Este magnífico restaurante se encuentra en la Petite France de Estrasburgo, siendo esta zona considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988.
Desde fuera parece otra de las casitas de cuento que se pueden encontrar en la zona, o un restaurante de lujo al que nunca se nos ocurriría entrar y que se puede admirar desde fuera, así como hacernos fotos.
Sin embargo, este lugar es asequible para casi cualquier bolsillo. Se puede comer por menos de 8€ una típica "Tarte Flambée" alsaciana pequeña, o una grande por menos de 10€, he de decir que el tamaño pequeño está bien para una persona. Además, por si no lo sabéis, ¡el agua en los restaurantes de Estrasburgo es gratis!
También podéis degustar otros muchos platos alsacianos por unos 15 o 20 euros de calidad media, ya que en mi opinión merece más la pena el sitio que la comida, pero las Tartes Flambées están riquísimas. Y, si queréis también podéis pedir un postre por unos 6€, algo caro, pero recomiendo que probéis una Crème Brûlée francesa aunque la tengáis que compartir, un día es un día =).
La carta del Restaurante se divide en:
- Aperitivos de Alsacia
- Tartes Flambées
- Entrantes y ensaladas
- Pequeños platos alsacianos
- Sugerencias
- Menú del día
- Carnes
- Quesos
- Postres
- Vinos y cervezas
- Café y digestivos
Por otro lado, aunque lo mejor del restaurante es la fachada exterior, el interior es muy acogedor y bonito, es más bien rústico pero con un toque especial. Tiene dos plantas, y lo mejor son las mesas que hay al lado de las ventanas, ya que tiene vistas a a uno de los canales que pasa por la Petite France, aunque al estar las ventanas cerradas la vista no es completa.
El servicio sería el punto negativo del restaurante. He tenido una experiencia positiva con uno de los camareros y otra negativa, así como una anécdota que le restó varios puntos, pero bueno, no suelo ir a los restaurantes por su servicio. El primer camareró que me atendió allí fue muy simpático y amable; las siguientes veces no destaco nada, excepto en mi última visita a Estrasburgo, que fui con una amiga a comer allí y el camarero no fue amable y no se preocupó mucho por nosotras, se ve que como no pedimos ningún plato fuerte, y para beber fue agua gratuita, no les interesamos como clientas, pero creo que se tiene que tratar a todos por igual, independientemente de lo que pidan, ya que se puede perder a un cliente en el futuro. La anécdota que hizo que me pensara el volver, fue que estuvimos desde las 2 hasta las 2 y 25 en la entrada del restaurante esperando a entrar porque una amiga tenía que solucionar un tema por teléfono; cuando fuimos a entrar nos iban a dar mesa pero la encargada nos dijo que no, que la cocina ya estaba cerrada y que nos fuéramos, y gracias a que mi amiga entiende el francés, resulta que la camarera le dijo a la encargada que habíamos estado en la puerta media hora y que ahora ya era tarde... Respecto a otros aspectos del servicio como tiempo en servir la comida, etc, mi experiencia allí es normal.
Así que si queréis comer en un lugar especial o sorprender a vuestros amigos o visitantes aquí tenéis una opción, si os da igual la amabilidad del servicio claro.