El Parque del Periodista

Un poco al este del Bolívar,  formando, de hecho, un triángulo con el Berrío al oeste, cerca el río, y el Bolívar al norte, está mi parque preferido. Si, entonces, uno sigue la Playa desde el Berrío hasta a la Carrera 43, y toma a la izquierda, llega al Parque del Periodista, donde se encontraban los intelectuales y contestatarios, donde se reunían a tomar, y disertar. Francamente, el Periodista ha cambiado.

Sin embargo, todavía me fascina, pues ahí los neas y los camellos se embriagan con los estudiantes, los artesanos y los viejos gamines (vagabundos), ahí, densamente compactos en la placita, afeitados y barbudos, todos miran al inmenso árbol, reliquia de la selva, y al lado a la escultura, el globo, la jaula de metal. La estatuas en su centro, lo juro, quieren escaparse, desesperadamente. Todos miran a la palmera que crece sobre la fachada azul del bar, que destaca su silueta esbelta contra el cielo, oscura.

Cerca, La Boa (Calle 53 # 43-59), bar de tango llevado por una pareja adorable, Rodrigo y Martha. Y, de nombre tan hermoso, el Teatro Oficina Central de los Sueños (Carrera 43 # 52-50), donde, estos días, se está actuando el bellísimo Cabaret Baudelaire. Un poco más alejada, la zona de los clubes gay, donde el reggaetón se baila hasta temprano en el día. Y, a unos metros del Periodista en la dirección opuesta, el bar Eslabón Prendido (Calle 53 Nª42-55), donde, el martes, uno puede, por 8.000 pesos (3 euros), bailar al ritmo de la salsa en vivo, y, como ocurre en Colombia, reír, brindar, bailar, con una multitud de desconocidos. Más tarde, cuando cierra el Eslabón, se vuelve al Parque donde, sentado sobre el hormigón, se escucha el encanto triste, embelesador, de las improvisaciones de saxofón y de jazz embriagador.