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Fachadas fluviales


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Las fachadas fluviales de Oporto y Lyon

Publicado por flag-es Alex Méndez Fernández — hace 6 años

Queridos viajeros, el verano pasado he realizado un viaje con mi hermana donde visitamos Oporto (entre otras ciudades portuguesas) y Lyon (lugar de residencia del novio de mi hermana). En este viaje, pude aprender mucho acerca de las construcciones que bañan los respectivos ríos de estas hermosas ciudades. Cabe mencionar que mi hermana es licenciada en Bellas Artes y actualmente estudia un máster en Gestión del Patrimonio Artístico y Cultural en la Universidad de Santiago de Compostela. Esto explica que viajar con ella es una incansable fuente de lecciones sobre el mundo artístico. Sin más dilación, comencemos.

El Duero, el Ródano y el Saona, como cualquier otro río, funcionan como un importante agente modelador de la topografía. Los ríos forman parte de cualquier paisaje como un elemento vivo, que participa de forma activa en la vida del hombre. Funcionan como vehículo de comunicación y propician las relaciones comerciales, indispensables para los pueblos ribereños y su área de influencia. Pero además, estos tres ríos concretamente, han marcado el espíritu de dos ciudades y de los hombres que en ellas habitan: Oporto y Lyon. En estas ciudades los ríos han sido determinantes para el desenvolvimiento sociocultural de la ciudad y en los últimos años, para el aprovechamiento de las potencialidades turísticas. A continuación, un breve análisis histórico de ambas ciudades.


Oporto es la “capital del norte” y la segunda ciudad más importante de Portugal, con unos 240.000 habitantes y un área metropolitana de casi dos millones y medio de personas. Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.


Oporto es de esas ciudades marcadas por su orografía y su emplazamiento: en la ribera derecha del Duero, en su desembocadura en el océano Atlántico. Conocido antiguamente como Cale, comenzó siendo una pequeña aldea celta. Los romanos construyeron allí un puerto estratégico, quer servía de parada en la ruta de Lisboa a Braga, al que denominaron Portus Cale, que daría origen al topónimo Portugal.


El nacimiento de la ciudad está estrechamente ligado al puerto y lo situamos en el barrio de la Ribeira. Desde ahí, la ciudad crece hacia sus dos colinas, una coronada por el Paço Episcopal do Porto y la Catedral, y la otra por la Iglesia y Torre dos Clérigos.


A partir del siglo XIX, se desarrolla el ensanche en torno a la Avenida de los Aliados y la Plaza de la Libertad. Además, junto a la Ribera y en torno a los Jardines del Infante Don Henrique surgen durante esas décadas edificios muy representativos de la ciudad como el Palacio de la Bolsa. Sin embargo, no cabe duda de que la actividad urbana se desplaza categóricamente hacia el ensanche, rematado por el Ayuntamiento. Cabe situar en la zona una de las arterias comerciales de la ciudad, la Rua de Santa Catalina, que desde la década de los años veinte fue el epicentro de la intelectualidad portuguesa, que se reunía en el Café Majestic.


En el mismo siglo, Oporto se extiende hacia la costa, con una orografía mucho más suave, siguiendo la Avenida Boavista que llega hasta Neovigilde y el Parque de la Cidade, donde se encuentra el Pabellón del Agua de la Expo 98. Hacia el norte, comienza el barrio portuario de Matosinhos y las playas de Leca da Palmeira.


La franqueza decadente de Oporto te invita a caminar entre estrechas y serpenteantes calles, cuestas y desniveles que se muestran coloridas y a menudo decrépitas. Es una ciudad para disfrutar a pie a pesar de las pendientes, con un particular aroma a mar y bacalao y donde los murmullos de la radio se cuelan por las ventanas abiertas de las casas.


El río Duero funciona de frontera entre Oporto y Vila Nova de Gaia, casa de los viñedos y las caves, como las Bodegas Porto Cálem. El Duero es la personalidad de la ciudad y actualmente, dueño de seis puentes que completan cualquier estampa que se precie de la urbe.


Oporto estrena marca gráfica (“Porto.”), a cargo de Eduardo Aires, de White Studio. Ese signo ortográfico al final del nombre reúne a la perfección el hoy de la ciudad. En palabras del presidente de la cámara municipal, Rui Moreira: “Queríamos tener una imagen que resumiese lo que es Oporto: Oporto y punto1” El proyecto se ha pensado para cada ciudadano se identificara con la marca. Puesto que hay tantas percepciones sobre la ciudad como habitantes, la idea era crear una imagen variable, para darle a cada ciudadano una marca propia con la que se sintiera representado. Así, con un primer logotipo como vehículo, se generan múltiples variables.


Este es un buen ejemplo de marca como contructo socio-histórico, pues medienta la mezcla de iconos representatvos de Oporto (vinculados a los patrones de los azulejos característicos de la zona) se genera una identidad que irrumpe en cada uno de los espacios públicos. Y no deja de resultar curioso cómo este lenguaje gráfico está impregnado de alusiones al río y al puerto, fomentando el sentimiento de pertenencia e identidad por un espacio.


Lyon, al sureste del país galo, es una de las ciudades más importantes de Francia, siendo la tercera más poblada del país (después de París y Marsella). Cuenta con un importante patrimonio histórico y arquitectónico y pasó a formar parte de la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en el año 1998.


Fue la antigua capital de la Galia durante el Imperio Romano. En la Edad Media, una conocida ciudad comercial y durante el siglo XIX, una de las ciudades financieras más significativas de Francia, sosteniendo una prosperidad económica que le venía dada por el monopolio de la seda y más tarde por el desarrollo de las industrias, fundamentalmente textiles. En la actualidad, es la capital de la Metrópoli de Lyon y de la región Auvernia-Ródano-Alpes y está a la cabeza de la industria química, farmacéutica y biotecnológica.


A lo largo de los siglos, se han ido desarrollando proyectos urbanísticos desde las colinas hacia el este, flanqueando gradualmente las riberas del río Saona y luego del Ródano. La ciudad de Lyon ocupa una posición estratégica en las comunicaciones norte-sur en Europa, situada al norte del corredor del valle de Ródano, que une Lyon con Marsella, y entre el Macizo Central y los Alpes al oeste y este respectivamente.


La ciudad se sitúa en la confluencia de los ríos Ródano y Saona, hecho que condiciona la configuración de su trama urbana. Su posición geográfica propició que se convirtiera en un importante nudo de comunicación ferroviaria del este francés. Sin embargo, en 1994 se inaugura la nueva estación, Satolas, al lado del aeropuerto de Lyon-Saint Exupéry, de Santiago Calatrava, evitando que pasen por el centro de la ciudad los trenes dirección París-Marsella. Este hecho propició que muchos espacios de la histórica estación de Perrache perdieran su uso y quedaran abandonados. Lo mismo ocurrirá con las industrias localizadas en el prequ’ile de Perrache.


El ayuntamiento de Lyon asumirá la recuperación de estos espacios y diseñará un proyecto urbanístico que tendrá como objeto la puesta en valor de los espacios desclasificados, poniéndose a la cabeza de las ciudades europeas en cuanto a modelo de desarrollo urbano sostenible.


El renovado interés de las ciudades europeas por la integración de los ríos y las riberas fluviales en el entramado urbano de la ciudad se relaciona con un cambio de estigma en el urbanismo contemporáneo. En la actualidad, se procura la revalorización de los valores culturales y simbólicos que dotan de una imagen urbana única. Los ríos forman parte indiscutible de esta caracterización propia de las metrópolis, confiriendo personalidad y carácter a las ciudades que atraviesan.


Además, en las últimas décadas se viene observando una sensibilidad por parte de los habitantes, que aprecian cada vez más, la preservación de los elementos naturales en las urbes. “La gran ciudad europea” se entiende desde una sensibilidad paisajística promulgada por las tendencias urbanísticas y arquitectónicas, y los ríos ya no son solamente analizados y tratados desde una perspectiva estrictamente hidrológica.


Uno de los motivos por el que resulta a veces complicada la integración de los ríos en las ciudades, es por la diversidad de regímenes hidráulicos de los ríos que nos conciernen, que están sujetos a un determinismo geográfico. Cuanto más escaso e irregular sea el río, mayores son las probabilidades de inundaciones (caso típico de las regiones mediterráneas). Por eso, las sociedades ribereñas han gestionado los ríos desde dos perspectivas diferentes: la salvaguarda de las crecidas violentas del cauce fluvial y el embellecimiento de sus riberas y reorganización territorial.


Lyon, a pesar de lo original de su emplazamiento (en la confluencia entre dos ríos), comparte un proceso de canalización y regularización progresiva similar al resto de ciudades ribereñas. Al igual que sucederá en Porto, el Ródano actúa como barrera natural para la expansión de Lyon, y hasta no hace muchas décadas, la ciudad se situaba únicamente en el margen derecho del río.


Las inundaciones en la ciudad de la seda fueron muy frecuentes hasta finales del siglo XVIII, con el primer proyecto de encauzamiento. Hasta entonces, el río no podía considerarse propiamente “urbano” y sólo contaba con un puente. En el mismo año, se dispone de un segundo, y no será hasta bien entrado el siglo XIX cuando comience a ocuparse el margen izquierdo del río, aunque en un primer momento sólo contaría con unas pocas viviendas de adobe.


El crecimiento urbano de Porto también se desarrolló de forma asimétrica, concretamente en el margen derecho del Duero, hasta casi el siglo XX. Este hecho, al igual que en la ciudad de Lyon, vino determinado en parte por la disposición de un único puente de barcas, que no se construye hasta el siglo XIX. La fachada al río será una constante, y como sucederá en Lyon, transcurrirán numerosos proyectos de estética y organización urbanística para la mejora de las riberas, vinculando lo funcional con lo estético desde mediados del siglo XVIII.

En en el caso de Lyon, cabe destacar el proyecto urbanístico Lyon Confluence, llevado a cabo en la confluencia de los ríos Ródano y Saona, al sur del prequ’ile, en el centro histórico de Lyon2. Entre otras cosas, se pretendía una recuperación y revalorización del patrimonio industrial lionés en Port Rambaud.


Cabe situar el nacimiento de la Confluence o barrio de Perrache gracias a un plan urbanístico desarrollado por Michel-Antoine Perrache hacia el siglo XVIII. Desde un principio, los fines del barrio quedaron marcados: la parte próxima a la estación ferroviaria desenvolvería una función residencial, mientras que la parte Sur quedaría relegada a un uso exclusivamente industrial.


La construcción de la estación de Perrache (siglo XIX) transversalmente al prequ’il y las autopistas A6 y A7 junto a la estación ya entrado el siglo XX, daría lugar a una total desvinculación de la ciudad y este espacio. Los lioneses tendrán una idea de desapego, y, de alguna manera, su imaginería no estará ligada a la imagen visual del barrio.


En la década de 1920 comienza la construcción de los edificios industriales que configuraban Port Rambaud, y el barrio de Perrache se convierte en un área residencial. En los años 60, se inaugura el Marche de Gros, ocupando el Este del barrio. Sin embargo, el sector de la industria da un giro inesperado a lo largo de los años 80 y 90, cayendo en el olvido la Confluence y la vida de Port Rambaud.


A finales de los años 90 y comienzos del nuevo siglo, se pone en marcha el proyecto, dirigido por los arquitectos François Grether y Michael Desvigne, caracterizado por la simbiosis de la Naturaleza y la ciudad. (Ej.: la Place Nautique, un “miembro” del río que se adentra en la ciudad)


Hoy, el antiguo puerto presume de nuevo espacio urbano, con edificios de diseño a cargo de los estudios de Rudy Ricciotti y Odile Derecq y espacios públicos que fusionan el paisaje fluvial con la memoria industrial del lugar, creaciones de la empresa alemana Lantz and Partners. Además, la reconversión del puerto se ocupa también de los antiguos edificios industriales, tales como La Sucrière o Les Salins, realizando importantes labores de conservación y recuperación de estos inmuebles.


La intervención en Port Rambaud ha impulsado la dinamización cultural y social del entorno, que ahora funciona como epicentro de la cultura y la creación artística. Además, en él se desarrollan numerosas actividades lúdicas del sector terciario, que se complementa con la fundación de la Bienal de Arte Contemporáneo de Lyon.


Por su parte, en Oporto se ha llevado a cabo una reorganización urbanística de la zona de la ribera, que ha tenido como fin último crear una sensación de pertenencia al barrio. Cabe destacar que aunque históricamente Oporto fue la locomotora del país, en las últimas décadas sostenía los peores indicadores económicos.


En definitiva, ambas ciudades han sabido sacarle partido a sus fachadas fluviales en los últimos años, considerándolas un bien patrimonial que dota carácter y personalidad a la ciudad y con la que los habitantes se sienten identificados.


La regeneración estética de ambas (bien incentivadas por una campaña de puesta en valor de la marca-ciudad o por proyectos urbanísticos como el Lyon Confluence) ha proliferado en el desarrollo de industrias culturales en las zonas, y sobre todo, a contribuido a la creación de una identidad cívica y a una revalorización del entorno.

Para finalizar esta pequeña lección artística arquitectónica, me gustaría agradecer de nuevo a mi hermana, Xiana. Ya que sin ella sería imposible haber podido escribir este post.


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