Conoce la ciudad de Oporto
La historia de la región septentrional de Portugal es rica en monumentos únicos: desde restos romanos hasta maravillosos edificios contemporáneos, obras maestras de la arquitectura. Los museos de la zona ofrecen una visión más profunda de la historia y la cultura de una región que respeta su pasado.
Como buena estudiante de Arquitectura, en cuanto llego a Oporto, salgo a hacer una primera exploración urbana de la parte baja del centro histórico, a orillas del río Duero. Por la tarde, en un paseo guiado, pasaré por los lugares más significativos del centro cruzando y descubriendo el fascinante tejido urbano consolidado: pasando por la Avenida dos Aliados hasta la Torre dos Clérigos; desde la Estación de tren São Bento hasta la catedral y desde la Torre-Memorial de Ferdinando Távora hasta las Cantine do Vinho de Oporto. Las obras recientes van desde estaciones de metro hasta muchos espacios y edificios públicos diseñados o renovados en los últimos años. Dedico el día casi por completo a conocer la figura de Álvaro Siza, uno de los arquitectos más importantes del último medio siglo. Sin embargo, de todos sus edificios, quiero hablar de la fantástica Fundación Serralves, incluido el famoso museo homónimo. Diseñado por Siza a principios de la década de 1990 e inaugurado en 1999, hace 17 años.
El Museo de Serralves
El mismo arquitecto lo describe así:
"Este museo lo he diseñado yo. El maravilloso parque me conquistó. Un enorme espacio donde podría situar mi edificio, sin contrarrestar la casa art deco y el jardín de la década de 1930. ¿Si lo haría otra vez igual? No, en absoluto. Pero no porque no me guste como es. sino porque ahora soy diferente y el mundo es diferente. En esa época, por ejemplo, no había crisis. Hoy nadie me lo encargaría. Todo ha cambiado. Mira a los arquitectos jóvenes. ¿Dónde están? Tal vez excepto un poco en Inglaterra o Suiza, es difícil ver proyectos de calidad en Europa, también debido a la crisis. La arquitectura se ha mudado a otra parte... A Asia, por ejemplo".
La Fundación Serralves es una de las principales instituciones de Portugal, la más relevante de la ciudad de Oporto y del norte del país. Conocida sobre todo por su Museo de Arte Contemporáneo, que está rodeado también por un parque interesante. El parque se extiende hasta las 18 hectáreas e incluyen una enorme sala del té, algunos jardines diseñados por Jacques Gréber y la Casa de Serralves, un ejemplar único de Art Nouveau de la década de 1930. En el interior del complejo, hay también una tienda y un restaurante. Este conjunto arquitectónico y paisajístico está clasificado como monumento nacional desde el 2012. Entre finales de mayo y principios de junio tiene lugar cada año el festival "Serralves em Festa", el mayor evento cultural de la ciudad. Es gratuito y dura 40 horas consecutivas en los espacios y el parque de la Fundación. Comprende representaciones de música, danza, teatro, de circo contemporáneo e instalaciones artísticas.
El Museo de Arte Contemporáneo se muestra como un organismo rodeado de terreno, al mismo tiempo casa y ciudad hospital. Naturalmente no puedo describir con palabras la emoción al entrar en este lugar para mí "sagrado" de la arquitectura. La relación con el parque, el uso de la luz y la sombra, el estudio de elementos efímeros y espacios flexibles revestidos por un recubrimiento de plástico blanco son las claves para comprender un organismo complejo. El jardín circundante incluye una sucesión de espacios verdes bien delineados y la casa art decó sede de la Fundación. Para introducir el museo en un sistema verde sin modificar su aspecto, se han incorporado 3 hectáreas de terreno de un huerto cercano, que está conectado por Siza por el estudio cuidadoso de las rutas. Esta elección dota al organismo de una fuerza escultórica propia, justamente por la relación con el paisaje que completa la panorámica desde el exterior y la preside desde el interior.
Expresa plenamente el pensamiento de Siza, que dice: "Creo que un museo debe tener su carácter propio y estar ligado al entorno en el que se encuentra. También debe poder albergarlo casi todo".
El proyecto se basa en un programa funcional incierto que le permite a Álvaro Siza pensar en esta arquitectura como un objeto flexible. Esta característica posibilita a la Fundación Serralves, que no tiene una colección muy rica, albergar exposiciones temporales que se suceden, animando los espacios del museo de una manera diferente. Así se explica también el blanco de las superficies que están pintadas como un lienzo, tanto a través de la luz que entra por uno de los orificios como por la obra de arte que, de esta manera, se desconecta con fuerza del fondo. Todo el organismo está pensado como un elemento limpio, simple, casi un trasfondo guiado, precisamente para poder albergar cualquier tipo de objeto.
Las diferentes salas del museo se suceden en torno a un atrio central de doble altura iluminado con una gran claraboya. El organismo alberga servicios públicas (un restaurante, un bar, una biblioteca y un auditorio) y dos rutas principales del museo, además de algunas salas para exposiciones temporales. Todo está rodeado por una planta de semillas cortas que está rota por algunos puntos. Con hábiles rotaciones y deslizamientos, crea líneas que guían la mirada del visitante.
Seguramente lo que más me llamó la atención fue el juego inteligente de luces que el maestro de la arquitectura fue capaz de crear. La iluminación en sí misma se ideó como un sistema de pisos suspendidos del techo, casi como mesas volcadas colocadas debajo de los tragaluces para crear un fantástico efecto de luz difusa que se refleja en las paredes blancas expuestas. Este tipo de iluminación no selectiva, común en todas las salas de exposición, corresponde al destino de la institución que no ofrece una colección fija, sino temporal, por lo tanto, no podemos conocer a priori la disposición y dónde confluye la luz. Este artificio determina a propósito una diversificación en altura del espacio interior, eliminando la uniformidad del volumen basado en una geometría básica, simple y rígida, acentuada por la pintura uniforme. Contrariamente a los museos e instituciones contemporáneas, donde el diseñador siempre hace que su arquitectura prevalezca sobre el material que se exhibirá, como en los dos Guggenheims de Wright y Gehry, la arquitectura abstracta de Siza intenta ponerse ante todo al servicio de las obras exhibidas.
Ya cuando entras todo está claro. La luz fría del paisaje atlántico es el lápiz que dibuja las formas simples y refinadas de esta arquitectura. En los espacios públicos, entra a través de grandes vidrieras que miran al parque. En las salas de exposición, cae desde arriba penetrando en las estancias de dos maneras: directamente a través de grandes tragaluces o filtrada por finas placas de hormigón. Estas parecen flotar debajo del techo, creando sutiles halos de luz en la penumbra.
Para completar la simple complejidad de esta arquitectura, el estudio de los "elementos efímeros" que, por medio de una plasticidad suave que caracteriza a la poética de Siza, completan la obra. Detalles que marcan el espacio de manera clara y puntual. Pequeños cilindros de acero mueven puertas grandes que a su vez cortan las superficies de cemento blanco con suelos de mármol. Las elegantes características aplicadas a las paredes indican las direcciones de los diferentes ambientes. Unas barandillas ligeras acompañan las diferencias de altura.
Como nos recuerda W. J. R. Curtis, las mejores arquitecturas de Álvaro Siza son "superficies de espacio y de luz introducidas en el contexto local. Quedar al nivel de sus formas externas o sus rasgos estilísticos significa arriesgarse a perder el carácter distintivo de la vida y el movimiento”. (Álvaro Siza – "Una conversación (con Álvaro Siza)", William J. R. Curtis). Justamente esta es la sensación que nos deja la visita al Museo Serralves. La forma no es la fuerza de esta arquitectura, sino la capacidad de aceptar las acciones humanas y dirigir sus trayectorias a través de líneas en el paisaje que dibujan la imagen del edific