Catedral de Milán

Seguro que habréis oído hablar y habréis visto fotos por casualidad en las redes sociales antes de venir a Milán: la catedral es el lugar y el monumento más famoso de la ciudad, es indescriptible. Su arquitectura, altura y volumen la convierten en uno de los monumentos de Milán más bonitos e impresionantes.

Se encuentra situada en el centro de la ciudad, en la conocida Piazza del Duomo (plaza de la catedral). Es una enorme catedral gótica y católica, la más grande de Italia y la tercera del mundo. Se empezó a construir en el siglo XIV y finalizó en el 1965, lo que quiere decir que tardaron seis siglos en construirla, aunque algunos dicen que aún no está terminada porque necesita restauración.

Hay cientos de estatuas y agujas por toda su fachada ( 3400 estatuas y 135 agujas para ser exactos). La estatua situada en lo más alto está hecha de oro y se conoce como la Madonnina; es el símbolo de la ciudad de Milán y la patrona de su gente. Como es imposible que los turistas la vean por su altura y su ubicación, hay una réplica exacta de la Madonnina que se puede ver cuando visitáis la catedral por dentro.

Hay varias formas de visitar la catedral: podéis subir a sus terrazas, entrar dentro de la catedral e, incluso, debajo, donde hay un museo sobre la construcción de la catedral.

Para poder entrar a estos sitios, tenéis que sacar una entrada. Un consejo para todos los estudiantes Erasmus: el precio normal es de 12 €, pero si enseñáis vuestra tarjeta Erasmus en la taquilla, os harán un descuento y solo pagaréis 6 €. ¡No lo olvidéis!

La zona que más me gusta es la de las terrazas. Para llegar, tenéis que subir unos 260 escalones, aunque hay opción a coger un ascensor (pero la entrada es más cara). Lo primero es que, cuando llegáis al tejado, estáis muy cerca de la arquitectura y es cuando os percataréis de todos los detalles; son increíbles.

Seguid andando y unos metros después, estaréis en las terrazas. Desde ahí podéis contemplar una vista de la ciudad de Milán e, incluso, podéis ver los Alpes a lo lejos.

También veréis la Piazza del Duomo desde una perspectiva completamente diferente e inusual, aunque no hay ningún mirador así que tenéis que verlo a través de los barrotes. Aún así, podéis sacar una foto preciosa. Al ver la plaza desde ahí, podréis ver todos los diseños que hay en el suelo, los que, probablemente, no observáis cuando estáis andando.

Tras pasar algo de tiempo disfrutando del sol y de las vistas, querréis bajar a ver el interior de la catedral (para entrar a estas dos zonas hay que hacer cola, así que os recomiendo ir por la mañana, que hay que esperar menos).

El interior es tan asombroso como podríamos imaginar: es increíblemente grande, alto y hermoso. Merece la pena esperar.

Os recomiendo que os toméis vuestro tiempo para visitar la catedral, os permite tener una vista distinta a la «habitual» de la plaza y merece la pena.

Se puede visitar la catedral todos los días, de 8. 00 a 19. 00, aunque no permiten la entrada después de las 18.00.