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Castillo de Praga


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Viaje a Praga

Viaje a Praga

Falta un viaje del que no he hablado: Praga. Durante mi semestre en Francia, hicimos muchos viajes: a Brujas, Disneyland, Londres, París, Dublín, Burdeos, Lyon, Oporto, Lisboa, pero también a Praga. El Club Internacional ya nos informó de todas las actividades y viajes en la semana de presentación. Organizaron cinco viajes juntos: Ámsterdam, Praga, Disneyland, Versalles y Monte Saint-Michel. Al principio, no pensé en ir a ver a mi familia y amigos a Praga durante el Erasmus porque solo duraba 5 meses. Al ver la lista de viajes, empecé a pensar en ello. El viaje a Praga era el único que duraba más de un día y decían que siempre era uno de los mejores. Pensé que sería una gran idea ir con el Club Internacional y con gente del intercambio tres días a Praga y luego quedarme para ver a mi familia y amigos. Me parecía perfecto. El viaje en total costaba 150 euros. Era muy caro, por lo que decidí no ir con el Club Internacional porque no necesitaba alojamiento y sabía de buses de Eurolines que iban de Lila a Praga por 1000 coronas. Era un precio estupendo (39 euros). Por tanto, no me hacía falta ir a ese viaje, pero ya lo había decidido.

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Me di un tiempo para pensar, pero cuando en febrero compré el billete, supe que tenía que ir. Al final tuve algunos problemas en la universidad porque compré el billete para toda la semana y me tuve que saltar algunas clases. Compré un billete de bus de Eurolines (Lila-Praga) para la idea y uno de avión para la vuelta, ya que estaba de oferta. Por tanto, no me podía llevar muchas cosas porque en el avión solo podía llevar una mochila pequeña. Fui exactamente el mismo día que el Club Internacional. Recuerdo que la gente estaba algo molesta porque no estaban acostumbrados a ir 16 horas en bus. Para ellos era una locura. A mí no me importaba porque estoy acostumbrada a viajar así. Si es de noche, se lleva bien. Ves una peli, te duermes y cuando te despiertas, estás allí.

Llegué a Praga a las 11:00. Mi plan era pasar el fin de semana con gente de Lila, volver a Hradec a ver a mi familia y volver en avión el viernes. También me venía bien poder quedarme en mi antiguo piso. De hecho, todo lo de mi piso en Praga fue muy bien. Cuando me enteré de que podía ir a Francia, ya era tarde. Solo tenía un mes y medio para encontrar a alguien que quisiera vivir aquí en mi lugar. Y era aún más complicado porque tenía que ser alguien solo para 5 meses, ya que a la vuelta necesitaría un sitio en el que quedarme en verano. Parecía casi imposible. Sabía de un grupo de Facebook llamado «Vivir en Praga» y puse mi anuncio allí. Decidí incluir detalles sobre la duración de la estancia porque no quería perder el tiempo con gente que no estuviera interesada en vivir allí solo 5 meses. Por tanto, escribí el mensaje, puse todas las fotos y mencioné las desventajas, como compartir la habitación con otra chica, la duración de la estancia y el hecho de que había que pasar por el baño para ir a la habitación. Me parecía una misión imposible. Aunque el piso estaba a 3 minutos de la estación de metro y a 10 minutos del centro en metro. La ubicación era genial. Cuando subí el anuncio, me sorprendió recibir muchas respuestas positivas. Quedé con dos chicas. La primera ni siquiera me avisó y no vino. La segunda, Klára, fue al piso y en dos días me dijo que le gustaba y que quería mudarse. Además, no lo necesitaba en verano, por lo que quedamos en que estaría yo cuando volviera. ¡Era perfecto! No pude hablar mucho con ella, pero mantuvimos el contacto en Facebook y teníamos mucho de lo que hablar. Cuando le dije que iba a Praga, le pareció genial que me quedara en la habitación porque ella tenía otros planes para el fin de semana. Fue un detalle por su parte. También me preocupaban los muebles porque no quería tener que cambiarlos de casa, pero como Klára quiso dejarlos, me vino bien. Además, este verano se puso en contacto conmigo de nuevo para ver si era posible quedarse otra vez a partir de septiembre porque sabía que me iba a Ámsterdam. Por supuesto, yo encantada. Ahora estará allí, mientras yo estoy aquí, en Ámsterdam.

Cuando llegué, fui directa a mi piso, iba a pasar dos noches allí. Estaba en contacto con Alberto, que había organizado la mayor parte del viaje. Me dijo que tenían programado un paseo guiado por la ciudad. Me uní y fue divertido porque aunque llevaba tres años viviendo en Praga, no había ido a sitios turísticos y no sabía mucho sobre Praga. Aunque a la hora me aburrí. Era guay verlos a todos tan emocionados con Praga. Fue una de las primeras veces en las que me di cuenta de que Praga es una ciudad genial. Encima mis amigos se tomaron una cerveza por más o menos 1 euro y se emocionaron mucho con los precios tan baratos.

Después del paseo, fuimos a comer algo. Me molestó que la gente fuera al restaurante más cercano llamado Restaurante checo a comer comida típica checa porque sabía que sería tres veces más caro. Sin embargo, para ellos era barato en comparación a Francia. Encontramos por accidente un sitio genial en el centro. Íbamos andando con otra gente, bastante desesperados por encontrar un sitio checo barato en el centro, y cuando vi este, decidí darle una oportunidad. Se llama Národní Pivovar y está en el centro, cerca del Teatro Nacional. Es un sitio para turistas porque tienen el menú también en inglés, por tanto, los precios no son baratos. Aunque enseguida me gustó el sitio. Dicen que su jardín es el más grande de Praga. Si te gusta sentarte en el exterior, este sitio es perfecto. También hacen su propia cerveza. La probamos y estaba buenísima. Además, queríamos algo de picar y yo pedí palitos de queso, que son como el cose frito, y los sirven con salsa tártara y salsa de arándanos. Me encantó. Desde entonces, he ido muchas veces.

Quería ver a mis amigos de Praga, así que dejé al grupo y fui a ver a Mates. Era genial verle después de tres meses. Cocinamos juntos y hablamos muchísimo. El tiempo pasó volando. Por la noche, tuvimos reunión de chicas y compramos tartar de ternera. No recuerdo por qué, pero fui con Lucka y llegamos tarde porque estaba en el trabajo. Al llegar, me alegró muchísimo estar de nuevo con mis amigos. Casi todos los de mi clase estaban allí, pero no tuve tiempo de hablar con todos. Lucka decidió que fuéramos a una discoteca cerca de La Casa Blu en la que estaban mis amigos de Lila.

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Se volvieron locos. Los veía beber como esponjas. Decían que todo era baratísimo. Yo también lo noté porque en Francia me dejaba el dinero en lo mismo, así que pedí un montón de copas y chupitos. Por supuesto, quisieron probar el alcohol más famoso de la República Checa: Es 80 % alcohol y está malísima, no me gusta nada. Sin embargo, el sitio era bonito y lo estábamos pasando bien. Lucy parecía contenta y todo el mundo le cayó muy bien porque eran muy simpáticos. Después del bar, íbamos a ir a Karlovy Lázně,

la discoteca más grande de Europa. Es muy conocida entre los extranjeros. Supongo que a los checos no les gusta tanto. Nunca había querido ir porque suponía que sería carísima y tampoco hay checos allí. Cuando le dije a Lucy que se viniera, no le interesó en absoluto. Me planteé no ir porque se me habían quitado las ganas, pero ya había comprado la entrada (10 euros), así que fui con los demás. Que por cierto, no es normal pagar tanto por entrar en Praga. Aquí o no pagamos o pagamos 2 euros por la entrada como mucho. ¡No me creían cuando dije que era la primera vez que iba a ese sitio! Les parecía increíble que llevara tres años estudiando en Praga y que no hubiera ido nunca. Esta vez tenía la oportunidad perfecta.

Cuando entré al local me quedé alucinada. ¡Sin duda valía la pena ir! La discoteca tiene cinco plantas y la cerveza no estaba nada mal de precio. De hecho, no podía creer que pagásemos un precio normal. Mis amigos se asombraron con poder fumar dentro y les gustó mucho el ambiente. ¡Y a mí también! Aunque creo que fue principalmente por mis amigos. ¡Lo pasamos de miedo! ¡Estuvimos horas bailando! Era genial estar todos en grupo. Ni siquiera parecía que estuviera en casa, sentía que seguía de Erasmus. Otra cosa buena era que cuando no nos gustaba la música, cambiábamos de planta y ya está. La noche fue genial, pero me resfrié ¡otra vez!

Al día siguiente íbamos a ir al Castillo de Praga. Fui con Adrien e intenté enseñárselo todo. Por desgracia, cuando nosotros fuimos para allá, otros se fueron al Muro de John Lennon. ¡Y yo no había ido nunca! Ni siquiera sabía dónde estaba. Qué vergüenza. Lo pasamos bien y hacía buen tiempo, pero me arrepentí de no haber ido con el grupo porque se hicieron una fotos chulísimas en el muro. En serio, parecían profesionales. Cuando fui a verlo en junio con Javier, no me pareció para tanto. Queríamos ir también a la torre Petřín, pero no teníamos tiempo. El Club Internacional tenía planeado ir a ver un partido de hockey, pero lo cancelaron, por desgracia. No recuerdo lo que hicimos por la tarde, pero por la noche fuimos a un bar, por supuesto.

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Antes del bar, Alberto me preguntó por algún restaurante bueno. Le dije que deberíamos ir a La Casa Blu porque me gustaba mucho la comida y trabajaba allí antes de ir a Francia. Cuando le dije que podría tomarse un Pisco sour (un cóctel peruano), no lo dudó un segundo. Reservé y fuimos un grupo bastante grande. El Pisco sour estaba buenísimo y comimos un montón de cosas ricas. Además, pude ver a mis amigos del trabajo. Después, fuimos al Chapeau Rouge. A este sí que había ido varias veces. Lo pasamos muy bien gracias a la gente que había. Bebí Caipiriña y Becherovka. Supongo que me sentó mal porque al día siguiente me desperté con fiebre.

De verdad, tengo que hacer algo con lo de estar enferma. Necesito encontrar la manera de aguantar porque en Francia me puse mala por lo menos cuatro veces y me da miedo que en Ámsterdam pase lo mismo. Bueno, pues me puse mala en Praga. Fue horrible porque estaban planeando ir a patinar sobre hielo y me moría de ganas de ir, pero no podía. Me sentía fatal. Fui al hostal de mi amigo a despedirme y aproveché que nadie controlaba si nos hospedábamos allí para desayunar gratis.

Me tuve que ir a Hradec. . ¡Al llegar me alegró mucho ver a mi madre y a Juliette! Estaba contentísima. Me encanta estar con ellas. Nos quedaban tres días juntas, pero por desgracia, los pasé en la cama. Me encontraba fatal por la fiebre. Además, tenía una sensación muy rara. Fue la primera vez que lloré desde que me fui a Francia. No podía creerlo y no sabía por qué, pero me sentía horrible. Recuerdo que estaba en la cama y de repente me di cuenta de lo poco que me quedaba de intercambio. Tuve mucho tiempo para pensar y lo único que me pasaba por la cabeza es que quería volver. Obviamente me gustaba estar con mi familia, pero sentía que me estaba perdiendo muchas cosas al estar en Praga. Todos estaban ya en Lila y yo seguía en Praga. Vi muchos vídeos y fotos de Lila y yo seguía en la República Checa. Quiero decir, era una tontería porque sabía que volvería en tres días, pero no podía dejar de sentirme triste. En ese momento, me di cuenta por primera vez de lo difícil que iba a ser volver a mi vida real. Estaba como obsesionada con hacer cosas en Lila y no me quería perder nada. Era una sensación horrible. Luego quedé con gente de Hradec y no me sentí nada bien. A nadie le importaba que estuviera en Francia ni entendían cómo me sentía. Por supuesto, estaba siendo demasiado sensible, pero en general me arrepentía de haber vuelto a la República Checa. ¡Sin embargo, en pocos días volví a ser feliz en Lila y las aventuras que llegaron a continuación fueron las mejores!

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