Es una de estas noches que dices "tomamos una más en un bar y para casa", pero esta vez en Bruselas. El problema es que la una de la mañana de España no es la misma una de la mañana de Bruselas. A esa hora los bares están cerrando y desesperado por un último chupito, eres hasta capaz de hacer amigos por la calle y preguntarles qué bar está abierto a esa hora. Y lo encuentras: Le Cercueil.
La entrada es oscura y larga, da miedo. Pero cuando entras da aún más miedo. Decoración tenebrosa pero magnífico ambiente. La música es lo mejor: puedes estar escuchando buena música rock mientras te tomas tu copa.
La decoración inmejorable: mesa en forma de ataúd con un esqueleto dentro, pósteres de seres extraños...
Los chupitos, aunque bastante caros en comparación con nuestro país, van acorde con la temática: cerveau (cerebro), shit on the grass (mierda en el césped), kamikaze... Bastante divertidos, sobre todo si vas con unas copas de más.
Lo que no sabíamos es que, como todos los bares, iba a cerrar pronto, pero en ningún momento nos echaron. El personal super amable. Al pagar con tarjeta, el camarero me preguntó si quería copia del recibo. Le dije que sí, para así poder guardar el nombre del bar. Su respuesta "Eso no es bueno para el medio ambiente".
La próxima vez que vuelva pienso repetir. Pero esta vez no pediré copia.
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