Después de una buena caminata por el Castillo de Praga, visitando la Catedral de San Vito y el monasterio de Loreta, decidimos hacer una pausa para comer. La verdad es que esta zona de Praga agota mucho, debido a que las cuestas son muy pronunciadas y al final te encuentras con un paseo matutino de casi 4 kilómetros desde que sales de casa.
Buscábamos algo económico que nos permitiese comer comida típica checa. De repente, nos encontramos con la Iglesia de San Nicolás (St. Nicholasin) donde vimos una calle con bastantes terrazas y bares donde poder comer.
Al mirar el menú y ver que tenían distintas opciones de comida, incluída la sin gluten y la opción vegetariana, decidimo entrar a saciar nuestro apetito de forma bien merecida por el madrugón y visita a la colina del Castillo de Praga.
El Bar y Restaurante Jo's Bar es un bar de estilo tradicional, con una terraza más bien amplia pero también con espacio dentro para comer. La decoración del mismo era similar a la de los grandes restaurantes checos, con detalles en los grifos de cerveza que hacían que estos pareciesen de hace un par de décadas.
Decidimos entrar dentro para estar un poco más alejados del ruido presente en todo el casco histórico de Praga. Las mesas son de madera de roble, para 4 o 6 personas si se arriman un poco para comer. Las paredes están decoradas con pizarra donde escriben diferentes ofertas para comer o beber, así como algunos cuadros o decoración tradicional checa.
Para celiacxs lo mejor que hay de comida típica es el cordero. Viene una pieza bastante grande acompañada con salsa del guiso o gulash, así como con un puré de patata o patata machacada debajo para acompañar el plato. También dispones de acompañamiento a mayores del plato por un poco más de dinero, como patatas gratinadas con queso, patatas fritas o verduras al grill. También pedimos solomillo a la cerveza negra, que venía acompañado de los famosos dumpings checos (hay de varios tipos, algunos más tipo patata comprimida y asada o con verduras, o algunos que recuerdan a la masa madre del pan, muy tiernos con los que se puede aprovechar las buenas salsas de los guisos). Por último, pedimos una hamburguesa vegetariana de remolacha con queso de cabra que estaba espectacular.
Toda la comida la acompañamos con cerveza Pilsner típica de Praga, aunque no tenían opción de cerveza para celiacxs, como en la mayoría de restaurantes de Praga.
El postre estaba buenísimo: pedimos un brownie de chocolate caliente acompañado con helado de vainilla, y para personas celiacas la creme brulé o más como la conocemos nosotrxs, crema catalana con un buenísimo glaseado de caramelo.
El precio estaba genial, la verdad es que comimos muy bien, con cerveza y postre, y no llegamos a los 10 euros por persona.
¡Muy recomendable!