Primer intento
Recorrer la Alhambra era el objetivo de 4 mexicanas y una Belga que visitaban por primera vez la mística ciudad Andaluza de Granada en España. Claro que llevando en alto el cliché mexicano de dejar todo para el último segundo, no hicimos reservación, ni siquiera sabíamos que teníamos que hacerla hasta el momento en que victoriosas y habiendo recorrido muchos kilómetros para llegar al sur, nuestro "Host" Suavi, nos indicó que sería difícil entrar, pero que lo intentáramos, y así fué.
Nos dispusimos a comenzar nuestro recorrido hacia el palacio árabe, movidas por la emoción y la esperanza de contradecir todo pronóstico para neustro viaje, así que después de esquivar varios grupos de turistas y de gitanas lectoras de futuros en manos de niñas ilusas, por fin llegamos a la puerta que parecía abría el telón de la aventura que se nos ponía delante...
Jamás imaginamos que el recorrido sería tan largo, así que con la cabeza bien alta y mucha alegría comenzamos nuestra caminata cuesta arriba.
Caminando Caminando
La verdad era que aunque el camino pareciera nunca acabar, el paisaje que nos rodeaba amortiguaba todo posible dolor y cansancio mental, mucha naturaleza y piedras que erguían edificios antiguos enmarcaban nuestro andar, el camino fué cuesta arriba y después de muchos pasos llegamos a lo que parecía ser el "inicio" de algo.
Vimos un curioso letrero que decía que no podíamos ingresar a la Alhambra con coches, fuegos artificiales o perros, y la verdad no es que tuviésemos planeado recorrer el palacio y las salas en auto, ni festejar con fuegos artificiales, pero probablemente llevar a pasear al perro podría parecer una opción, ¡claro! si tuviésemos un perro, pero como no, no nos preocupamos demasiado, excepto cuando vimos a un lindo perrito amarrado en espera de su mejor amigo, así que como recomendación, si pretendes ingresar a la Alhambra, mejor no lleves ninguno de estos elementos. Tendrás que dejar a tu mejor amigo Bobby en casa.
Bueno, una vez dentro, llegamos a lo que parecía ser el vestíbulo - patio de algo, probablemente de todo el complejo de salas y palacios, sin embargo pasó lo inevitable, nos dijeron que ese día sería imposible ingresar a la Alhambra, que debíamos volver al día siguiente al menos a las 6 de la mañana ¡a aspirar a un boleto de entrada!
¿Y ahora?
Después de una caminata tan larga y agotadora, no nos daríamos por vencidas, y es que el escenario que ofrecían los palacios desde el exterior era muy prometedor, además aún podíamos visitar ciertos elementos igualmente valiosos en historia y composición estética.
Recorrimos muros de piedra, edificios aún sin reconstruir, puertas con inscripciones en árabe que me movían la imaginación al transportarme de una época a otra y de una cultura tan emblemática de los españoles.
Todos (o casi todos) los edificios cuentan con leyendas con nombre y una breve descripción de lo que estás viendo, lo cual ayuda muchísimo y nos da una idea de la función que desempeñaba.
En los alrededores se puede encontrar uno que otro cafecito, por lo que también es una buena opción degustar una caña acompañada de la tradicional tapa bien servida de Granada.
Finalmente dimos con el Palacio de Carlos V, el cual se ubica al ladio del patio de los arrayanes y muy muy cerca de la Alhambra en general, se encuentra ahí ya que el entonces rey Carlos I de España y V de Alemania (si no me equivoco), quedó impresionado por la construcción árabe, y pidió edificar un palacio que sería su vivienda estable.
El estilo arquitectónico del edificio no es muy común en España pero sí en Italia, es curioso, pero en la época en que fué construido era de lo más contemporáneo. Desde el exterior pareciera un cuadrado, pero al entrar te das cuenta que es un patio circular lo que de ubica al centro del edificio y que a mi parecer, brinda de todo carácter al espacio.
Se encuentra rodeado de altas columnas, el edificio es de dos niveles y es posible ingresar a las habitaciones ahora transformadas en salas de exposición, sobre todo de obras de pintura.
No puedo olvidar una de las pinturas ahí expuestas, de gran formato y con las sombras y los tonos rojos muy enfatizados... en ella se muestra una velada gitana, algunos hombres tocan la guitarra mientras una niña baila alrededor de una fogata con sus brazos al aire, mientras los demás la guían al son de sus palmas... increíble, simplemente muy recomendable y necesario realizar este recorrido a través de las salas del Palacio.
Además de la riqueza ahí expuesta, el edifico en sí es bastante agradable de recorrer, los materiales expuestos son de la mejor calidad (Claro, hechos para un rey) y las posibilidades de perspectivas y apreciación del detalle son muy buenas.
Debo concluir con una memoria que viene desde lo más profundo de mi mente... ni mis pies dolían después de esos muchos pasos dados, nada importaba más que contemplar el espacio y lo ahí expuesto, el momento era lo valioso y el no haber entrado a la Alhambra nos permitía tener el tiempo de disfrutarlo.
Les recomiendo mucho realizar esta visita al Palacio, imagino que normalmente la gente no se toma el tiempo suficiente para admirar lo que al alrededor sucede, pero creo que siempre hay que prestar atención a lo que se nos ofrece.