El Museo de las Fuerzas Armadas y la Historia Militar de Bruselas (Royal Museum of the Armed Forces and of Military History en inglés, Musée royal de l'Armée et d'Histoire militaire en francés) es uno de los más grandes museos de la capital y uno de los más conocidos y visitados, fue inaugurado en 1973 y también es considerado como el mejor del mundo en cuanto a su temática por la calidad y la cantidad de piezas expuestas. Algunos de los motivos son que se encuentra ubicado en pleno Parc du Cinquantenaire (construido en 1880 para conmemorar el 50 aniversario de la independencia de Bélgica) en una de las dos alas del arco del Cincuentenario y uno de los lugares favoritos de los turistas, en pleno corazón del barrio comunitario o europeo, a pocos metros de la parada de metro de Schumann. Otro de los motivos es que el museo alberga además una de las mejores vistas del skyline bruselense desde la azotea del arco.
Y además como incentivo, es un museo gratuito, tanto la visita a las colecciones, exposiciones y salas como subir al rooftop. Por ello también es el museo que más frecuento y adonde llevo a todas mis visitas, nadie sale descontento de él.
Ocupa las dos salas más septentrionales del complejo histórico del Parque del Cincuentenario. En el otro ala del complejo se encuentra el Museo Real de Arte e Historia de Bruselas del cual hablaré también en otra entrada.
En los orígenes del museo, la colección tan solo consistía en un conjunto de unos 900 objetos armamentísticos recogidos por el oficial de Louis Leconte, pero poco a poco hasta nuestros días el museo se ha ido enriqueciendo con donaciones, legados e intercambios de instituciones externas.
Es un museo íntegramente dedicado a la historia del ejército belga desde el año 1700 bajo los reinados de Leopoldo I y Leopoldo II, hasta nuestros días, centrándose especialmente en las dos Guerras Mundiales. Las colecciones recogen todo tipo de piezas desde uniformes, armas, vehículos, estandartes, aviones militares, condecoraciones, cuadros, miniaturas, esculturas, cañones, barcos, tanques, muchas representaciones, placas y equipos militares de todas las épocas y de multitud de países.
Para entrar, debemos atravesar todo el parque por su paseo principal y damos de frente con el arco, pasamos por debajo y nos dirigimos hacia el ala izquierdo, pasando una mítica furgoneta de gofres que siempre se encuentra instalada allí para hacer las delicias del paladar de los turistas. En la entrada nos reciben unos cañones que auguran todo lo que nos vamos a encontrar dentro. Una vez que llegamos a la recepción, debemos dejar los bolsos para poder comenzar la visita, que en mi caso la he hecho siempre libre. Si comenzamos por la izquierda que es por donde se encuentran los ascensores para subir a la azotea, se nos presentan varias vitrinas con insignias, trajes y todo tipo de indumentaria militar en lo que se considera como la Sala Histórica en la que se pueden contemplar restos de la batalla de Waterloo de 1815 así como los grupos que componían cada grupo de batalla, algo que llama mucha atención de esta sala es un pinball para que jueguen los niños pequeños y varias piezas de los juguetes que usaban en aquella época los reyes Leopoldo I y Leopoldo II cuando eran pequeños, como un triciclo. Tomamos el ascensor, que suele cerrar a las 17:00 por lo que debemos darnos prisa en visitarlo. Y subimos a las salas del cuarto piso, más oscuras y en la que hay varios bustos de personajes célebre del ejército militar belga y sigue la exposición sobre todo de armas, espadas y trajes militares.
Hay dos puertas para salir hacia la azotea, la que se encuentra subiendo las escaleras enfrente del ascensor son las mejores pues dan a todo el barrio europeo y se puede contemplar a la perfección la distribución de las instituciones europeas: el Parlamento, la Comisión, todo el parque del Cincuentenario y todo el centro de Bruselas, si echamos un vistazo hacia la derecha vemos a lo lejos el Atomium y el distrito financiero. Las vistas desde el otro lado son algo más feas, con lo cual yo no pasaría de la principal.
Bajamos de nuevo y comenzamos la visita propiamente dicha del museo, un largo pasillo se despliega ante nosotros con infinidad de banderas belgas que cuelgan del techo, vitrinas, cañones y todo tipo de piezas armamentísticas como lanzas, ballestas, fusiles, espadas.. y de esta temática. Entre las colecciones se puede observar la evolución de armas ofensivas y defensivas desde el siglo VIII hasta el siglo XIX; con armas de mano hasta modelos expertimentales y ametralladores automáticas que se extendieron hasta mediados del siglo XX.
En este pasillo encontramos de igual forma la sección dedicada a la Revolución belga de 1830, dedicada a la historia militar belga de finales del siglo XVIII y principales del siglo XIX, con la culminación de la indepencia del país en 1830.
Para los amantes de la historia belga es un paraíso, sin embargo yo no estoy demasiado interesada en esta amplia sala. La que más me gusta es la de los tanques, carros blindados de combate y los aviones, que se encuentran al atravesar una de las puertas de la derecha.
En la sala de los tanques y carros de combate vemos la historia de la Primera Guerra Mundial, cuando Bélgica se declaró neutral pero Alemania sorprendió con su invasión con el fin de atacar Francia por el camino más corto. Esto trajo consigo una serie de batallas durante varios años cuyos elementos se exponen en esta sala. La batalla más cruel de todas fue la tercera batalla de Ypres en 1917.
El patio aéreo es ESPECTACULAR, la sala más grande del complejo, con todas sus piezas, más de 130 aviones de pasajeros, de mercancía, de salvamento, de guerra, helicópteros, cazas, paracaidas... incluso representaciones de campamentos militares y un gran despliegue también dedicado a la Marina belga, la mayoría de la época de la Segunda Guerra Mundial. Quedo impactada cada vez que contemplo esta sala y los tamaños de las piezas que se exponen. Un lujo poder contar con la oportunidad de verlo gratuitamente.
También hay varias salas dedicadas a exposiciones permanentes y temporales (hablaré próximamente en otra entrada de la exposición temporal actual dedicada a los movimientos políticos radicales del nazismo y fascismo principalmente que merece muchísimo la pena de visitar), las cuales están dedicadas plenamente a la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Otra de las salas está dedicada a la Rusia Imperial donde se exponen los utensilios y ropajes utilizados por los cosacos rusos, los zares y una gran colección de utensilios de plata y oro, como vasos de chupito o grandes bandejas. A continuación vemos otra sala más con los diferentes tipos de soldados, marineros, médicos y otros cargos de diferentes países, como Polonia, Estados Unidos, Italia o Japón así como los elementos que usaban en sus funciones…
El museo también cuenta con una cafetería para tomarnos un descanso y poder continuar con energía la visita.
En definitiva, podría tirarme horas describiendo este museo que parece que nunca tiene fin. Mi consejo es ir con mucho tiempo y mucha paciencia para poder verlo todo bien o al menos quedarse con una idea de lo que fue la historia de Bélgica a través de su ejército. Ya que es gratuito, que mínimo que aprovecharlo.
¡Disfrútenlo!
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