A veces creemos que contra más nos alejamos del lugar de donde vivimos mejores sitios encontraremos. Sin embargo, España tiene unos sitios alucinantes. Yo hasta hace poco creía que el paraíso no existía, que la mítica playa desierta y con grandes extensiones de arenas donde caminar y caminar y perderte no existía, pero en Santander, en la isla de Somo lo encontré.
A unos 20 minutos en barco de Santander, cogiendo el pesquero en el Paseo de Pereda, encontramos este pequeña ínsula donde está situado uno de los pueblecitos veraniegos por excelencia. Un gran número de habitantes de Santander veranean en este pueblecito, característico por sus grandes olas que los surfistas aprovechan para tomar largas tardes al viento. Es el pueblo por excelencia del surf junto a la playa de Liencres, algo más alejada de la capital y de menor extensión.
Debido al temporal y la marejada, las dunas de esta playa han desaparecido casi en su totalidad - que añadían a la playa un atractivo aún mayor si cabe- y han creado un desnivel enorme.
Lo más sorprendente de esta playa es su extensión, la punta de la playa denominada el puntal de Somo, estará a unos 40 minutos andando y merece la pena totalmente recorrerlos. Al llegar al final, puedes darte un baño en las aguas transparentes, que aunque heladas, son apetecibles. Lo más importante es la tranquilidad que se respera, porque la gente no suele pasear hasta tan lejos asique tendrás la playa casi por completo para ti solo. Enfrente podrás apreciar la ciudad de Santander, que parece tan cercana que creeras que podrás llegar a la otra orilla nadando.
Si seguimos hasta la otra punta, ya que esta playa se encuentra en una especie de bahía, encontraremos un chiringuito paradisiaco, donde los cócteles que sirven estan riquísimos. Todo un lujazo, poder escuchar las olas y el silencio.
El pueblo es un pueblo pesquero, donde podemos encontrar un supermercado (El Lupa, que es una cadena cántabra) bastante adsequible. Recomendable ir a las dos fiestas que se hacen en verano, donde la música y el buen rollo predomina. Los jóvenes santanderinos se dedican el verano a recorrer de fiesta en fiesta y de pueblo en pueblo en busca del mejor ambiente y dónde pasárselo bien.
Es posible llegar también en autobús, que es más económico pero a la vez más largo en trayecto. Si no recuerdo mal el billete del tran sale unos 2, 50€ aproximadamente, bastante adsequible para pasar un día de playa inolvidable.
