Belgian Chocolate Village

Nadie me creería si digo que llevo seis meses en Bruselas y aún no había pisado ningún museo del chocolate... hasta hoy. Gracias a una excursión organizada por la asociación de la ULB de los estudiantes erasmus.

Mi emoción era notable, no es la primera vez que me iban a explicar la historia del chocolate, desde la obtención de las semillas de cacao etc porque en el primer cuatrimestre nos lo explicaron ampliamente en la asignatura de "Instituciones Europeas". Pero nunca había visto tan de cerca cómo era la preparación del chocolate... así que sí, estaba emocionada. Además me declaro (como casi toda la humanidad) una profunda amante del chocolate.

Sin embargo, el museo, llamado "Belgian Chocolate Village" no fue como esperaba, de hecho, no lo recomendaría, no considero que valga los 8€ que cuesta la entrada.

Cuando a uno le dicen que va a asistir al museo del chocolate lo menos que se espera es lo que mencioné anteriormente, que le expliquen cómo se obtiene, que le enseñen el proceso, con sus máquinas, las distintas fases. En definitiva, verlo en vivo y en directo, y además de eso una degustación en la que ofrezcan a probar diversos productos de chocolate, con más y menos porcentaje de cacao, en diversos formatos... Y ya sí la originalidad llega a tales extremos por qué no objetos hechos de chocolate o muestras originales.... Pues bien, prácticamente nada de esto encontramos en el museo.

En primer lugar voy a comenzar por situar el Belgian Chocolate Village. Se ubica próxima a la estación de metro Simonis/Elizabeth, al uno de los lados del Parc de Elizabeth. Al otro lado de la Basílica Koekelberg. Está considerado como uno de los espacios más grandes de Europa dedicados al chocolate (yo no lo vi así). Ocupa 900 metros cuadrados y la mayor parte del recorrido se resume en una visita interactiva. A través de una audioguía, se van siguiendo las distintas etapas del chocolate a través de paneles y pantallas explicativos (que para mí gusto puedo ver en youtube desde mi casa). Con apenas unos cuantos productos de chocolate expuestos en tres vitrinas como muestro en mis fotografías. Y otra vitrina con las envoltorios de las principales marcas de chocolate a lo largo de la historia.

Las salas del museo son dos, una en el piso principal que comenzaba por un pequeño video explicativo el cual ni siquiera tenía voz, había que leer los subtítulos de cómo en Africa se obtenían las semillas de cacao y eran transportadas a fábricas. Después, al atravesar una pequeña sala con las vitrinas mencionadas entramos en una especie de cocina bastante pequeña donde una amable trabajadora nos mostró en 5 minutos como se hacían los pralines y nos dio a degustar tres tipos de bombones de chocolate negro con pasas y un tipo de praliné que contenía limón verde. Los estudiantes los devoramos.

A continuación pasamos a una pequeña salita de exposiciones con anuncios y posters en las paredes mostrando la publicidad de las marcas de chocolate a lo largo de la historia, habiendo sido las más importantes Côte d'Or, Meurisse y Jacques, la mayoría belgas y francesas.

Unas pantallas mostraban como el chocolate ha tomado parte también en muchos de los comics belgas más famosos como Tintin, Spirou y los Pitufos y una última pantalla que ocupaba casi la totalidad de una mesa en la que se podía pinchar sobre recuadros para ver anuncios publicitarios de marcas de chocolate.

Ese era todo el piso principal, salí un poco decepcionada pero pensando que aún quedaba mucho por ver de la visita... bajamos unas escaleras y al final nos esperaba una sala aún más pequeña con más paneles explicativos de los beneficios del chocolate, los nutrientes y grasas que contiene, así como juegos para los más pequeños y un juego que me llamó la atención fue al que había que seleccionar "verdadero" o "falso" a afirmaciones como <<El chocolate es malo para los dientes>>.

A través de una puerta se podía acceder al invernadero tropical artifical que recreaba las condiciones de cultivo y elaboración de cacao de las selvas tropicales de América del Sur y África. Habían bananeros, cúrcumas y otras especies de cultivo de cacao. Se dice que estas especies necesitan de temperaturas elevadas imposibles de encontrar especialmente en el Norte de Europa y de poca luz del sol. Al entrar en el invernadero noté que se hacía más difícil respirar debido al calor que hacía dentro. No recuerdo la última vez que había sentido tanto calor. Aún así me pareció muy pequeño para la exposición.

El recorrido había finalizado. Siguiendo a un guía el cual no había abierto la boca para explicar nada, subimos al primer piso en el cual estaba la tienda y unos salones de té para degustar el chocolate, pagando por supuesto. La mayoría de productos eran de Victoria, Neuhaus y Godiva, las chocolaterías más caras de Bélgica. Tras echar un vistazo a los productos, decidimos irnos puesto que no nos quedaba nada más por ver y tampoco nos apetecía tomar nada. La visita me había sabido a poco, estaba bastante decepcionada.

Para ser considerado uno de los museos más grandes de chocolate de Europa no tiene prácticamente nada y tampoco vale la pena la degustación de cuatro bombones en la que apenas te explican lo que estás comiendo. Aparentemente es un lugar donde también se llevan a cabo workshops, clases y demostraciones para futuros chocolateros y amantes del chocolate.

No lo recomiendo, pero bueno, mirándolo por el lado positivo, una experiencia más que me ha regalado Bruselas.