Home Kitchen
Hoy os quiero hablar del restaurante Home Kitchen. La última vez, cuando quedé con mi amiga Sasa de Rusia, queríamos desayunar por el centro de Praga. No sabíamos a dónde ir, así que pusimos en Google: «desayuno en Praga» y elegimos uno de la lista. Fuimos a un sitio cerca de Dlouha llamado O´Papa. No fue fácil elegir un sitio porque la mayoría abrían más tarde de las 9:00 o no estaban en el centro. Me gustó mucho la tortilla que pedí, y el café y el batido, pero era todo carísimo. Era como cenar por el centro. El sitio me gustó, pero en mi mente tenía otra cosa con la que siempre soñaba.
¡Y di con ella! En mi último día en Adelitas, no estaba segura de si mi amigo Josue iba a venir por la noche a tomar algo con nosotros, así que por si acaso quedamos por la mañana, antes de trabajar. Quedamos sobre las 9:00 y dijo que sabía de un sitio genial para tomar un café. Ya había visto una foto del sitio, pero no sabía que podría ser un sitio tan guay.
Cuando miré la página web, descubrí que no es un sitio solo para desayunar. También sirven comidas y cenas. La página web me gustó desde el primer momento y tenían más locales por toda Praga. Fuimos al de Kozí Street, que está cerca de Adelitas y de mi anterior trabajo. No sé por qué no había ido nunca.
Me gustó nada más entrar. Todo parecía muy limpio, bonito y acogedor. La camarera era muy maja, como intento ser yo en el restaurante. Nos preguntó dónde queríamos sentarnos y nos guió al jardín. Me quedé con la boca abierta al verlo. En esa zona tan concurrida de Praga había un pequeño jardín con bonitas mesas y gente ya sentada por allí. El menú estaba escrito a mano y tenía todo lo que te puedas imaginar: muchos tipos de café, tartas, huevos, tortitas... Al principio, solo quería un café, pero Josue me dijo que tenían una tarta de chocolate buenísima y tenía que probarla. Me acerqué al mostrador y vi al menos tres tipos de tarta casera. Pedí la de plátano. Pedimos dos cappuccinos y dos tartas. Nos pusieron azúcar en un pequeño cuento como si fueran bombones. Tenían un logo grabado en todas partes, en los vasos y en los platos. Se notaba que no los habían comprado en IKEA.
Estaba mirando a unas mujeres que había a nuestro lado que había pedido un gran desayuno. Cuando les llevaron la comida, cada detalle tenía muy buena pinta. Pidieron tortitas decoradas con nata y fruta. Probé la tarta de Josue y he de decir que estaba demasiado dulce para mi gusto. La mía también, pero me gustaba la crema que llevaba. Cuando fui al mostrador a elegir la tarta, vi muchos platos pequeños con distintos tipos de comida. Me quedé alucinada. ¡Todos tenían una pinta increíble! ¡Me lo podría comer todo!
Estuvimos hablando sin parar, en inglés y a veces, en checo o en español. Josue es el único que me habla en español muy despacio para que pueda entenderle. Me di cuenta de que si tuviéramos más tiempo, podríamos practicar español y checo juntos. Más tarde, ¡descubrimos que el restaurante tenía otra sala! Tenía grandes sillones y sitios con cojines para sentarse. Me encantó esa sala. Todo era precioso. Tras ver esa última sala, diría que ese es el restaurante que me imaginaba: buen espacio y ambiente, comida bien hecha, buena ubicación y personal amable. ¿Qué más se puede pedir? Me alegraba que Josue me hubiera llevado. Después, fuimos andando a Adelitas y cuando me despedí, no supe si le volvería a ver. Se fue muy rápido y no sé por qué no se despidió, pero después descubrí que sí lo había hecho, en español. Y que iba a volver. ¡Fue una mañana genial!
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