Antioquia

La primera vez que conocí Medellín, hace más de un año, me impactaron la belleza, la dulzura, la alegría, la fuerza y el orgullo de los Paisas; por tal, inmediatamente, para mí los rebauticé nombrándolos Príncipes del Campo, pues los Paisas son como su acento: a la vez sensual, brusco y lánguido. Los rostros y el orgullo aristocráticos, los labios plenos, la nariz fuerte, los pómulos altos y cincelados, la ceja marcada, la piel oliva, el orgullo, vigorosamente anclado.

La mayoría de los Paisas son hijos de campesinos, hijas de montañeras y entonces son, también, generosos, alegres y sencillos, como el campo que los crió. Salvajes pero nobles, como el yarumo plateado, el hermoso árbol de hojas plateadas, que adorna las montañas paisas con su belleza de cuento de hada. Así que no puedo hablar de Medellín sin hablar también de Antioquia misma, pues el pueblo de Medellín bajó de sus montañas.

La primera vez que estuve en Medellín, hace más de un año, me impresionó la belleza, la dulzura, la alegría, la fuerza y el orgullo de los Paisas. Inmediatamente les cambié el nombre por el de los Príncipes Campesinos. Porque los Paisas son, al igual que el acento que tienen, sensuales a la par que brutos y atrayentes. Rasgos aristocráticos y orgullo, labios gruesos, nariz aguileña, pómulos altos y cincelados, cejas pobladas, piel de olivo, orgullo vigorosamente anclado.

Pero porque todos los hijos de campesinos de Paisassont, hijas de las montañas, son tan generosos, alegres y sencillos como el mismo campo. Salvajes pero nobles, como el yarumo plateado, el árbol del príncipe, de hojas plateadas, que adorna las montañas de Antioquía con su belleza de cuento de hadas. Por tanto, creo que no puedo hablar de Medellín, sin mencionar también a la propia Antioquía, porque la gente de Medellín vino de sus montañas.