Sin duda, uno de los lugares más representativos de Cantabria es el Palacio de la Magdalena - que aparece en series como en Gran Hotel-. Preparémonos para andar porque esta edificación se encuentra al menos a cuarenta y cinco minutos andando del centro de la ciudad. Antes de llegar al Palacio de la Magdalena debemos pasar numerosas cuestas cruzando uno de los barrios más lujosos de la capital cántabra, es recomendable el paseo a pie ya que Santander es un paraíso pero para los más perezosos preferirán la opción del autobús. Para moverte dentro del recinto del palacio compuesto por un gran parque puedes elegir la opción del Magdaleno, un trenecito que recorre los senderos del inmenso parque.
Lo primero que se te viene a la vista al pisar el parque es la cantidad de árboles de todo tipo que allí se encuentran, donde impera el color verde. Acercándonos un poco más al borde, podemos ver unas vistas inmejorables de la bahía de Santander.
Lo más curioso es que en este parque podemos encontrar especies poco comunes: Encontramos pingüinos en cuyo recinto podemos ver un pequeño faro simulando al de Mouro, que vemos por detrás; leones marinos y una especie algo más común, como son los patos. Están ubicados en unas jaulas naturales excavadas en la roca de los acantilados – que es donde están situados- que se llenan a través del agua del mar. Es un magnífico paseo tanto para grandes como para más pequeños. Sin despegarnos del sendero encontraremos unos monumentos en forma de barco de un gran tamaño.
Siguiendo el recorrido hacia la cumbre, donde se encuentra el palacio, podemos encontrar todo tipo de plantas. Lo curioso es que si te desvías del sendero y sigues las indicaciones de un viejo proverbio puedes encontrar un pequeño lago. A pesar de que no tiene mayor interés pues el lago es bastante feo, es divertido seguir las señas hasta encontrar el supuesto lago perdido.
Los árboles talados han sido convertidos en pequeñas señas de identidad del parque como pueden ser tréboles, setas, pingüinos o pequeñas sillas; que sirven también de señas para el acertijo que he nombrado anteriormente.
Conforme vamos acercándonos al palacio la impresión disminuye y los ojos se fijan sobre todo en las impresionantes vistas, adjuntadas en las fotografía. En mi opinión y sin desmerecer la belleza del palacio, que evidentemente posee, a medida que te acercas disminuye muchísimo sus dimensiones. Cuando ves el Palacio fotografiado en imágenes te esperas un edificio grandioso y majestuoso sin embargo comparado con la inmensidad de la bahía que lo rodea se queda un poco pequeño.
Sentarte en las inmediaciones del Palacio y cercano al borde de los acantilados es una de las mejores cosas que puedes hacer en tu visita a esta ciudad. Sientes la brisa del mar y su olor en la cara, y es un momento espectacular para dejar volar la mente. Es un sitio genial para leer
Si vamos acompañados de niños, también encontramos un parque de juegos donde pueden campar a sus anchas.