TATE MODERN MUSEUM

Buen destino

Londres como ciudad es un destino que no olvidaré y que recomiendo por mil y una razones, una muy especial es por sus afamados museos que al contrario del Louvre en París ¡La mayoría pueden ser visitados gratuitamente! -Como se supone debe ser la cultura en todo el mundo-

El TATE Modern se encuentra en el centro de la ciudad en el área de Bankside en los bordes del Támesis. Mi amiga de viajes y yo llegamos caminando ya que decidimos trazar una ruta en la que pasaríamos por la iglesia de San Pablo (ya hablaré de este sitio), atravesamos el Puente del Milenio diseñado por Foster and partners, firma del arquitecto Norman Foster y llegamos al museo.

El edificio en su exterior cuenta la historia de lo que fué anteriormente, una central eléctrica, pero con simples modificaciones realizadas por los arquitectos suizos Herzog and Meuron, quienes fueron los ganadores de un concurso internacional desde los años noventa y tantos precisamente por su concepto de respeto al antiguo edificio haciéndolo simplemente funcional. 

El edificio fué inaugurado en el año 2000 y desde que inició tuvo un enorme éxito, siendo ahora uno de los puntos "must see" de Londres.

Las galerías permanentes son gratuitas así que nos dispusimos a visitar esas y contemplar las magníficas obras de artistas internacionales como Joan Miró, Pablo Picasso, Andy Warhol, Kandinsky, Umberto Boccioni, Georges Braque, Salvador Dalí, entre otros muchos representantes de la obra moderna.

La verdad es que muchas podrán parecer incomprensibles, imagino que cada quien puede dar su opinión o interpretación a cada una de ellas, sinceramente me parece interesantísimo intentar indagar en la mente del artista o simplemente dejarte sentir las obras, sobre todo las del tipo escultórico que siendo materializadas en una tercera dimensión tienen otro punto de contemplación. 

Tras subir y subir pisos entrando y saliendo de las salas de exposición, después de aproximadamente dos horas nos llevamos la sorpresa más grande del día... llegamos al último piso del edificio, el cual es una magnífica cafetería con una de las mejores vistas de Londres.

Es el lugar ideal para pedir un café, té o como en mi caso, un chocolate caliente preparado literalmente con amor y un muffin para disfrutar del espectáculo que la sola contemplación ofrece a los visitantes del museo como nosotras.

Pusimos broche de oro a nuestra visita con esta experiencia y al pasar por el atrio principal del Museo, la sala de turbinas, espacio amplísimo y súper interesante (sobre todo para los admiradores del espacio arquitectónico) desde el cual se puede salir a seguir la visita por la ciudad.