Al extremo norte de la Candelaria, entre las estaciones Prado y Hospital, está un barrio extraño, aislado en medio del todo; un barrio que parece concentrar, celosamente, todo el pasado de la ciudad, toda su elegancia anticuada: El Prado, construido por los inmigrantes más adinerados entre los años 20 y los 50, es una recopilación extraña de inmensas y majestuosas casas de estilo europeo, cada una exhibiendo con orgullo su arquitectura extraña, molduras de yeso, ladrillo falso, castillito urbano. La impresión híbrida, surrealista y poética que da esta bella incoherencia estilística, está todavía acentuada por el aire espectral del barrio, desertado desde hace decenas por sus habitantes adinerados.
En su lugar, centros culturales, teatros y galerías han colonizado las casas, donde se puede ver un concierto de entrada libre en un patio de pinturas agrietadas, o tomar una pola (cerveza) en un antiguo cuarto de baño de cobres y mosaicos usados. En el hermoso Palacio Egipcio (Calle 59) la electrónica suena la noche entera. La Plazarte Cultura Independiente (Palacé), colectivo artístico y taller, promueve conciertos e intercambios. La Casa Tres Patios (Cr 50A # 63-31) es un salón de exposiciones que privilegia a los artistas jóvenes. Y en el teatro Águila Descalza (Carrera 45D # 59-1) también tienen lugar encuentros culturales numerosos.