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Stonehenge


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Stonehenge

Traducido por flag- Andrea Llopis Cascales — hace 4 años

Texto original de flag-it Chiara Menghetti

En el verano de 2016, estuve dos meses en Inglaterra trabajando como au pair. Vivía en un pequeño pueblo en el campo llamado Hungerford, a medio camino entre Londres y Brístol. Era un lugar bonito y pintoresco, la imagen estereotípica del pueblo de campo inglés, con casas de ladrillo en medio de la naturaleza. Obviamente lo mismo que hacía que ese lugar fuera pintoresco hacía que fuera al mismo tiempo terriblemente aburrido.

Como au pair vivía con la familia para la que trabajaba, en una de las habitaciones de arriba. Todos los días me despertaba temprano la niña de la que estaba a cargo, Darcey, de cinco años. La vestía, la peinaba, les preparaba el desayuno y la despedía cuando se iba a la escuela con su madre. El resto de la mañana lo invertía paseando a los perros, limpiando la casa, inventándome qué preparar para el almuerzo o simplemente relajándome en la única cafetería del pueblo.

Muchas veces cogía la bicicleta que la familia me dejaba usar para mis mandados y comenzaba a pedalear sin rumbo concreto por las colinas de Berkshire. De hecho, me gustaba y disfrutaba sabiendo que durante unas horas al día estaba completamente sola, sin que nadie se preocupara por mí. También me perdí alguna vez. Una vez salí en bicicleta con la intención de llegar a un pequeño pueblo en un río a unos quince kilómetros de Hungerford, pero, sin mapa, el viaje se prolongó mucho y tardé casi tres horas en llegar a mi destino y cuando llegué estaba completamente exhausta, después de haber subido y bajado por las colinas sin saber a dónde iba, tanto que me vi obligada a llamar a un amigo que vino a buscarme con el coche.

Stonehenge

Por las tardes, siempre estaba ocupada con Darcey y era muy difícil encontrar un pasatiempo diferente todos los días: a veces solíamos dibujar, cuando el clima lo permitía, íbamos al parque, saltamos mucho en el trampolín montado en el jardín (para mí fue una verdadera pesadilla), cocinábamos o jugábamos con plastilina hasta la hora de la cena, que era alrededor de las 6, minuto arriba minuto abajo.

Muchas veces era yo quien se encargaba de la cena, mientras que otras era la madre de Darcey la que nos deleitaba con manjares casi siempre a base de pescado o arroz. El viernes era el día del 'fish and chips' que el padre de Darcey compraba siempre en la tienda más famosa de la zona, crujiente y sabroso, acompañado de una famosa salsa inglesa hecha con guisantes triturados.

Excepto en algunos casos especiales, mi jornada laboral terminaba con la cena y, en teoría, tenía la libertad de salir o hacer mis cosas en la habitación.

Antes de comenzar esta experiencia, a decir verdad, me preocupaban más los ratos de "tiempo libre" que los de trabajo. Me temía que, estando en una pequeña ciudad con dos calles, algunos pubs viejos y una cafetería, mis noches y mis fines de semana serían seguramente aburridos. Y luego, entre otras cosas, excepto por un par de chicos que trabajaban en la única cafetería de la ciudad, no había jóvenes en Hungerford. Se pasaba directamente de la edad de Darcey, de preescolar o escuela primaria, a la edad de sus padres: así que, de hecho, aunque hubiera habido alguna forma de entretenimiento en el pueblo, creo que habría tenido que divertirme sola.

En cambio, de una manera completamente inesperada, desde el primer día me di cuenta de que Hungerford y los otros pueblos vecinos estaban abarrotados de personas como yo, que hacían exactamente lo que yo estaba haciendo y que, al igual que yo, tenían un impulso desesperado al final del día de salir y hablar con alguien de su misma edad.

Evidentemente, en algunas partes de Inglaterra "tener una au pair" es una especie de moda y casi todas las familias, especialmente las que son ricas o que tienen suficiente espacio para alojar a otra persona, les complace hacerlo.

Y, de hecho, es algo que vale la pena para ambas partes. Una persona multifunción puede servir a las familias durante varias horas al día: ayuda a los niños con las tareas, hace la compra, limpia y pasea a los perros. Por su parte, la au pair tiene la posibilidad de vivir sin gastos adicionales en otro estado con la única obligación de hacer algunas tareas domésticas básicas.

Stonehenge

Inmediatamente conocí a otras au pairs, que se alojaban con las familias de algunos de los niños que iban a la escuela de Darcey. A veces nos veíamos durante el día, pero en la mayoría de los casos quedábamos por la noche y sobre todo los fines de semana. De entre los que entablé amistad, había tres chicas españolas y un chico polaco, con quienes todavía siento que no hace ni un mes que nos conocemos.

Al chico polaco, Klaudiusz, le dejaban usar uno de los coches de la familia para la que trabajaba, algo que siempre era útil los fines de semana. Sin embargo, de todas formas, aunque Hungerford estaba literalmente en medio de la nada y que toda la zona estaba habitada por patos y vacas en lugar de personas, hay que decir que estaba ubicado en una posición estratégica y bien conectada. Desde la estación de Hungerford, se podía llegar a Londres en una hora, y en poco más de una hora a Brístol, al otro lado, en la frontera con Gales. Obviamente visitamos ambas ciudades. Ya había estado varias veces en Londres, pero, estando tan cerca, nos pareció que obviamente teníamos que volver. En cambio, Brístol era una ciudad que ninguno de nosotros conocía y que visitamos con motivo del festival anual de globos aerostáticos, un evento verdaderamente espectacular (al que dediqué una publicación "Bristol Balloon Fiesta"), que cada año atrae a decenas de miles de turistas.

Fuimos muchas veces al norte de Hungerford, hacia Oxford, Swindon, Cambridge, Bath y visitamos el castillo de Windsor.

A unos cuarenta minutos en coche al sur de Hungerford, se encontraba la famosa ciudad de Stonehenge, cuyos monolitos de piedra tenía muy en mente desde la escuela primaria, pero que nunca había tenido oportunidad de ver en directo.

Elegimos un día soleado (increíble para Inglaterra, incluso en verano), pero ventoso, y salimos con el coche hacia Stonehenge.

Una vez allí, nos encontramos con un enorme aparcamiento, más allá del cual se había construido una estructura muy moderna, probablemente unos años antes, que funcionaba como taquilla, cafetería, tienda de recuerdos y pequeño museo. Sé que puede sonar un poco infantil y que probablemente debería haber asumido que los monolitos de Stonehenge no estaban justo en el medio de un jardín, como el que está detrás de la casa de Hungerford. Sin embargo, la forma en que todo ese sitio estaba organizado para convertirse exclusivamente en una atracción turística que entretuviera a los visitantes durante varias horas y que les convenciera para pagar 8 libras por un sándwich de huevo o un imán, me dejó un poco desconcertada.

Stonehenge

Recuerdo que mi padre me advirtió sobre lo que probablemente vería una vez que llegara. Me dijo que había estado en Stonehenge unos treinta años antes que yo y que en ese momento los turistas no lo frecuentaban demasiado y que uno podía acercarse a los monolitos hasta casi tocarlos.

Cuando yo lo visité la situación definitivamente había cambiado.

Para acceder al complejo había que pagar una entrada de 7, 50 libras.

Más allá del museo/ taquilla/restaurante/tienda de souvenirs, se había reconstruido un pequeño pueblo neolítico, con chozas de barro y ramitas, al que se podía entrar para ver con tus propios ojos cómo vivían hace más de 5000 años. Pasando la aldea estaba el complejo de Stonehenge, casi completamente escondido detrás de una multitud de personas que se agolpaban al borde de una cuerda que les impedía acercarse demasiado.

Stonehenge: la datación

Stonehenge, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1968, junto con Avebury y otros complejos similares en la zona (que visitamos, entre otras cosas), es probablemente el monumento más famoso prehistórico que existe en el mundo. El sitio parece un círculo de 93 rocas monolíticas colocado en un terreno ligeramente elevado y rodeado por un terraplén. La datación de radiocarbono realizada a fines de la década de 1900 reveló que la construcción de Stonehenge empezó a partir del 3100 a. C. y terminó más o menos en 1600 a. C.

Además del misterio que concierne a la construcción del complejo Stonehenge, otro interrogante, quizás más interesante, gira en torno a su función. En este caso, también se han expuesto las hipótesis más imaginativas: incluso hay quienes han afirmado que Stonehenge, aparentemente imposible de construir si realmente se remonta a 3000 a. C., podría ser obra de extraterrestres.

Sin embargo, hasta la fecha, las teorías más acreditadas son dos, que de hecho no son mutuamente excluyentes. En primer lugar, dado que el complejo está rodeado por numerosos montículos de tierra, es plausible pensar que Stonehenge formaba parte de una necrópolis gigantesca y que esos montículos de tierra eran en realidad túmulos funerarios.

La construcción de Stonehenge

Dado que algunas de las piedras que componen el complejo tienen un peso superior a 40 toneladas (aunque varía entre las 25 y las 50 toneladas), a lo largo de los siglos se han expuesto varias hipótesis sobre las técnicas utilizadas para su construcción. El más plausible de hoy afirma que las piedras más grandes de gneis (una roca metamórfica común) probablemente fueron talladas de una colina a unos 30 kilómetros del complejo y luego transportadas mediante trineos, hechos para que se deslizaran sobre rodillos de madera para limitar la fricción con el suelo. En cuanto a las piedras más pequeñas, es posible que también fueran extraídas de sitios mucho más lejanos, para luego ser transportadas con el mismo sistema.

Una vez remolcados hasta Stonehenge, las piedras que habrían ido a formar los elementos verticales se deslizaron en las cavidades especialmente creadas en el suelo con la ayuda de un sistema de palancas, y luego se elevaron para adoptar una posición vertical. Una vez colocadas dos piedras en vertical, probablemente se añadió el arquitrabe con la ayuda de estructuras de madera e ingeniosos sistemas de palancas.

La función de Stonehenge

Por el contrario, otra hipótesis sugiere que Stonehenge era una especie de calendario astronómico gigantesco, así como una herramienta para predecir algunos eventos astronómicos, como los eclipses. De hecho, se ha observado que durante el solsticio de verano el sol sale exactamente detrás de la Heel Stone si se observa desde el altar de piedra en el centro del círculo.

Sin embargo, a día de hoy todavía no hay ninguna certeza sobre la función real del complejo Stonehenge y quizás sea precisamente esa falta de certeza lo que hace que este sitio arqueológico sea tan misterioso y fascinante.

Estuvimos varias horas en Stonehenge, esperando pacientemente a que la situación se volviera menos caótica. Finalmente conseguimos acercarnos un poco y ver bien la majestuosidad y el misterio del círculo de piedras monolíticas.

Una vez hicimos algunas fotos, nos sentamos en la hierba y comimos los sándwiches que habíamos traído de casa, organizando uno de los picnics más originales que he hecho.

En el camino de vuelta, nos paramos en el pequeño museo dentro del edificio en la entrada, donde se guardan algunos artefactos y herramientas encontrados en Stonehenge y en excavaciones arqueológicas cercanas.

Stonehenge

Personalmente, me encanta la historia y creo que todo lo relacionado con nuestro pasado es realmente interesante, por lo que, más allá de la apariencia externa de un lugar de entretenimiento, Stonehenge es realmente un sitio que no te puedes perder. Y luego ese halo de misterio y leyenda que lo envuelve. En mi opinión, lo convierte en el destino ideal para cualquiera, no solo para los amantes de la historia.

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