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Bahía de Sídney


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Una ojeada rápida por Sídney

Traducido por flag-es Noelia Valverde — hace 4 años

Texto original de flag-es Michael Dib

La llegada

Por el momento, he estado tres veces en Sídney. Dos veces cuando fui a visitar a unos amigos, y una cuando hice un viaje por carretera de Sídney a Brisbane. En esta ocasión, os hablaré de la primera vez que estuve en la ciudad porque considero que es la experiencia que puede resultar más útil a aquellos que viajan por primera vez a Sídney. Este primer viaje lo planeé para ir a visitar a unos amigos. Me había estado quedando en Adelaida hasta ese momento.

Antes de que todo empezase, tuve el primer y último contratiempo del viaje. Iba a viajar con la compañía aérea Tigerair (básicamente como los vuelos de bajo coste de Ryanair) donde se pueden encontrar los vuelos más baratos. Os recomiendo que echéis un vistazo a esta compañía si vais a viajar por Australia y no queréis saliros de vuestro presupuesto. Es especialmente útil para aquellos que estudian durante un semestre en Australia o son alumnos de intercambio durante un año.

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Recuerdo cómo llegué al aeropuerto de Adelaida. Se trata de un aeropuerto relativamente pequeño donde no se tarda nada en pasar por los controles de seguridad. Así que, si vais con retraso, estad tranquilos porque tendréis la suerte de llegar a tiempo debido a lo rápido que se puede pasar por los controles de seguridad. Sin embargo, os recomiendo que siempre lleguéis al aeropuerto al menos con dos horas de antelación.

Una vez que paséis los controles, podéis comer algo en «Hungry Jacks» o alguno de los restaurantes y bares que se encuentran por la zona de embarque. Como pasa en la mayoría de los casos en los que se viaja con una compañía de bajo coste, tendréis que caminar hasta la última terminal del aeropuerto para encontrar vuestra puerta de embarque. Por suerte, este aeropuerto es bastante pequeño, así que no tendréis que caminar mucho. Finalmente, llegué a mi puerta de embarque y esperé. Mi vuelo comenzó a retrasarse 40 minutos, y después dos horas. La experiencia no fue muy divertida. Después nos comunicaros que nuestro vuelo se había cancelado y que debíamos volver al día siguiente temprano. Gracias a esto, perdí un día de mi fin de semana en Sídney; fue bastante frustrarte.

Este no es un caso aislado. Reconozco que en más del 50 % de las veces que he volado con Tigerair, los vuelos se han retrasado. Si vais sin prisa o contáis con un presupuesto ajustado, volad con Tigerair. Si no, os recomiendo que escojáis otras compañías aérea de bajo coste como Jetstar, o otras más decentes como Quantas. De todos modos, al día siguiente el vuelo volvió a retrasarse otros cuarenta minutos.

Del aeropuerto a la ciudad

Llegamos al aeropuerto situado al sur de Sídney. Es el que más cerca se encuentra de la ciudad y a donde llegan o de donde salen la mayoría de los vuelos. Desde aquí, hay varias maneras de llegar a la ciudad: el autobús, un taxi, un servicio de autobuses o el metro. Recuerdo que el metro era la manera más rápida de llegar al centro de la ciudad. El ticket del aeropuerto hasta el centro cuesta 14, 30 dólares australianos. El trayecto no fue muy largo, y me bajé en la estación de metro que está justo al lado del icónico Hyde Park.

Hyde Park

Este parque es especial no solo por su increíble belleza o sus árboles centenarios, sino porque es el parque público más antiguo de toda Australia. Comenzó a cobrar vida en 1810, cuando se autorizó su construcción. Lo bordea el Tribunal Supremo de Nueva Gales del Sur.

Mientras esperaba a que mi amigo llegase, decidí dar una vuelta por los alrededores. Mientras caminaba por la estación de metro para encontrar la salida a la superficie, me di cuenta de que, desafortunadamente, hay muchos sin techo en esta ciudad. Veréis tiendas de campaña por la zona que dan cobijo a estas persona y a todas sus posesiones.

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Haciendo turismo por los alrededores

Era otoño durante mi primera visita. El día estaba precioso y muy soleado. Nada me hace más feliz que viajar durante un día soleado. Después de un rato, mi amigo finalmente apareció y nos saludamos. Lo primero que hicimos fue echar un vistazo a la simbólica bahía de la ciudad donde se encuentra la Ópera de Sídney. Si os encontráis por esta zona, vuestro primer destino turístico debe ser Darling Harbour. Recuerdo lo animada que estaba esta zona cuando yo estuve allí. Los restaurantes estaban llenos y había una gran multitud de turistas paseando de un lado al otro del puerto. Nosotros decidimos coger un ferri antes que sentarnos a comer algo. Desde el puerto se pueden ver algunos barcos preciosos amarrados a los muelles cercanos. Al otro lado de la masa de agua, hacia el oeste, se encuentra el Museo Marítimo Nacional de Australia y el «Maritime Heritage Centre». Merece la pena visitarlos si tenéis tiempo.

Nosotros cogimos un ferri que solo nos costó unos cuantos dólares y zarpamos. El ferri era relativamente grande y desde allí pudimos contemplar unas vistas magníficas del puerto. Mientras navegábamos, vimos un grupo de casas hacia el norte. Mi amigo me explicó que estas casas a pie de playa pertenecen a multimillonarios australianos. También mencionó con un tono pragmático que en esta zona se encuentra la residencia del Primer Ministro de Australia, justo junto a la playa. Aparentemente, se puede ver desde el ferri, pero yo no fui capaz de verla.

Durante el recorrido, el ferri hizo una parada en Luna Park para recoger a algunas personas en el muelle. Luna Park es un parque de atracciones que lleva 8 décadas abierto al público. Mi amigo me explicó que es uno de los pocos parques de atracciones que se encuentran protegidos por la ley. Después de esta parada, continuamos la travesía hasta la Ópera de Sídney. En ese momento deberíais ser capaces de ver el icónico puente de la Bahía de Sídney. Desde el ángulo del ferri, contemplar esta maravilla arquitectónica deja sin aliento. Además, yo estuve allí precisamente al atardecer, así que fui capaz de sacar una fotografía espectacular mientras los rayos anaranjados del sol bañaban el cielo y el puente.

Unos minutos después, pasamos por delante de unos restaurantes de alta categoría que se encontraban en el muelle. Mi amigo me contó que un gran chef había trabajado en uno de estos restaurantes, aunque no recuerdo quién. Después de dejar atrás estos muelles, finalmente llegamos a la Ópera de Sídney. El simbólico diseño en forma de ola de la ópera destacaba con su color blanco mezclado con el naranja del atardecer. Decidimos dar una vuelta por los alrededores antes de dirigirnos a la ópera. Primero fuimos al «Customs House», ya que mi amigo dijo que merecía la pena ver su diseño de interiores.

Los alrededores de la Ópera de Sídney

El exterior en sí ya es muy bonito y merece la pena verlo. Se encuentra en Circular Quay y es muy popular entre los turistas debido a la cantidad de diferentes restaurantes y bares que alberga, donde podréis encontrar desde bebidas y cenas de alta calidad hasta McDonald's más asequibles. El «Customs House» se sitúa no muy lejos de esta zona. Una vez que paséis por la lujosa entrada, os encontraréis en el vestíbulo. Realmente uno siente que está en otro mundo gracias a las instalaciones y la decoración. Los pilares que soportan los pisos superiores se lazan muy alto hacia el cielo. Mientras camináis por el vestíbulo, sentiréis que el suelo bajo vuestros pies cambia de consistencia, del cemento duro al cristal hueco. Si miráis hacia bajo, podréis ver una gigantesca réplica de la ciudad de Sídney. Distinguiréis los diferentes puertos, la Ópera de Sídney y edificios de diversas alturas elevándose por encima de otros edificios.

Me sorprendió los detalles de los edificios, las ventanas y los diminutos restaurantes repartidos por esta réplica bajo tierra de la ciudad. Mi amigo comentó cuántas personas importantes, desde políticos a actores de cine, habían cruzados aquellas puertas. Este dato no me emocionó tanto como el pensamiento de que esta réplica de Sídney quedaría de maravilla en mi casa. Sonreí ante aquella idea y salimos del edificio. Fuimos en línea recta hacia la Ópera de Sídney. El corazón me latía muy fuerte de la emoción. Visitar esta belleza arquitectónica había estado en mi lista de deseos desde que había llegado a Australia.

Cabe mencionar que, durante nuestra visita, la fiebre del Pokémon Go movilizaba a mucha de la población de nuestro planeta. Mientras oscurecía, el color verde del fondo de esta aplicación iluminaba con su luz verde las caras sonrientes de los jóvenes, adolescentes y niños que cazaban Pokémons por los alrededores. Este lugar es particularmente popular entre los cazadores de Pokémon porque la Ópera de Sídney está cerca del agua y hay muchas PokéParadas donde poder encontrar a estas "criaturas". Es digno de mención porque puedo decir con total seguridad que un tercio de la gente (y de los grupos) que merodeaban por los alrededores de la ópera al atardecer eran usuarios de la aplicación Pokémon Go.

Me inspiró un poco de alegría. Es una manera genial para crear vínculos con la gente y empezar una amistad. Sin embargo, a veces el juego se pone un poco extremo. Por ejemplo, recuerdo que leí una historia en la que un hombre había dejado su trabajo simplemente por jugar a Pokémon Go. Su jefe incluso le apoyó durante la búsqueda de Pokémons (quizás su jefe se alegraba porque por fin podría deshacerse de él, aunque nunca lo sabremos).

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Llegamos rápidamente a la ópera y subimos las escaleras. Al entrar, parecía que estábamos en el país de las hadas. Había varias personas muy bien vestidas con fantásticos vestidos y trajes de chaqueta negros. Me sentí definitivamente fuera de lugar con mi atuendo informal. Sin embargo, esto no me impidió echar una ojeada a las zonas a las que se puede pasar sin tener una entrada. Después de disfrutar de mi inspección por estas zonas del edificio, salimos de la ópera y caminamos hacia el oeste. Desde aquí se pueden ver unas vistas espectaculares de la parte norte de la ciudad y del puente de la Bahía de Sídney. Eran completamente increíbles. También desde aquí deberíais de ser capaces de divisar unas escaleras que os llevarán a niveles inferiores a ras del agua.

En los niveles inferiores del puerto, junto al mar, hay restaurantes y bares que corren el peligro de inundarse (en realidad, no hay peligro alguno). Aquí, podréis disfrutar de unas vistas junto al mar de todo lo que os rodea. La brisa marina es muy refrescante y el olor del océano os inundará mientras os sentáis junto al agua. Si queréis tomar algo o cenar, podréis elegir entre muchas opciones. Recordad que estos no son lugares muy económico a los que ir a comer. Si lo que buscáis es gastar poco, yo me daría la vuelta y me alejaría rápidamente.

Sin embargo, todavía hay algunos lugares muy agradables a los que ir a comer algo aunque no podáis gastar mucho. Alrededor de la ópera hay algunas heladerías que cuentan con precios moderados. Pasamos por delante de uno de estos establecimientos y parecía más bien una heladería de lujo, así que precisamente allí no podríais comer si tenéis un presupuesto escaso. Era un local con una decoración muy bonita y elegante, los camareros y camareras llevaban uniformes negros con corbatas blancas impecables. Ahora que lo pienso, era un poco excesivo, ya que solo vendían predominantemente postres. En la carta ofrecían helados de diferentes tipos. Valorándolo como se merece, todo parecía delicioso, los postres que la gente degustaba no parecían de este mundo. Sin embargo, la mayoría de los clientes llevaban traje y corbata, así que imagino que no es un lugar para nada asequible. Pero hay otro local cercano que vende copas y tarrinas de helado que de hecho estaban muy bien.

Recuerdo que mis amigos y yo comimos en un lugar muy barato durante otra visita a Sídney. Otro dato digno de mención es que hay un pequeño restaurante cerca de los muelles. Este restaurante parece más bien un establecimiento de comida para llevar. Sin embargo, el interior parecía muy "hispter". Yo me compré unos rollitos vietnamitas ya que quería comer algo ligero antes de dirigirnos al bufé. Estaban muy sabrosos. Los rollitos eran muy finos así que se podía percibir muy bien el sabor de las verduras que llevaba en el centro. Estaban muy buenas y no sabían como si fueran verduras congeladas de un supermercado. En definitiva, os recomendaría que comieseis en alguno de estos locales, aunque tendréis que explorar un poco para encontrar un lugar barato. Es sorprendente que se puedan encontrar lugares económicos incluso cerca de la Ópera de Sídney.

Además, también hay unas cuantas tiendas de souvenirs cerca de la ópera. Venden multitud de recuerdos diferentes que puedes comprar para llevártelos de vuelta a casa para la familia o para ti mismo. Yo acabé comprando una pequeña réplica de acero de varios monumentos importantes de la ciudad que eran tan grandes como mi puño. Esto hizo que fuese fácil transportarlas de un lado para el otro durante el día hasta que llegase a casa.

Podéis hacer un pícnic a al orilla del mar con productos comprados en el supermercado o con unos rollitos y sándwiches relativamente baratos. Mi amigo y yo nos tomamos una copa para celebrar que finalmente había venido a Sídney a visitar al grupo. El plan original era encontrarnos con el resto del grupo de amigos, aunque la mayoría o estaban trabajando o en la universidad, excepto mi amigo que estaba conmigo. Después de la copa, decidimos comer algo en un McDonald's antes de que el evento principal de la noche comenzase: una barbacoa surcoreana al estilo "todo lo que puedas comer". En este McDonald's fue la primera vez que probé las «loaded fries», patatas fritas con queso. Al final pedí un menú pequeño porque quería reservarme lo máximo posible para la cantidad de comida que iba a comerme más tarde.

Bufé/barbacoa surcoreana

A continuación, nos dirigimos a la parada del autobús. El terreno es algo accidentado en Sídney, no como en Adelaida, que es una ciudad más plana. Asumid que, si camináis por Sídney, iréis subiendo y bajando calles; así que llevad ropa cómoda y ligera. Sin embargo, yo no vi que la gente llevara ropa muy cómoda mientras caminaba por las calles de la ciudad, más bien vi muchos vestidos, relojes caros y lamborghinis rondando por el centro. Al parecer, mientras nos dirigíamos hacia la parada del autobús pasamos por delante del edificio de una bolsa de valores. Continuamos nuestro camino y compramos un billete de autobús hacia nuestro destino. Desafortunadamente, a mi amigo no le apetecía ir a la barbacoa surcoreana, así que decidió dejarme con el resto del grupo que salía de trabajar en ese momento.

El trayecto en autobús fue largo. En ese momento recordé lo grande que es la ciudad de Sídney. La mayoría de la gente pasa una hora conduciendo simplemente para ir a trabajar; no creo que yo fuera capaz de acostumbrarme a llevar una vida así. Pasar una hora al volante para ir a trabajar y después otra hora para volver a casa me parece algo muy excesivo. De todos modos, todos tenemos que ganarnos la vida y en muchas ocasiones no tenemos elección. Pero no pensemos más en eso, estamos de viaje o de Erasmus. Dejemos estos pensamientos para más tarde.

Después de media hora de trayecto en autobús, me bajé justo al lado de dos todoterrenos. Conocí por primera vez en persona a varios de mis amigos y todos nos presentamos. ¡Estaba muy emocionado! Nos montamos rápidamente en los coches, ya que todos teníamos hambre, y nos dirigimos hacía el local donde íbamos a cenar. Desafortunadamente, no me acuerdo de cómo se llama el restaurante porque estaba muy ocupado charlando. Pero tranquilos, al parecer hay muchos bufés surcoreanos por todo Sídney.

Además, hay algunos barrios surcoreanos en la ciudad. Recuerdo que en otra ocasión en la que volví a Sídney, lo primero que hicimos fue ir a uno de estos barrios. Me sorprendió encontrar tantos locales diferentes donde servían pollo frito. Estoy bastante seguro de que no eran específicamente de origen surcoreano, pero no lo cuestioné y disfruté de mi cuestionable orgánico pollo al ajo. Quisiera añadir que una de las mejores cosas acerca de estos barrios coreanos de Sídney es que algunos de ellos cuentan con carnicería de alta calidad. En una ocasión, mis amigos y yo compramos unos kilos de carne de Wagyu para hacer una comida en casa de otro amigo. También paramos en un supermercado coreano para comprar salsas y algunos productos congelados que necesitábamos. Me sorprendió ver la gran selección de productos y otros artículos que se pueden encontrar en estos supermercados.

Pero vamos a volver a nuestra historia. Finalmente, llegamos al restaurante surcoreano. Subimos unas escaleras hasta el comedor principal donde el aroma a carne y verduras fritas despertó mis sentidos. Nos sentamos rápidamente en la mesa que habíamos reservado y dejamos nuestras cosas. Después de que llegaran unos amigos que llegaban tarde, eramos ocho comensales. Estos restaurantes normalmente funcionan de esta manera: en la mesa hay una o dos pequeñas parrillas instaladas directamente en la mesa. Nosotros teníamos una mesa grande, así que teníamos una parrilla en cada lado. Podíamos controlar la intensidad del fuego con botones que también estaban instalados en la mesa. Nos dirigimos hacía el bufé donde tenían una gran selección de pollo, pescado, ternera, cerdo y mucho más. Se podían elegir platos marinados. También había una gran selección de verduras fritas. Cogimos lo que nos apeteció, además de algunas salsas (que iban desde la salsa de soja al wasabi), y disfrutamos de nuestra cena. Echamos un poco de aceite a nuestras parrillas y comenzamos a freír.

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Recuerdo que esta fue la primera vez que comí carne de Wagyu (un tipo de ternera). Puede que no fuese de primera calidad si tenemos en cuenta el precio (alrededor de 30 dólares, lo cual se considera un buen precio por un bufé medio decente), ¡pero sabía a gloria! Comí hasta reventar, y, después, comí un poco más. Fue una experiencia genial y os recomiendo que vayáis a uno de estos restaurantes coreanos donde podréis pedir todo lo que podáis comer. Además, da mucha satisfacción comerte un plato que tu mismo has preparado.

Al final de la cena, casi no podía ni respirar. Tomé un poco de helado como postre antes de que la velada terminase. Este fue el punto culminante de mi viaje a Sídney. Voy a terminar aquí esta historia, ya que durante el resto del viaje pasé la mayoría del tiempo pasando el rato con mis amigos. Espero que este post os inspire a viajar a Sídney si estáis de Erasmus en otra ciudad australiana o si vais a visitar este sorprendente país. ¡Disfrutad de la aventura!

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