La Candelaria

El Poblado es una selva, pero una dulce selva civilizada, adornada de árboles centenarios, de raíces imposiblemente entrelazadas y, en contraste, recorrida por una multitud citadina. En vez de la de Darwin, reina la ley de la plata. El centro de Medellín, La Candelaria, es, al revés, una selva hormigonada. Una selva verdadera, casi deforestada, pero recorrida por ancianos, el bolsillo vacio, prostitutas, el ojo morado, neas (gamberros), la gorra apretada, y camellos, la nariz empolvada. Son numerosos los extranjeros que se quedan meses en Medellín y, asustados por los rumores, se van sin haber realmente conocido a la ciudad. El centro de Medellín es un poco caótico, un poco sucio, un poco inquietante. Sin embargo, es también real, múltiple y fascinante; el revés burlesco de El Poblado, perfecta burbuja adinerada.

El Poblado es una selva, pero una pequeña selva civilizada, adornada con árboles centenarios de raíces intrínsecas y... llena de policías. En vez de la ley del más fuerte (ley de la selva), reina la ley de la plata. El centro de Medellín, La Candelaria, es una selva asfaltada. Una verdadera selva, casi deforestada, pero llena de ancianos con bolsillos sin plata, prostitutas con ojeras, escoria con la gorra al revés, traficantes con la nariz empolvada. Muchos extranjeros pasan meses en Medellín y, asustados por los rumores, se van sin conocer realmente la ciudad. El centro de Medellín es un poco caótico, un poco sucio, un poco preocupante. Pero también es cierto que es auténtico, variado y fascinante. El fondo burlesco del Poblado, una burbuja de dinero.

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