A poca distancia de la Plaza de España se encuentra el Museo de Artes y Costumbres Populares.
En la visita de Sevilla disfrutamos de la hora de la siesta tan querida por los españoles para hacer una pequeña visita a este museo.
En la primera parte del museo (parte baja), hay muchas obras que llenan las vitrinas: cerámicas, mosaicos, etc. La mayoría de estas cosas servían para cocinar o para los trabajos diarios.
Están reproducidos a tamaño real los oficios de la fundición e incluso el interior del taller de un pintor.
Y para los amantes del vino, hay una bodega en el sótano, ¡algo que les encantaría a los puristas!
Una parte del museo está también dedicada a las costumbres típicas del baile flamenco, particularmente a las sevillanas.
Para mí esta exposición fue la que más me interesó porque los vestidos son realmente bonitos y de época, ¡ya que algunas colecciones se remontan a 1960! Hay otros que también se presentan con sus accesorios con la típica peineta sevillana, etc.
La sala de encaje en el otro ala del museo también tiene una colección muy bonita. En mi opinión, el único aspecto negativo es la falta de insistencia en esta última, ya que la distribución y la iluminación de la exposición no dan la importancia que tiene esta gran obra de orfebrería.
Por último, hay que dar una vuelta por el patio antes de acabar la visita.
Nunca me cansaré de este estilo andaluz. ¡Qué maravilla!
En resumen, no tiene ni punto de comparación con el Louvre pero es un bonito museo para ver si estás por los alrededores. Para los estudiantes (que tengan una tarjeta española, me gustaría especificar) la entrada es gratuita, de lo contrario costará 1, 5 euros. ¡Tampoco es nada del otro mundo!
Y el Pabellón Mudéjar construido para la exposición iberoamericana de 1929, que alberga el museo y el Parque de María Luisa que lo rodea, ¡son también muy bonitos!