He ido bastantes veces a Toledo, pero siempre éramos todos turistas y comíamos en sitios de comida más tradicional o llevábamos nuestra propia comida para comer rápido y seguir viendo la ciudad.
Sin embargo, la última vez que fui fue con una amiga que vive allí, por lo que conocimos la ciudad de otra manera, un poco menos turística.
Para comer fuimos a este restaurante, La Malquerida.
El restaurante está en pleno centro de Toledo, a una calle de la catedral, por lo que era de esperar que el sitio no fuese especialmente barato, sin embargo, después de ver las cartas de los restaurantes de la zona, es el que mejores precios tenía.
Tiene una carta enorme en la puerta, por lo que vas a saber 100% lo que te vas a encontrar. Recuerdo que lo que más me llamó la atención fueron las tostas y la pasta, no sabía decidir.
Al entrar, el local es más grande de lo que parece. A la derecha tiene una zona con sillonesy estanterías llenas de libros. Está bastante bien decorado, además es muy curioso que han utilizado botellas de alcohol como lámparas y está todo el local lleno.
La primera zona es una zona de bar, con una barra al fondo que tiene pinta de usarse como bar de copas por la noche, porque estaba llena de botellas llenas de bebidas alcohólicas (esta vez sin lámpara).
Nosotros quisimos entrar directamente al restaurante, pero estaba lleno y nos dijeron que teníamos que esperar unos 15 minutos. Nos plantemos buscar otro sitio donde comer, pero al final ese iba a ser el tiempo que tardásemos en encontrar otro sitio y queríamos probar este. Así que dimos nuestro nombre y nos quedamos en una mesa de la zona del bar y fuimos pidiendo la bebida.
Al final fue bastante menos, y en poco más de 5 minutos nos llamaron diciendo que tenían mesa, así que cogimos las bebidas y entramos.
Esta parte del local es también muy bonita. Hay un lado de mesas seguidas, unidas por un banco y luego hay más mesas sueltas por todas partes. Cada mesa y sobre todo cada silla no tienen nada que ver con la anterior. El estilo es más o menos parecido, son todo sillas y bancos metálicos, con un aspecto vintage y pintados de colores.
Las mesas también están como pintadas y las bombillas cuelgan del techo sin ningún tipo de lámpara. Luego hay otra fila de bombillas dentro de unos ralladores de queso. Es bastante curioso, queda muy original y moderno.
En cuanto a la comida, todas pedimos pasta. No tardaron nada en atendernos y nos trajeron la comida también muy rápido, no tuvimos ningún tipo de queja.
En mi caso pedí la pasta cuatro quesosy estaba buenísima. Los platos van a juego con el local, son de colores y bastante grandes, por lo que las raciones me parecieron bastante completas en relación con el precio. Además, la salsa estaba muy buena, me encantó el plato en sí.
Nosotras no pedimos postre, pero todos tenían muy buena pinta. Además, en la mesa de al lado estaban acompañando el postre con una ronda de chupitos, había bastante ambiente en general.
La relación calidad-precio nos pareció muy buena y el personal fue muy amable. Sinceramente, si no es la primera vez que visitáis Toledo o si queréis comer algo que no sea comida tradicional de la zona, es un sitio muy bueno y muy moderno, además de estar en pleno casco histórico. Estoy segura de que por la noche es también un gran lugar al que acercarse a tomar una copa.