para irme.
Sin embargo, la situación cambió cuando hablé con uno de mis mejores amigos de la República Checa, Marek, que ahora está estudiando en Utrecht, en los Países Bajos. Estábamos hablando tan normal cuando mencioné que me iba a Barcelona y me dijo: «Me voy contigo». Me quedé alucinada. ¡No esperaba esa respuesta en absoluto! Se suponía que tenía que empezar a preparar su trabajo final. Enseguida empecé a pensar en ir a España juntos y a planearlo todo. Después de dos días los billetes de avión habían subido de precio y Marek dudó un poco, pero una noche, cuando yo ya estaba durmiendo, ¡los compró! ¡Me puse tan contenta al leer su mensaje por la mañana! ¡Los dos nos moríamos por ver Barcelona! Pero después de mi emoción inicial, empecé a pensar en el alojamiento. ¿Qué íbamos a hacer? Ya tenía reservado el sitio...
Le mandé un mensaje a Alejandro con la esperanza de que ambos pudiéramos quedarnos allí. La respuesta de Alejandro me hizo gracia, decía que nos podíamos quedar, pero que no sabía dónde íbamos a dormir porque esos días también iban a estar sus amigos de Croacia. ¡Pero decidimos intentarlo! ¡Cuantos más, mejor! Marek tenía que acordarse de llevar un saco de dormir y ya.
Primer día
El primer día, Marek llegó a Barcelona temprano para esperarme. Yo llegué al aeropuerto de Gerona, compré un billete de bus y fui al centro. Nos encontramos cerca de la casa de Alejandro y fuimos para allá. La ubicación era estupenda, cerca de la Plaza de España. Cuando conocí a Alejandro, me enteré de que era mexicano, ¡y me encantó! No sé por qué di por hecho que sería español. La cosa es que antes de ir a Francia no conocía a nadie de México, pero en el intercambio conocí a por lo menos 15 y ¡creo que me influenciaron mucho! Creo que son muy habladores, amistosos, abiertos, alegres, divertidos y les encanta pasarlo bien. Por alguna razón todos eligieron Lila para el intercambio y doy gracias por ello. Me hicieron querer visitar México también. Y con Alejandro igual. ¡Era majísimo! Nos enseñó su piso, nos presentó a sus compañeros y nos dio piña para comer. Para dormir yo usé el sofá y Marek, su saco de dormir. Los otros dos amigos de Croacia usaron parte del sofá y un colchón hinchable. En la foto nos podéis ver a Marek y a mí con Alejandro y su compañero de piso.
Después de la presentación fuimos a por un café. La primera plaza que vimos era preciosa. Tenía muchas palmeras, que me encantan. Recuerdo que cuando era pequeña fui a España con mis padres y me enamoré de esos árboles. Es algo muy diferente y raro en Europa.
Marek y yo decidimos explorar las zonas más cercanas a la Plaza de España. Primero fuimos al centro comercial Arena, que parece una plaza de toros y que tiene unas vistas magníficas desde el mirador.
¡Solo llevábamos allí un día y ya estaba alucinada! Todos los edificios eran enormes y el césped estaba cortado a la perfección. Además, había una gran fuente con otras fuentes más pequeñas a su alrededor.
Luego fuimos al Museo Nacional, al parque y al estadio. Hacía un tiempo perfecto. Yo llevaba pantalones cortos y una camiseta. Después de seis meses de lluvia en Lila, esta temperatura me resultaba maravillosa, no podía dejar de repetirlo. Al buscar «Barcelona» en Google había visto los edificios de Gaudí, pero no recuerdo haber visto nada de estos sitios.
Anduvimos un montón y elegimos un sitio de tapas para cenar, donde tomamos cerveza y comida basura.
Cuando volvimos a casa conocimos a los chicos croatas, Nikola y Boris, y nos tomamos una sangría juntos. Llevaba mucho ron y mucha fruta, estaba muy buena. Por la noche estuvimos hablando un montón, sobre todo de los kebab en Praga. Estuvimos repitiendo esa historia todo el viaje. Y es que, menos los chicos croatas, todos los que estaban en el piso habían estado en Praga seis meses y se habían enamorado de un sitio de kebab. Otro chico muy majo que vivía en el piso, Igor, de Croacia, estuvo hablando de eso unas dos horas y contó un montón de anécdotas. Por eso me veo obligada a ir en cuanto vuelva a la República Checa. También me sorprendió lo bien que hablaba checo para haber estado solo siete meses allí. Ojalá se me dieran tan bien los idiomas como a él. Esa noche estaba tan cansada que me dormí enseguida.
Segundo día
El segundo día tuvimos un paseo guiado gratuito. En Barcelona estuvo tan bien como en otras ciudades que había visitado antes. El tiempo seguía siendo perfecto, así que me puse un vestido. Nuestro guía era de Inglaterra, por lo que tenía bastante acento y nos divirtió mucho. También nos recomendó un buen sitio para comer, pero ya teníamos muchas recomendaciones y al final no llegamos a ir. De hecho un amigo me había recomendado un sitio en especial, pero cuando me dijo que la cena le costó 45 euros, decidimos no ir. Se me olvidaba contaros que antes del viaje Frida, mi amiga mexicana del intercambio y un amor de persona, me dijo que iba a estar en Barcelona los mismos días que yo. No me imaginaba que quedar con alguien era tan complicado sin Internet. El primer día hablamos por Facebook, pero como la conexión a Internet no era demasiado buena intentamos quedar en persona. Al final lo fuimos posponiendo y se nos hizo tan tarde que tuvimos que volver al piso y no pudimos. ¡El segundo día lo intentamos otra vez! Le mandé un mensaje con lo del paseo guiado gratuito, pero por la mañana me dijo de quedar esa tarde frente a la Sagrada Familia. En las fotos no parece gran cosa porque está en obras desde hace tiempo, ¡pero Frida nos dijo que por dentro era espectacular!
Quedamos en ir todos juntos, pero no pudimos reservar entradas con el móvil, por lo que al final Frida fue sin nosotros. Mientras tanto, nosotros exploramos el parque Güell. ¡Y de camino pudimos probar los churros!
Tardamos un poco en llegar al parque, pero lo conseguimos, era precioso. Lo único que no me gustó es que para poder ver las vistas tenías que pagar. Entre que no lo sabíamos y que la cola era larguísima, al final no fuimos porque solo estaba a 20 metros de nosotros y no era para tanto.
De camino a la Sagrada Familia para volver a ver a Frida, compramos algo de fruta. Me encantó que allí en cualquier tienda puedes comprar muchos tipos de fruta a buen precio. Mis favoritas fueron el mango y el melón. Habíamos quedado enfrente del edificio Gaudí. Fue gracioso porque Frida se acabó perdiendo, pero no pasaba nada, estaba muy contenta de poder verla otra vez y poder recordar nuestros días en Lila. ¡Qué maravillosa coincidencia que estuviera aquí! ¡Ojalá haberla visto más tiempo!
Lo siguiente fue cenar con Alejandro, Robert y Frida en un restaurante llamado La Tasqueta. A Marek le habían dicho que pidiera tapas por un euro, aunque luego descubrimos que no eran tapas, sino pinchos. La diferencia era que las tapas son un plato pequeño, mientras que los pinchos son solo un aperitivo pequeño. Cuando llegamos al sitio, me quedé con la boca abierta. Ya os he hablado de muchos restaurantes que me encantan, ¡pero este en concreto era increíble! ¡Tenían una variedad enorme de pinchos!
Pensamos pedir cinco tapas para compartir y antes probar unos cuantos pinchos, pero qué va, imposible. Después de los pinchos estábamos tan llenos que no pudimos pedir las tapas. No os puedo describir el sabor. Llevaban de todo, estaban buenísimos. Me encanta eso de poder probar un montón de cosas a la vez, cada una con un sabor distinto.
Después de cenar volvimos al piso de Alejandro. Compramos unas botellas de sangría para hacernos pasar por españoles (que, de hecho, no beben sangría tan a menudo), les pusimos fruta y ron y nos fuimos todos al parque, incluidos los chicos croatas.
Nos lo pasamos genial y me alegró un montón oír todo lo que contaban Frida y los chicos. Más tarde, Frida y yo estábamos tan cansadas que nos fuimos a dormir. ¡Como ella estaba muy lejos de donde se alojaba, se quedó con nosotros! Fue muy gracioso porque al principio no me imaginaba que tres personas íbamos a poder dormir allí, ¡y ahora éramos cinco y tan contentos! Estaba muy contenta por tener a Frida con nosotros. Otra cosa graciosa que nos pasó fue que cuando quisimos volver a casa, ya habían cerrado el parque y tuvimos que pasar por el agua para salir. Había por ahí otra chica que se cayó al agua. También grabé un vídeo de Frida y Alejandro intentando pasar con las bicis, aunque por supuesto acabaron mojados. Yo tuve suerte y elegí saltar el muro. Ese día también nos dormimos muy rápido.
Último día
El último día decidimos ir a la playa. Por desgracia, Alejandro no pudo venir porque tenía que preparar el trabajo final. ¡Qué responsable! Nuestro día empezó con un café con los chicos croatas en la plaza más cercana. No habíamos podido hablar mucho estos días, pero lo compensamos en ese momento. Por la mañana fuimos al mercado de La Boquería en La Rambla.
Estos mercados son una pasada. Ya había ido al de Londres y a uno parecido en Portugal. Tienen zumos de fruta recién hechos, empanadas, queso, fruta y marisco. ¡Compramos una gran empanada para comer, casi tan buena como las que hacemos en Francia, y zumo de maracuyá! Queríamos que los chicos probaran los churros, así que los llevamos al puesto más cercano y nos comimos unos mojados en chocolate. Era la tercera vez que los probábamos, la segunda vez nos comimos unos rellenos de Nutella. Una locura.
Por fin fuimos a la playa. Es genial que esté en el centro de la ciudad porque enseguida estás allí. Nuestra amiga en común de la República Checa, Misa, estaba estudiando en Barcelona ese semestre, así que quedamos con ella en la playa. Estaba guay vernos en otro país. Se la veía muy contenta y fue genial escuchar todas sus aventuras del Erasmus.
De hecho, en Barcelona tenía de todo: en el campus había una piscina y un gimnasio, había playa y el tiempo era perfecto. Cualquiera diría que nada que ver con la lluvia y el viento de Lila, y tiene razón. Pero yo no cambiaría Lila por nada en el mundo. Aunque supongo que un Erasmus en esta ciudad tiene que ser una pasada, ¡así que me lo apunto para mis planes futuros!
Me lo pasé muy bien con los chicos croatas porque eran muy amistosos y simpáticos. Fuimos al mismo restaurante del otro día a cenar porque nos había encantado. Era imposible dejar de comer pinchos. Después de cenar, Misa se fue a casa ¡y quedamos otra vez con Frida!
¡Cuando llegamos a Barcelona nos enteramos de que había un concierto sincronizado con la fuente! Ya habíamos visto algo así en Budapest y en la República Checa y nos gustó mucho, por eso teníamos ganas de verlo aquí, en Barcelona. Empezó a las 9:30 p. m. Se suponía que era de bandas sonoras de películas, pero la música era bastante distinta a eso, aunque estuvo genial. Como la fuente es bastante grande, el espectáculo fue increíble.
Otra cosa que me sorprendió mucho es lo que pegaba el sol. ¡No esperaba estar tan morena en solo tres días! De hecho, un día me quemé y acabé roja como una gamba. Volvimos a casa bastante temprano, antes de medianoche, pero nos pusimos a hablar y al final nos acostamos a las 2 a. m. ¡Fue horrible porque tenía que coger un avión a las 6 a. m. después de haber dormido solo 2 horas! Por suerte conseguí sobrevivir en París a base de café, no estuvo tan mal.
Como resumen de viaje diré que creo que fue el sitio más increíble en el que he estado este semestre. Me gusta la idea de quedarme allí un semestre o un año entero. Era la combinación perfecta de buen tiempo, playa cercana, comida rica, gente maja, edificios enormes y un ambiente genial: el paraíso.
Ya casi era hora de despedirse de Barcelona. Tres días no eran suficientes. ¡Ojalá poder quedarme más tiempo! Pero no podía hacerlo, ya tenía los billetes de mi próximo viaje...
Galería de fotos
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- English: Paradise in Barcelona
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