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Liribu Grill


  - 1 opiniones

Lugar bueno pero caro para ver la puesta del Sol

Publicado por flag- Erik Falcon — hace 5 años

Litibu Grill

Es momento de otra publicación más de playas en Bahía de Banderas, en esta ocasión voy a platicar un poco más del club de play Litibu Grill que la playa en sí.

¿Dónde se ubica?

Para poder llegar al lugar, es necesario tomar la carretera y direcciones con rumbo a Punta Mita, de ahí continuar dirección a Sayulita y seguir las indicaciones que te lleven a la Higuera Blanca, estando ahí puede ser algo engañoso el creer que no hay playa, el poblado es muy pequeño y el camino a la playa es de terracería junto a la reja que limita el club de Golf Litibu, nosotros hicimos uso del celular para guiarnos.

Una fuerte sorpresa.

En una ocasión que estaba nadando en la playa de San Pancho, alcancé escuchar a lo lejos que un señor le estaba recomendando a otra persona que fuera a la Higuera Blanca porque su playa esta bonita y es poco conocida, en uno de los fines de semana que acaban de pasar, fui junto con un amigo, a visitar y averiguar si lo que había escuchado estaba en lo correcto, en todo momento pensé que el lugar estaría relativamente virgen y posiblemente no había ni palapas ni restaurantes donde comer (y para ser honesto eso me estaba gustando porque además de asegurarme tranquilidad en el lugar, me indicaba que no iba a tener que gastar mucho dinero), cuando fuimos llegando nos topamos con el restaurante de la publicación de frente y un camino medio truculento a la derecha, como no sabíamos que nos podíamos encontrar en la segunda opción, entramos al restaurante, un lugar muy bonito, agradable, con una zona de camastros, salitas lounge y hamacas con una espectacular vista del mar, de primera instancia el lugar nos había cautivado pero la alegría nos duró poco el gusto, porque se nos acercó un mesero y nos informó que el uso de las hamacas y toda esa zona, tenía un consumo mínimo de seiscientos pesos mexicanos, ¡Qué locura!

Yo me la pensé mucho, mi amigo no tanto y me ofreció inclusive el prestarme dinero con tal de quedarse en el lugar, pero a pesar de que parece que los seiscientos pesos es mucho dinero, con los precios del restaurante empezaras a notar que no son suficientes, pero no nos adelantemos a la cuenta, primero hablemos del lugar.

Del lugar.

Lo primero que te recibe al llegar, es una especie de camionetita o automóvil de excursión digno de una película de Jurasic Park, posteriormente un acceso de piedra con una techumbre de palapa y una impresionante vista al mar, ese camino por el que llegas, divide el restaurante en dos secciones, la de la comida, y la del descanso, en la primera, un conjunto de casi seis mesas, dan servicio a unas veinte o treinta personas calcularía yo, ahí mismo se encuentra la barra y ocultos en la parte trasera, los baños. En la segunda zona, hay cuatro salas si no mal recuerdo, y dos hamacas, en ésta, es donde tienes que tener un consumo mínimo de seiscientos pesos y no obstante a eso, no puedes pedir ningún platillo fuerte en esa zona, debes de ir al lado del restaurante y ponerte camisa para comer.

Lugar bueno pero caro para ver la puesta del Sol

Fotografía de lo que denominé como "camionetita tipo Jurasic Park".

Como el restaurante en general esta sobre una plataforma elevada de la playa, tienes que bajar las escaleras para poder disfrutar de una de las palapas que te ofrece el restaurante (bajo consumo mínimo igualmente)

De la comida y la sazón.

Muchos de los platillos son relacionados con el mar, ya sea tostadas, la pesca del día, aguachile, entre otras opciones, no diría que las porciones son generosas y menos con el precio que tienen.

Nosotros llegamos y lo primero que tomamos fueron cervezas (si no mal recuerdo tienen un costo de cincuenta pesos), luego yo me pedí un mojito (le sumamos cien pesos a la cuenta, una cerveza más (más cincuenta pesos), de comer pedí la pesca del día (como doscientos y tantos pesos más a la cuenta) y entre los dos nos pedimos unas botanas con un costo dividido de cerca de ciento cincuenta metros , y si realizamos la cuenta nos daremos cuenta que el consumo mínimo fue mayor a los seiscientos pesos, ( por poco olvido mencionar que no aceptan tarjeta, así que tomen sus precauciones para el efectivo porque si no mal recuerdo en el pueblo de Higuera blanca no me pareció ver por ahí una salida.

Lugar bueno pero caro para ver la puesta del Sol

En la fotografía: mi cerveza, el plato de guacamole que pedimos (como ciento diez pesos) y el aguachile de camarón (muy rico pero de unos ciento ochenta pesos)

El sabor es bueno, también le invierten en la presentación de restaurante, lo que le agrega un plus, pero no sirve para justificar los elevados precios.

Hablando de sus horarios, el lugar abre de una de la tarde hasta las nueve de la noche (para que aproveches la puesta del sol), suelen decir que únicamente bajo reserva, pero nosotros fuimos sin una y no nos reprocharon nada.

De la zona para nadar.

Es importante mencionar y no les pase a lo que a nosotros casi nos pasa, la zona frente al mar, esta llena de muchas rocas por lo que recomiendan recorrerse a la zona limitada con la nueva boya roja, a esta playa le ocurre lo mismo que a otras de la Bahía de banderas, que el ingreso al mar no es propiamente liso y con una pendiente constante, aquí hay demasiados desniveles dentro del mar y llega a agarrar desprevenido al momento de estar distraído.

De la playa en sí.

Lugar bueno pero caro para ver la puesta del Sol

En la fotografía: una parte de la playa, al fondo se aprecia Punta Mita.

La playa si es relativamente virgen, hay varios lugares donde te puedes sentar bajo la sombra, pero aún así recomiendo definitivamente adquirir una sombrilla y llevarla a la playa, no olviden comprar con anticipación sus bebidas y comidas porque hay muy poca gente que pase ofreciendo algún producto.

La playa es larga y muy poco habitada, con olas más altas porque ya es mar abierto (como Sayulita, pero definitivamente mil veces más limpia que Sayulita), la arena es fina y de un color dorado (como la mayoría de las playas de la región).

Lugar bueno pero caro para ver la puesta del Sol

En la fotografía: unas palapas en la zona pública de la playa, pero no estoy seguro si alguien te cobre o se quedaron ahí abandonadas para el uso colectivo de la gente.

Reflexión final.

El restaurante es agradable pero no merece el ir a gastar seiscientos pesos o más (yo gasté seiscientos noventa pesos y mi amigo setecientos sesenta), con respecto a la playa en general, creo que es un lugar muy agradable y tranquilo y recomiendo que vayan a visitarlo antes que se construyan a lo largo de sus dos kilómetros de extensión complejos hoteleros de último nivel o enormes residencias privadas.

Litibu Grill

Es momento de otra publicación más de playas en Bahía de Banderas, en esta ocasión voy a platicar un poco más del club de play Litibu Grill que la playa en sí.

¿Dónde se ubica?

Para poder llegar al lugar, es necesario tomar la carretera y direcciones con rumbo a Punta Mita, de ahí continuar dirección a Sayulita y seguir las indicaciones que te lleven a la Higuera Blanca, estando ahí puede ser algo engañoso el creer que no hay playa, el poblado es muy pequeño y el camino a la playa es de terracería junto a la reja que limita el club de Golf Litibu, nosotros hicimos uso del celular para guiarnos.

Una fuerte sorpresa.

En una ocasión que estaba nadando en la playa de San Pancho, alcancé escuchar a lo lejos que un señor le estaba recomendando a otra persona que fuera a la Higuera Blanca porque su playa esta bonita y es poco conocida, en uno de los fines de semana que acaban de pasar, fui junto con un amigo, a visitar y averiguar si lo que había escuchado estaba en lo correcto, en todo momento pensé que el lugar estaría relativamente virgen y posiblemente no había ni palapas ni restaurantes donde comer (y para ser honesto eso me estaba gustando porque además de asegurarme tranquilidad en el lugar, me indicaba que no iba a tener que gastar mucho dinero), cuando fuimos llegando nos topamos con el restaurante de la publicación de frente y un camino medio truculento a la derecha, como no sabíamos que nos podíamos encontrar en la segunda opción, entramos al restaurante, un lugar muy bonito, agradable, con una zona de camastros, salitas lounge y hamacas con una espectacular vista del mar, de primera instancia el lugar nos había cautivado pero la alegría nos duró poco el gusto, porque se nos acercó un mesero y nos informó que el uso de las hamacas y toda esa zona, tenía un consumo mínimo de seiscientos pesos mexicanos, ¡Qué locura!

Yo me la pensé mucho, mi amigo no tanto y me ofreció inclusive el prestarme dinero con tal de quedarse en el lugar, pero a pesar de que parece que los seiscientos pesos es mucho dinero, con los precios del restaurante empezaras a notar que no son suficientes, pero no nos adelantemos a la cuenta, primero hablemos del lugar.

Del lugar.

Lo primero que te recibe al llegar, es una especie de camionetita o automóvil de excursión digno de una película de Jurasic Park, posteriormente un acceso de piedra con una techumbre de palapa y una impresionante vista al mar, ese camino por el que llegas, divide el restaurante en dos secciones, la de la comida, y la del descanso, en la primera, un conjunto de casi seis mesas, dan servicio a unas veinte o treinta personas calcularía yo, ahí mismo se encuentra la barra y ocultos en la parte trasera, los baños. En la segunda zona, hay cuatro salas si no mal recuerdo, y dos hamacas, en ésta, es donde tienes que tener un consumo mínimo de seiscientos pesos y no obstante a eso, no puedes pedir ningún platillo fuerte en esa zona, debes de ir al lado del restaurante y ponerte camisa para comer.

Como el restaurante en general esta sobre una plataforma elevada de la playa, tienes que bajar las escaleras para poder disfrutar de una de las palapas que te ofrece el restaurante (bajo consumo mínimo igualmente)

De la comida y el sazón.

Muchos de los platillos son relacionados con el mar, ya sea tostadas, la pesca del día, aguachile, entre otras opciones, no diría que las porciones son generosas y menos con el precio que tienen.

Nosotros llegamos y lo primero que tomamos fueron cervezas (si no mal recuerdo tienen un costo de cincuenta pesos), luego yo me pedí un mojito (le sumamos cien pesos a la cuenta, una cerveza más (más cincuenta pesos), de comer pedí la pesca del día (como doscientos y tantos pesos más a la cuenta) y entre los dos nos pedimos unas botanas con un costo dividido de cerca de ciento cincuenta metros , y si realizamos la cuenta nos daremos cuenta que el consumo mínimo fue mayor a los seiscientos pesos.

El sabor es bueno, también le invierten en la presentación de restaurante, lo que le agrega un plus, pero no sirve para justificar los elevados precios.

De la zona para nadar.

Es importante mencionar y no les pase a lo que a nosotros casi nos pasa, la zona frente al mar, esta llena de muchas rocas por lo que recomiendan recorrerse a la zona limitada con la nueva boya roja, a esta playa le ocurre lo mismo que a otras de la Bahía de banderas, que el ingreso al mar no es propiamente liso y con una pendiente constante, aquí hay demasiados desniveles dentro del mar y llega a agarrar desprevenido al momento de estar distraído.

De la playa en sí.

La playa si es relativamente virgen, hay varios lugares donde te puedes sentar bajo la sombra, pero aún así recomiendo definitivamente adquirir una sombrilla y llevarla a la playa, no olviden comprar con anticipación sus bebidas y comidas porque hay muy poca gente que pase ofreciendo algún producto.

La playa es larga y muy poco habitada, con olas más altas porque ya es mar abierto (como Sayulita, pero definitivamente mil veces más limpia que Sayulita), la arena es fina y de un color dorado (como la mayoría de las playas de la región).

Reflexión final

El restaurante es agradable pero no merece el ir a gastar seiscientos pesos o más (yo gasté seiscientos noventa pesos y mi amigo setecientos sesenta), con respecto a la playa en general, creo que es un lugar muy agradable y tranquilo y recomiendo que vayan a visitarlo antes que se construyan a lo largo de sus dos kilómetros de extensión complejos hoteleros de último nivel o enormes residencias privadas.

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