La gran cena española.

Hoy vengo a escribir sobre una gran y estresante locura que se nos ocurrió hacer durante nuestro erasmus en Aarhus de la que apenas había mencionado un par de líneas en la entrada que escribí sobre cómo hacer croquetas. Este post va a ser diferente y mucho más especial, ya que no solo voy a explicar las recetas de los platos que hicimos, sino que además voy a mezclarlas con la historia que acompañó su realización, así que será mejor que os sitúe un poco.

En mi clase del erasmus había gente de varios países. De algunos éramos muchas personas, como de España y Holanda, que siempre teníamos el monopolio de los grupos de trabajo y a las que siempre intentaban mantenernos separadas para que existiese una mayor diversidad. Del resto solo había una o dos personas. Eso es lo bueno del erasmus, y lo que sin duda hubiese sido una ventaja también para todos, el hecho de que no hubiese tantas personas con la misma nacionalidad en la misma clase para conocer más culturas.

Entre toda la gente de clase había dos chicas que venían de Suiza. Con ellas empezó todo. Casi a principios del erasmus se les ocurrió que, ya que la universidad no iba a proponerlo como actividad tal y como hacían otras universidades, estaría genial que las personas de cada país cocinasen una comida o cena típica de su país para el resto de la clase. Ellas fueron las pioneras y antes de que empezase el frío, prepararon una cena que pudimos tomar como si fuese un picnic en el patio de la residencia.

Nosotras sabíamos que también nos iba a tocar preparar nuestra cena, pero la mayoría de platos típicos españoles son más bien calientes, así que decidimos que mejor íbamos a esperar unos meses para mostrarles a todos nuestra gastronomía más representativa. Lo mismo pensaron nuestras compañeras holandesas, así que durante algunos meses quedábamos para hacer cenas, pero casi nunca tenían nada que ver con lo que se comía en nuestros países. Y digo casi nunca porque las españolas siempre acabábamos preparando una tortilla de patata que volaba entre nuestros compañeros.

El caso es que sin darnos apenas cuenta el tiempo empezó a volar. Sí, esto es lo que suele pasar en los erasmus, que no te das cuenta de que el tiempo corre y de un momento a otro estás acabando tu experiencia cuando podrías seguir allí meses. Cuando nos quisimos dar cuenta ya era casi diciembre y nosotras todavía no habíamos preparado la cena. Iba a resultar algo injusto que justo nosotras, que tenemos una gastronomía maravillosa, fuésemos las únicas que no preparaban la cena, así que había que ponerse las pilas y empezar con ello.

Las expectativas por parte de nuestros compañeros estaban altísimas, así que si algo estaba claro antes ni siquiera de saber lo que íbamos a cocinar, era que había que hacerlo todo a lo grande. En qué momento se nos ocurrió eso. Y es que mientras el resto de personas empleaban un día en comprar y cocinar, nosotras estuvimos una semana pensando lo que podíamos hacer!

Las españolas éramos madrileñas, catalanas y mañas, así que había mucha variedad de platos que podíamos preparar. Al final, decidimos que íbamos a preparar croquetas, platos de embutido, pan tumaca, empanadas, salmorejo, patatas alioli y lo mejor de todo, el postre, que decidimos que fuesen churros con chocolate y buñuelos.

He de decir que excepto el embutido que juntamos de todo lo que habíamos traído desde España, el resto de productos fueron escogidos en función a lo que podíamos comprar en un supermercado danés, y esta fue la razón principal por la que descartamos, sobre todo, el tema de cocina paella, y es que resultaba muy complicado conseguir especias y algunos ingredientes allí.

Nuestro principal problema es que ninguna de nosotras había probado a cocinar la mayoría de estos platos antes de hacerlos este día, así que eso aumentaba bastante el nivel de exigencia que llevábamos encima. Parecía el examen más importante que íbamos a hacer dentro de la carrera, o algo similar. Menos mal que existe internet y que existe la familia, porque gracias a recetas de madres, padres y abuelas y de los tutoriales de youtube, pudimos sacar todos los platos muy decentemente para ser la primera vez que los hacíamos.

Epezamos a cocinar con dos días de antelación, para dejar preparadas las cosas que podían conservarse bien y las que necesitaban más reposo, y que así no nos pillase el toro (que nos pilló igualmente) el día de la cena. El primer día preparamos la masa de las croquetas, (cuya receta no voy a volver a contar porque de ella ya hablé en una entrada concreta), el salmorejo y casi todos los adornos que pusimos por el comedor para ambientar más.

Receta del Salmorejo

Este fue el único plato frío que pusimos, y es que cómo íbamos a hacer una cena española sin marcarnos un gazpacho o un salmorejo. Decidimos elegir el salmorejo no solo porque es más rápido de hacer sino porque para elaborarlo se necesitan menos ingredientes que para el gazpacho, y ya bastantes platos íbamosa hacer como para encima complicarnos todavía más.

Ingredientes:

Tomates, pan blanco, aceite de oliva, un par de dientes de ajo, sal y huevo y jamón en caso de que quieras añadirle trocitos por encima cuando esté preparado.

No voy a poner las cantidades que se necesitan porque nuestra receta era para alrededor de veinticinco personas y no controlo muy bien las cantidades necesarias, así que eso ya mejor lo controláis vosotros en función de las cantidades que queráis hacer.

Preparación:

Se calienta agua para pelar los tomates con más facilidad, ya que sino será casi imposible. Una vez pelados, los cortas en trozos no muy grandes y los metes en el vaso de la batidora.

Mientras los tomates están en el agua antes de pelarlos puedes ir cortando el pan también en trozos. Si veis que está demasiado duro, al meter los trozos junto al tomate en el vaso de la batidora, podéis dejarlo reposar un poco y que así la miga coja el jugo del tomate.

Pela bien el ajo, quítale el corazón para que no repita (porque no los vas a cocinar) y échalos también al vaso donde están el tomate y el pan. Después de eso añade el aceite de oliva (es preferible que el aceite de oliva sea lo último que añades para que no lo chupe el pan nada más echarlo).

Pasa todo por la batidora muy bien, hasta que quede algo muy suave pero también denso, ya que no tiene que quedar líquido como una sopa. Prúebalo y añade la sal que creas conveniente. Yo en estoy soy malísima ya que no tomo nada de sal, así que este paso siempre se lo dejo a quienes están conmigo.

Cuece los huevo y cortalos en trozos junto al jamón. Nosotras solo teníamos jamón serrano en lonchas muy finas, así que tampoco podíamos hacer muchos taquitos con él, pero sería lo ideal.

¡Y ya tendríais el salmorejo listo para dejarlo reposar en la nevera y servirlo bien fresquito!

Al día siguiente nos dedicamos a preparar lo que nos faltaba, que era básicamente todo. Ahí ya sí que nos entró el estrés. De tanto dar vueltas por la cocina y hacer todo corriendo supimos cómo se deben sentir los concursantes de Masterchef cada vez que les dicen que solo les quedan cinco minutos de cocinado.

Pan tumaca

Preparamos lo más sencillo, el pan tumaca, para el que utilizamos algunos de los tomates que nos habían sobrado el día anterior al preparar el salmorejo. De estos decidimos preparar una rodaja de pan para cada uno, ya que al haber tantísimas cosas, tampoco hacía falta abusar de las cantidades.

Este plato no tiene mucho misterio, así que tampoco no voy a emplear mucho tiempo en explicarlo porque se tarda un par de minutos en prepararlo. La verdad es que por lo general, la mayoría de platos que preparamos eran bastante sencillos.

Ingredientes:

Tomate maduro, pan de barra, aceite de oliva, ajo y sal.

Preparación:

Se parten los tomates por la mitad o en cuartos, y se va untando cada trozo de tomate en cada pedazo de pan que haya, haciendo presión para impregnar todo el jugo del tomate en el pan.

También puedes aplastar todo el tomate con un tenedor y añadirle el ajo muy bien picado a la mezcla, y una vez que quede como una pasta con trozos de tomate, cogerla y untarla en las rebanadas de pan. No tiene que ser una pasta homogénea, de hecho con trocitos de tomate queda más rico.

Después de eso añades un chorro de aceite de oliva y una pizca de sal a cada rebanada por separado. Y ya tienes tu pan con tomate!

Empanadas

La verdad es que lo ideal para hacer nuestras empanadas hubiese sido hacer nosotras mismas la masa, pero no teníamos el tiempo necesario como para hacerlo, así que decidimos que lo mejor iba a ser comprar la masa y simplemente crear las empanadas a partir de ahí.

Como en nuestra clase había varias personas veganas y vegetarianas, queríamos preparar platos con bastante variedad para que pudiesen probar casi todo. Por eso además de croquetas de jamón y queso, las hicimos sin ello, y lo mismo hicimos con las empanadas. Decidimos así hacer dos diferentes: una de verduras y otra de carne.

Para la empanada de verduras utilizamos cebolla, calabacín, pimiento, ajo, sal y pimienta. Se corta toda la verdura en trozos no muy grandes y se ponen en la sartén con aceite de oliva a fuego lento. Para la empanada de carne utilizamos únicamente carne picada y cebolla, e hicimos exactamente lo mismo que con las verduras.

Mientras que los ingredientes se están haciendo en la sartén, colocamos en dos bandejas semihondas las bases de las masas de empanada, siempre y cuando hayamos untado antes las bandejas con aceite de oliva o mantequilla o hayamos colocado papel de horno en ella para que después sea más fácil retirar la empanada de la bandeja.

Cuando estén los ingredientes, echamos cada grupo en una bandeja diferente. Después colocamos la otra parte de la masa de empanada encima y con un tenedor vamos apretando para que la base y la superficie se junten y formen una empanada cerrada. Además nos sobró algo de masa, así que con ella hicimos tiras que adornasen el exterior e la empanada.

Una vez que la empanada esté construída, untamos la superficie con mantequilla o aceite para que quede brillante, y las metemos al horno. En las cocinas de la residencia había dos hornos, así que teníamos ambos ocupados casi todo el tiempo.

Cuando estén hechas estarán directamente listas para comer.

La verdad es que además de ir a contrarreloj teníamos que ir con cuidado de no ocupar toda la cocina, puesto que esa cocina era utilizada por doce personas, y solo una de nosotras vivía allí. Así que teníamos que estar todo el tiempo pendientes por si molestábamos a alguien mientras cocinábamos.

Pero no conformes con todo lo que ya habíamos hecho, decidimos que teníamos que hacer también postre, y no contentas con hacer solo uno, también se nos ocurrió la genial idea de hacer no uno, sino dos postres. No hace falta comentar que está claro que los postres son mucho más difíciles de hacer que los platos salados, sobre todo si no tienes nada donde calcular medidas como nos pasó a nosotras.

Churros con chocolate

Resulta que en Aarhus pusieron un par de puestos de churros para darle la bienvenida a la navidad, pero nosotras no dejábamos de decirle a todas las personas de fuera de España que eso ni eran churros ni eran nada, que no sabían como tal. Por eso decidimos recrear nuestros propios churros, que para ser la primera vez que los preparábamos quedaron bastante bien.

Ingredientes:

Harina de trigo, agua, aceite de oliva, azúcar y sal.

La verdad es que la lista de ingredientes es bastante simple y no tuvimos que comprar nada, puesto que todos teníamos harina y azúcar en casa, así que para empezar parecía un plan bastante bueno.

Preparación:

Para empezar hay que pasar la harina de trigo por un tamizador para que no queden grumos al preparar la masa, ya que tiene que quedar espesa y pegajosa, pero muy homogénea para que quede bien. Después se introduce en un bol hondo.

Se coge una cazuela y se pone a calentar agua con unas pizcas de sal. Hay que recordar que es un postre dulce, así que tampoco hay que no pasarse con eso. El agua debe estar en el fuego hasta que esté hirviendo.

Cuando hierva, se coge una cuchara de madera y se hace un pequeño agujero en la harina del bol y se introduce el agua hirviendo en el centro. Rápidamente nos ponemos a darle vueltas para impregnar de agua cada grano de harina. Hay que seguir removiendo hasta que quede una masa muy homogénea y bastante pegajosa.

Con una manga pastelera que puede ser comprada o hecha a mano con una bolsa de plástico, se va introduciendo la masa hecha de agua y harina con una cuchara, para controlar bien las cantidades. Se van creando los churros y se les da forma para que se hagan como los lazos característicos de este postre.

Se pone una sárten al fuego con abundante aceite y esperamos a que esté bien caliente. Cuando lo esté, vamos friendo los churros y dejando que se cocine a fuego medio.

Una vez que estén hechos se pone papel blanco de cocina en una bandeja y se van sacando los churros dejándolos escurrir. Hay que hacer que tengan el menor aceite posible. Después se añade una pizca de azúcar por encima dejando que se pegue a los churros.

Para el chocolate caliente simplemente compramos chocolate para fundir y además lo mezclamos con un poco de leche y colacao para que no quedase tan excesivamente espeso. Esto lo hicimos justo antes de que lo fuésemos a servir, para que no se enfriase y estuviese reciente.

Buñuelos

Ingredientes:

Para hacer este plato, de nuevo como para el anterior, se necesita harina, aceite de oliva, azúcar, sal, levadura, leche o agua y uno o dos huevos (siempre en función de las cantidades que vayas a preparar, claro).

Preparación:

Tal y como hicimos con los churros, lo primero que debemos hacer es tamizar la harina y esta vez también la levadura. Una vez que esté todo bien tamizado y en un bol, añadimos una pizca de sal.

Después se añaden los huevos, el aceite de oliva y la leche o agua, lo que prefieras. Se bate y mezcla todo muy bien, hasta que quede una mezcla homogénea y también bastante espesa. Si ves que queda demasiado espeso puedes añadirle más leche o más agua.

Se pone abundante aciete en una sárten a fuego medio. Con una cuchara, se cogen porciones de masa y se hacen bolas con ella. Es probable que debas ayudarte además de otra cuchara, porque la masa estará demasiado pegajosa. Después se van introduciendo las bolas en la sartén y se deja que se hagan los buñuelos.

Hay que dejarlos en la sartén hasta que estén bien dorados, pero asegurándonos de que también estén bien cocinados por dentro. Después se hace lo mismo que con los churros. Se van sacando y se deja que escurran en papel de cocina. Después se pueden bañar en una pizca de azúcar o cacao o dejarlos como están.

Y una vez acabados los platos teníamos que ponernos a decorar la sala. Hicimos una especie de marco con flores de papel para poder hacer una especie de "photocall", hicimos bigotes de papel, flores para que se las pudiesen poner en la cabeza y un menú para cada uno en el que pusimos los nombres de los platos tanto en inglés como en castellano.

La verdad es que todo mereció la pena. Tanto los casi 15€ por persona que nos gastamos para comprar los ingredientes, como el tiempo que tardamos en preparar todo, como el que tardamos después en limpiar todo el desastre que habíamos creado.

Y es que nos sorprendimos enormemente a nosotras mismas al preparar todos los platos que hicimos y que encima quedasen buenísimos. A la gente de nuestra clase le encantó todo, y al final eso fue lo único que importó.

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