El parque de Bolívar

A pocas cuadras (manzanas) del parque Berrio se encuentra el Parque de Bolívar. Zona de tolerancia, patio de milagros, acoge por la noche a consumidores de todo tipo de drogas psicotrópicas, prostitutas y travestis. Me pasé por allí, fascinado por los puestos de piedras preciosas y lienzos policromados, por los músicos callejeros y, sobre todo, por los extraños personajes que miraban con ojos de loco, durante el mercado de artesanía de San Alejo, que tiene lugar allí el primer sábado de cada mes. Hablé de Baudelaire con un joven Paisa que parecía un duende; sobre Dios, el Diablo y mi propia alma con un viejo artesano de mirada angelical. Y, sentado en los adoquines, rodeado de una multitud inquieta, vi la Catedral Metropolitana encenderse con sonidos psíquicos y luces. Las viejas piedras fueron distorsionadas en una extraña ilusión, celebrando diciembre y la Navidad colombiana, caribeña.

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