Heaven London

Party Hard es sinónimo de HEAVEN LONDON. Calificado como el mejor club nocturno gay del mundo, este club tiene sus variantes repartidas por Londres (como el G-A-Y Bar) o por otras ciudades británicas como Manchester.

Tengo la suerte de tener muchos amigos gays que me habían hablado anteriormente de este Club y siempre tuve la curiosidad por ir, porque aunque no me siento identificada con este tipo de de elección sexual, sí que me encanta todo el ambiente gay de fiesta y sobre todo el tipo de música que ponen en estas discotecas. La ocasión de ir allí por primera vez surgió buscando local para Nochevieja, ya que nuestro plan consistía en ver los fuegos artificiales del Big Ben y el London Eye y posteriormente salir de fiesta.

La cosa estaba complicada ya que las entradas en las mejores discotecas no bajan de las 50 libras y no encontrábamos ninguna que cerrase más tarde de las 3am, sobre todo porque si pretendíamos ver los fuegos artificiales, apenas podríamos disfrutar de la fiesta si cerraba tan pronto (costumbres británicas a las que nos cuesta acostumbrarnos los españoles).

Una vez en Londres, estábamos con la soga al cuello porque aun no teníamos plan para después de los fuegos artificiales, hasta que por la más pura de las casualidades, visitando la página web de mi cantante británica favorita (ALEXANDA BURKE) para comprobar si con suerte tenía algún evento en Londres el tiempo que yo estaba allí, descubrí que iba a cantar en 'New Year's Eve' en este club del que tanto había oído hablar...

Mis ojos no podían creer lo que estaban leyendo. Comprobé el precio de la entrada (17 libras), la hora de cierre (5am) y la ubicación del local (metro Charing Cross, muy próximo a Westminster y el Big Ben) y supe que era mi día de suerte. Blanco y en botella: buena música, precio razonable, cerraba tarde y perfectamente localizado para ver los fuegos e ir de fiesta seguidamente. Se lo comenté a mis amigas cruzando los dedos para que les pareciera la mejor opción, y pese a que al principio la idea de ir a un local gay no les agradaba completamente, accedieron. Era nuetra mejor opción.

31 de diciembre de 2014. Londres.

A pocas horas de despedir un año que personalmente había sido I N O L V I D A B L E. Se presentaba una noche prometedora. Tras los fuegos artificiales (increíble experiencia, indiscriptible la magia que se puede contemplar sobre los tejados londinenses... ) nos dirigimos hacia la discoteca.

El acceso a ella he decir que fue extramadamente complicado y había mucho control por parte de las autoridades. A la complicación de caminar entre miles de personas y poder salir de la marea humana que estaba reunida en la zona de Westminster, hay que sumar las calles cortadas, valladas y a la excesiva seguridad. La calle para poder entrar a la discoteca era una de las cortadas y la policía pedía la entrada con su correspondiente pulsera para poder entrar. Al lado nuestro un grupo de unos chicos con sus entradas, no sabemos por qué razón (aparentemente estaban muy borrachos según los hombres de seguridad, cosa que a mí no me pareció para nada) no les permitieron acceder a la calle... Mi amiga y yo estabamos temblando porque temíamos que a nosotras tampoco nos dejaran pasar, pero no fue así y entramos sin problema. Al llegar al final de la calle encontramos la discoteca, que se ubicaba en los bajos de un edificio, para entrar había hasta un control de seguridad, impresionadas por el despliegue que habían montado, pasamos el control, dejamos que nos revisaran el bolso y nos cachearan y finalmente entramos.

Una vez dentro dejamos los abrigos, pedimos nuestra primera copa al ritmo de Crazy in Love, me sorprendió que no fue demasiado cara (5 libras aproximadamente) y fuimos a inspeccionar el ambiente. El estilo de música, tal cual me habían contado, era complemente el mío: POP y R&B centrado especialmente en las canciones de las divas americanas o británicas. Cuenta con dos plantas, la mayoría se concentran en la planta de abajo pues es la más amplia y donde se ubica el escenario por el que han pasado cantantes de la talla de Jessie J, Lady Gaga o Leona Lewis. La planta de arriba es más pequeña y algo más tranquila, allí hay una barra también y asientos para descansar o aquellos que no les gusta demasiado bailar. Tras estar un rato en la planta superior y bailar algunas canciones de Beyoncé (nuestra cantante favorita) decidimos bajar para estar pendientes de cuando llegase el turno de las actuaciones.

La primera en hacerlo fue Katy B, una cantautora inglesa que tuve el placer de haber oído antes pero me gustó bastante. A mí amiga le recordaba a una bailarina de Beyoncé que a ella le gusta mucho. Pero yo estaba ansiosa por ver a Alexandra Burke. Tras los gritos, aplausos y ovaciones de los presentes, se despidió después de haber cantado unas 7 canciones aproximadamente.

Acordamos pedir otras copas y estuvimos bailando mientras observabamos el ambiente. Había más heteros de lo que me esperaba sinceramente. Pasaban las horas bailando y bebiendo entre mi música favorita hasta que le pedí a mi amiga que nos acercáramos hacia el escenario porque me gustaría ver a Alex desde lo más cerca posible.

Llegó el momento de su actuación y mis ojos brillaban de la ilusión y emoción por verla por primera (pero no última) vez. Su actuación fue fantástica y tengo mil adjetivos más para describirla, pero eso es otro tema. Mi amiga, quien no tenía el placer de conocerla la calificó como la 'Beyoncé británica'.

Una vez que terminó de cantar sus mayores éxitos bailables como 'Bad Boys', 'All Night Long', 'Elephant' y la mítica versión 'I Wanna Dance with Somebody' de Whitney Houston, se retiró del escenario con un ramo de flores y la sensación de haber sido una de las mejores nocheviejas de mi vida.

Nos quedamos un rato más y sobre las 4. 30am decidimos irnos para poder dormir un poco antes de lo que nos esperaba la mañana siguiente. El desfile de año nuevo, o mejor conocido como 'New Year's Day Parade'.