¿Quién no ha visitado Harrods a su paso por la capital británica o al menos oír de ello? Estos grandes almacenes, los más exclusivos de toda Inglaterra, se encuentran en pleno corazón de Londres. La parada de metro más cercana es Knightsbridge (línea Piccadilly, azul oscuro). Se ubica en una zona totalmente comercial de Londres, próxima a Hyde Park, Green Park y Piccadilly Circus (no dude que todo el que ha pisado Londres conoce como la palma de la mano todos estos nombres).
En esta ocasión era Navidad. Sí, decidí pasar parte de estas fiestas de un modo anglosajón y celebrar allí la entrada de año 2015. Al fin y al cabo, el 2014 se merecía que lo despidiese por todo lo alto. Era mi cuarta visita a las islas británicas, por tanto, mi cuarta parada en Londres y como consecuencia, en Harrods. Siempre me acabo dejando caer por allí, pese a que mi economía no va precisamente destinada a ese tipo de lujo, los almacenes siempre son un paso obligado para quienes nos gusta la moda o al menos admirar el arte que encierra el edificio tanto dentro como en su fachada.
Para entrar en Harrods, no se puede ir vestido de cualquier manera. Siempre recordaré la primera vez que crucé esas puertas custodiadas por varios hombres de seguridad, ingenua de mí... vestida con sudadera, zapatillas deportivas y unos jeans que me daban un look de lo más casual/deportivo. Efectivamente, no me dejaron pasar. Tuve que pedir prestados un abrigo y unas botas a uno de los compañeros con los que viajaba y acabamos entrando por turnos mientras los demás esperaban fuera para irnos prestando la ropa.
Nunca más volví a caer en esa trampa. Siempre procuro ir un poco arreglada cuando llega el día de volver a hacer una visita a mis almacenes favoritos (junto con Galerías Lafayette en Paris. Lo sé, tengo un 'expensive taste')
Al entrar por una de las más de cuatro entradas que tiene, nos encontramos con la zona de los perfumes donde las marcas más exclusivas como Chanel, Dior o Bvlgari se dan cita. Evidentemente mis amigas y yo aprovechamos para ponernos un poco de nuestros favoritos.
Después de tantas visitas a Harrods, más o menos ya sé ubicarme donde se encuentra cada área. Pero para quien no, puede acudir a recepción donde un amable caballero os proporcionará un pequeño catálogo con la distribución por plantas y sectores.
El edificio cuenta con escaleras mecánicas y ascensores exclusivos, que a mí personalmente me recuerdan a los del Titanic.
Unas de estas escaleras da directamente al homenaje hacia la fallecida Princesa de Gales, más conocido por todos como Lady Di y su novio Dodi Al Fayed, fallecidos trágicamente en el accidente del Puente del Alma de Paris. No olvidemos que el señor Al Fayed era el hijo del propietario de Harrods. Homenaje ubicado en la planta baja que se compone de una estatua de la pareja bailando y de un pequeño memorial con velas y las fotografías de ambos. Lo que más llama la atención de este área es su decoración y ambientación al más puro estilo egipcio, con varias estatuas de faraones.
Nos trasladamos de esa zona hacia el sector de la hostelería, situado en el centro de Harrods donde confluyen todos los pasillos y se reúnen cientos de personas para desgustar canapés y otras maravillas gastronómicas solo dignas de exquisitos paladares (y bolsillos).
Subiendo unas plantas, chocamos de frente con la famosa 'maison du macaron', Ladurée de Paris, cuya franquicia se encuentra repartida por varias metropolis del mundo y una de ellas está dentro de Harrods. Yo personalmente me declaro fan de esas pequeñas y dulces delicias y siempre que me topo con Ladurée aprovecha para comprar algunos.
A continuación nos dirigimos a la planta del hogar donde encontramos estilos de decoración para salones, comedores y habitaciones de lo más variopintos y extravagantes.
Por último, nos dirigimos hacia la parte de los souvenirs, de donde siempre me llevo alguna cosilla (nunca olvidaré el westie típico de Harrods de peluche que me compré en 2010. Todavía sigue conmigo y le tengo mucho cariño). Allí aprovechamos para sacarnos unas cuantas fotos con los osos gigantes de Harrods, donde no faltaba el típido vestido de guardia real londinense y uno muy gracioso de escocés.
Debo destacar algo que no para de sorprenderme y es el elevadísimo número de mujeres árabes que SIEMPRE veo comprando en Harrods. No es difícil adivinar quien maneja la pasta si nos ponemos a hablar en términos económicos en referencia a este hecho.
Hasta aquí mi visita virtual por Harrods. Espero a la próxima poder decir que mi bolsillo se ha permitido algún capricho que no proceda únicamente de la planta de souvenirs.