Alriso Risotteria Italiana

En nuestro últio viaje a Praga descubrimos una risottería genial. A pocos metros de la famosa Plaza del Reloj de Praga, nos encontramos una pequeña placita hasta arriba de terrazas y cafés.

Para que sea más fácil de encontrar: está en la misma plaza que el Hard Rock Café, tan conocido por sus museos-bar de estrellas de la música y del cine.

Se trata de un restaurante pequeño, con la mayor parte de las mesas fuera del restaurante. Debido a que fuimos a hora punta, sólo quedaban mesas en el interior. ¡Menos mal! Porque según la previsión meteorológica, iba a hacer horrible esos días en Praga, por lo que fuimos muy abrigadxs.... Pero la previsón falló y hacía un calor horroroso, por lo que se agradecía la tranquilidad y fresquito del interior del restaurante.

La carta es muy variada, pero atención gente celiaca: TODO SIN GLUTEN. Se han currado un menú con diferentes platos que son totalmente aptos para aquellas intolerantes al gluten, así como aquellas personas que deciden no consumirlo por otras razones.

Nada más llegar el trato es muy personalizado, los camareros son un encanto que estan muy atentos en todo momento. Al sentarnos y entregarnos las cartas, nos trajeron un poquito de pan sin gluten (buenísimo, por cierto, que también venden en barra por si quieres comprar al llegar o irte) con aceite de oliva para que hagas apetito. Con el hambre canina con la que íbamos y con lo que echamos de menos un buen aceite de oliva, creo que casi fue lo mejor de toda la comida.

En nuestro caso, pedimos unos penne al pomodori que eran algo básicos, pero con las especias italianas estaban muy buenos. También pedimos unos "Spaggeti aglio oli", que se tratan de unos espaguetis con aceite, ajo y guindilla o cayena... ¡Buenísimos para aquellxs amantes del picante! El Risotto s hribky fue la opción más acertada: un risotto con cantidad de setas diferentes, cremosito y con muy buena cantidad. Los gnocchi estaban muy buenos gracias a la mozzarela real italiana (nada que ver con las bolas o las que compramos rayadas en el supermercado). Por último, la lasagna de carne estaba muy buena pero por desgracia era muy poca cantidad para lo que valía. En resumen: la opción más acertada era el risotto.

Los postres se suben un poco de precio. La gracia fue que no aparecen en el menú, sino que al terminar la comida, uno de los camareros va mesa por mesa sellando los manteles con un sello que incluye el menú de postres. ¡Muy curioso la verdad! Nos pedimos un tiramisú que estaba muy bueno, aunque he de reconocer que utilizaron una técnica bastante vieja para cubrir que no era mascarpone: echar mucho café.

La presentación de los platos era de sobresaliente, así como el trato de los camareros que te ofrecían cada poco echar más queso a tu plato, rayando queso directamente en tu plato a tu gusto.

Salio a más o menos 10 euros por persona, es decir, unos 9 euros el plato más propina y un poquito de agua. Puesto que no tomamos ni cerveza, ni café ni postre, para mi gusto se quedó un poco por encima el precio de la cantidad de comida, pero no de la calidad.