Viena, precioso.
Viena, capital de Austria que cuenta con 2. 4 millones de habitantes. Es una de las ciudades más antiguas de Europa, por eso conserva un gran patrimonio tan bello como espectacular. He estado tan solo dos días en Viena, pero ha sido el viaje del que he venido más impresionada. Caminar y caminar ha sido nuestra base en este viaje, porque todo lo que se puede ver en dos días no se puede disfrutar de la misma manera.
Una vez dejadas las maletas, nos decidimos ir a visitar algo de la ciudad porque en dos días no era posible verlo todo a la perfección. Como nuestro hostal estaba cerca del centro decidimos irnos caminando por la calle Ringstrasse, que no solo es una calle principal sino un conjunto de zonas.
Llegamos a través de ella al “Ayuntamiento de Viena” el cual es espectacular pero no pudimos apreciar toda su belleza porque estaban preparando un concierto y estaban preparando los palcos.
Siguiendo el camino, la calle se llena de edificios de estilos muy variados pero de impresionantes medidas y belleza incalculable, en lo que no puedes dejar de disparar tu cámara. Llegamos a “El Parlamento” el sitio más magnifico que he visto nunca, con una arquitectura digna y elementos en color oro. Impresionante es la única palabra que puedo usar.
La larga caminata nos llevó a la “Ópera de Viena” la cual nos ofrece unas vistas espectaculares y a la vez una visión de la buena cultura que hay en estos países puesto que para todos aquellos que no fueran capaces de pagar la entrada al espectáculo que dentro se estaba preparando, en una de los costados del edificio una pantalla enorme se encargaba de mostrar lo que ocurría en el interior de manera totalmente gratuita. La gente sentada en sillas, en el suelo, de pie… fue algo que me llamó mucho la atención porque todavía no lo he visto ocurrir en ciertas ciudades de España.
Al día siguiente, caminar por todo Viena era mantenerse con los ojos bien abiertos para no saltarse nada más importante que lo anterior.
Llegamos a la Iglesia de San Esteban, con una plaza llena de bares, restaurantes, casas de cambio y tiendas especializadas para los turistas. La Iglesia es de una belleza espectacular y caminar por sus calles en un día soleado la hace más bonita.
El camino nos llevó hasta La Hochstrahlbrunnen que en español significa fuente de chorro alto y que fue contruída en 1873 porque el primer acueducto en Viena traía agua desde los Alpes puesto que el agua que poseían era insuficiente.
Justo detrás se encuentra el monumento del soldado ruso, lleno de flores por la cantidad de personas que se sienten identificadas por el momento de liberación rusa y por tanto se creó por tributo a los rusos caídos en la II Guerra Mundial contra los nazis. Es una estatua de 12 metros de altura con una soldado representado en una mano la bandera soviética y en otra un escudo de armas dorado.
La fuente, tiene 365 pequeñas fuentes que son los días del año, 7 fuentes entre el borde y el interior que son los 7 días de la semana, 12 luces que son los meses del año, 24 fuentes pequeñas las horas del día y 30 radios en la zona central que son los días del mes. Por la noche, esta fuente está iluminada por tanto verla de noche es una placer para los sentidos.
De camino, también nos encontramos con “La Iglesia de san Carlos Borromeo” (en alemán Karlskirche) una iglesia construída tras una fuerte peste que afectó a la ciudad en el siglo XVIII y en la que Carlos VI prometió levantar una iglesia de ahí el nacimiento de esta iglesia.
Tiene un pequeño lago en el centro que la hace más bonita de admirar y un espacio reservado solo para ella en la que las fotografías quedarán espectaculares.
Eso sí, la ciudad es demasiado cara, pero supongo que los sueldos lo permitirán.
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