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Lila


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Lila y mucho más

Hoy me gustaría hablaros de la ciudad con la que acabé creando un gran vínculo: Lila, una ciudad preciosa en la que pasé todo un cuatrimestre. Lila está en el norte de Francia y, tras haber pasado 5 meses allí, puedo decir que siempre tendrá un lugar en mi corazón. Lo contaré todo a medida que respondo a estas preguntas:

¿Por qué elegí estudiar en Lila, Francia?

Lo primero que tengo que decir es que tomar la decisión fue horrible. Soy una persona muy indecisa, cambiaba de opinión casi a diario y me volvía loca. No me podía decidir. Todas las ciudades que me interesaban tenían muchas ventajas y desventajas, y no sabía a dónde ir.

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En mi opinión, la oferta de destinos de nuestra universidad no es muy grande, aunque es muy buena, porque están incluidos destinos de casi todos los países europeos. Descarté Alemania en seguida porque no me interesaba aprender alemán y con Suiza pasó lo mismo. Quería ir a algún país del norte, como Finlandia, Noruega o Dinamarca, pero no me imaginaba a mí misma viviendo en un clima tan frío todo un cuatrimestre, así que las descarté también. Después de esta criba, podía elegir entre Italia, España, Portugal, Francia, Reino Unido, los Países Bajos, Luxemburgo y otros cuantos países más. Si el dinero no fuese un problema, me iría a Reino Unido sin pensarlo, sobre todo a Londres, porque me encanta la ciudad. Sin embargo, hablé con gente de mi universidad y, cuando me dijeron cuánto gastaron aparte del dinero de la beca, me lo quité de la cabeza.

Por un lado, quería disfrutar del Erasmus al máximo pero, por el otro lado, quería aprender algo nuevo. Si fuera a Francia, podría practicar francés y, si fuera a España, podría practicar español. Italia y Portugal me parecían más destinos de vacaciones que otra cosa, así que me quedé con Francia, España y Países Bajos. La decisión era difícil.

En los Países bajos podría haber ido a Ámsterdam, pero el problema era que me parecía imposible que me aceptaran allí con mis notas. Casi solicito ir a Maastricht pero, como ya estaba planteándome hacer todo mi máster en Ámsterdam, pensé que sería mejor elegir otro país en ese momento. Casi solicito Barcelona, también, pero hablé con gente que estudió allí y me dijeron que tendría que hacer un trayecto larguísimo para llegar al centro de la ciudad, y yo ya había sufrido lo suficiente con el camino que tuve que hacer durante seis años para ir al instituto.

Mi última opción era Francia. De hecho, a día de hoy no le puedo sacar ninguna desventaja a vivir en Lila, así que tengo claro que elegí lo correcto. Como las clases de la universidad eran en inglés, pude practicar dos idiomas a la vez: francés e inglés. Además, nunca había estado en Francia, así que tenía la oportunidad de explorar un país nuevo. Francia está cerca de los Países Bajos, y quería poder ver a David a menudo. Todas estas razones fueron las que me llevaron a elegir Francia. La otra decisión que me faltaba tomar era la ciudad.

Podía elegir entre París, Toulouse, Montpellier o Lila. Hablé con prácticamente todos los estudiantes que habían estado en esas ciudades y, según ellos, Lila era la mejor opción. Hablé con dos chicos que estudiaron allí, y uno de los chicos me dijo algo parecido a "fue increíble, volvería sin pensarlo, fue una experiencia inolvidable", así que no lo dudé más. Lo más importante fue lo que me dijo la gente que estudiaba en mi misma universidad. Las chicas que estudiaron en Toulouse no volvieron de su Erasmus muy contentas, y no conocía a nadie que hubiera estudiado en Montpellier. Estaba planteándome seriamente ir a París, pero tendría el mismo problema que en Londres: gastaría demasiado dinero, y sería muy difícil ir de un sitio a otro. Por lo tanto, mi ganadora fue Lila, en Francia.

A día de hoy, puedo decir sinceramente que tomé la mejor elección posible. Aunque Lila sea una ciudad un poco pequeña, me encantaba caminar por sus calles. Era muy diferente a estar estudiando en Praga, donde solía pasarme horas enteras cogiendo metros. En Lila, mi casa quedaba a unos 20 minutos de mi universidad y, además, podía ir andando a casi cualquier sitio o coger una de las muchas bicis que hay esparcidas por la ciudad. También podía usar el transporte público, obviamente, ya fueran buses o metro. Solo me monté dos veces en todo el cuatrimestre. Fue algo muy práctico porque, cuando termina la fiesta, puedes volver a casa sin problemas. No tienes por qué pagar de más, ni esperar a los buses nocturnos, sino que te vale con andar. Cuando hicimos un viaje a París y tuvimos que coger el taxi para volver a casa, nos llevó más de 30 minutos, y fue en ese momento cuando me di cuenta de que Lila era una ciudad muy práctica para la vida de estudiante. Durante el Erasmus tienes mucho tiempo para salir y, obviamente, no quieres perder el tiempo en el transporte y pagando una fortuna por ello.

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¿Cuánto dinero recibí de mi universidad?

La beca que te da la universidad varía según la categoría de tu destino. Francia está en la categoría más cara, así que recibí unos 2500 € en total (unos 500 € al mes). La beca no me fue suficiente para cubrir todos mis gastos, apenas me llegaba para pagar el alquiler y algo de la comida.

Un punto a favor es que puedes solicitar una ayuda del gobierno francés llamada CAF. Aunque el papeleo lleve su tiempo y solo puedan comunicarse contigo en francés, merece la pena. Recibes una paga mensual a partir del segundo mes de tu estancia. Son, aproximadamente, unos 100 € al mes, y depende del tamaño de tu habitación, la proximidad a la universidad, el precio del alquiler y otras cosas.

¿Cómo es el ambiente estudiantil en Lila?

El estilo de vida estudiantil en Lila es increíble, si eres un poco simpático, abierto de mente y social, nunca te vas a aburrir. Aunque la ciudad es un poco pequeña, hay opciones para salir de fiesta. La famosa calle de los bares se llama Massena, y hay un montón de bares y pubs. Si avanzas un poco más llegarás a otros bares, algunos de los cuales están en la calle Solferino. Además, hay otros bares un poco más alejados, como Le People y Le Magazine.

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Agradecí mucho la ayuda del Club Internacional, la gente fue muy amable. Organizaron un montón de actividades desde el día en el que llegué a Lila: fiestas, cenas e incluso actividades deportivas. También hicimos una ruta de bares, así que, tras mi primera semana allí, ya sabía a dónde tenía que irme de fiesta. Aparte de los eventos del club internacional, había fiesta todos los días, menos los domingos y los lunes. De todas formas, si quieres quedar con tus amigos, casi todas las semanas hay algo organizado en la residencia de alguien. Tienes que tener en cuenta que los domingos y los lunes cierran un montón de restaurantes, algo muy diferente a Praga.

Tras dos meses en Lila, siempre elegíamos entre tres opciones para salir de fiesta: Club Latina, club Smile o Network. Los tres me encantaban, y lo bueno era que siempre había alguien de la universidad allí. Para empezar la fiesta, solíamos ir a Rendez-Vous, Magnum o Basecam, y este último era mi favorito. Ponían una música genial y hacían ofertas especiales. Un montón de gente iba a bailar, se daban chupitos gratis, y el ambiente en general era una locura. Lo único malo es que, a veces, cerraban bastante pronto.

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Otro sitio al que ir de fiesta es La Plage, que está en la calle Solferino. Cuando entras al bar, ves sujetadores por las paredes y arena por el suelo. Además, tienen una bebida especial que se llama Triple Dragoons, no me acuerdo exactamente de qué era, pero sé que llevaba vodka y absenta. En cuanto te acabas el chupito, empiezas a notar todo el olor a alcohol. También puedes ponerte a bailar.

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El bar Le People es famoso por las dos fiestas de barra libre que se han montado allí. Está alejado del centro, tienes que coger un bus para llegar, pero el bar es enorme. La próxima vez hablaré de las barras libres. También debería hablar del Club Latina, porque era el sitio en el que solíamos acabar la noche. Por el nombre ya te puedes hacer una idea del tipo de música que ponen. Tengo un montón de buenos recuerdos de esa discoteca, y ni siquiera podría contar la de veces que he ido allí.

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En resumen, diría que hay cientos de posibilidades para las fiestas de estudiantes. Nunca me cansé de ello, y ya lo echo de menos. Eso de ir a un bar aleatorio y encontrarte con todos tus amigos no suele pasar en Praga. Eso fue lo que más me gustó de mi vida nocturna en Lila. De todas formas, deberías llevar cuidado cuando vas andando, porque a algunos de mis amigos les robaron cuando iban de vuelta a casa.

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¿Recomendarías la ciudad y la Universidad de Lila a otros estudiantes?

Desde luego, hasta podría decir que no hay mejor opción.

Como he dicho antes, nunca te aburres en esta ciudad. Lila es una ciudad muy bonita, y hay una zona preciosa que se llama Vieux Lille en la que hay un montón de restaurantes y sitios turísticos. Hay establecimientos normales como un cine, una pista de patinaje sobre hielo, boleras, un centro comercial, tiendas y mercados. Diría que es el sitio perfecto para estudiantes, ya vayan a pasar un cuatrimestre o un año entero.

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De todas formas, el clima me pareció horrible, era muy inestable. A menudo, salía de casa en vestido por el sol que hacía, y volvía para cambiarme al rato porque había empezado a llover a cántaros. Sí, en Lila llueve bastante. A pesar de todo, me llegué a acostumbrar, y siempre llevaba mi paraguas conmigo.

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Hay un parque enorme y un zoo. Salí a correr por allí bastantes veces. A excepción del día en el que tuve que correr para llegar al parque, me gustó mucho ir a correr por allí. Siempre había gente corriendo, sin importar la lluvia o el frío, y era bastante motivador de ver.

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Lila está en una ubicación ideal para viajar. Está a tan solo 30 minutos de Bélgica, a 5 horas de Londres en bus, y a 3 horas de París, también en bus. Por lo tanto, estábamos organizando viajes prácticamente cada fin de semana. Además, la sede de la gran compañía aérea Ryanair está en Charleroi, Bélgica, así que puedes viajar fácilmente a casi cualquier sitio por muy poco dinero: España, Grecia, Portugal, Dinamarca, Irlanda...

Si comparas precios entre Lila y París, hay una diferencia considerable. Esa es otra de las razones por las que me alegré de haber elegido Lila en vez de París. Puedes viajar a París en cualquier momento y, al mismo tiempo, puedes ahorrar un montón de dinero si vives en Lila, porque todo es mucho más barato.

¿Qué tal es la comida del país?

Para mí, la comida de Francia es deliciosa. Soy muy fan de todos los tipos de queso, vino, croissants y demás, así que disfruté de la comida todo lo que pude (y cogí unos cuantos kilos en el proceso, desafortunadamente). Me acostumbré a beber vino y comer queso todos los días.

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La verdad es que me entusiasmaba todo lo relacionado con la comida. En Francia hacen unas tortitas especiales: las crêpes, tanto dulces como saladas. Las hay de muchos tipos diferentes y las puedes encontrar en casi cualquier ciudad de Francia.

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También tienen una especialidad por el norte que se llama welsh, he escrito un artículo entero sobre el tema. Aunque se trate solamente de un cuenco enorme de queso con ensalada y patatas fritas, me enamoré perdidamente.

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Además, hay un montón de dulces deliciosos, como croissants o napolitanas. Me encantaban las napolitanas, quería comerme una todos los meses. Fue una locura. Gracias mi casera probamos un pastel de Normandía que era difícil de conseguir de otra manera: el kouign-amann.

Como vivía con una mujer francesa, nos preparaba muchas especialidades francesas. ¡Fue estupendo! Hasta nos hicieron una cena de despedida. Una vez, nos dijo de probar la raclette (queso fundido) porque teníamos una máquina de raclette en casa. Desde el momento en el que lo probé, me volví loca. Básicamente, tienes que derretir el queso en la máquina y luego le echas lo que te apetezca. Nuestra casera nos preparaba ese queso junto con una ensalada y, gracias a eso, organizamos muchas fiestas de raclette a lo largo del cuatrimestre. También trajo una vez un pastel de queso, porque sabe que me encanta y que no puedo parar de comerlo.

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Las chicas que vivían conmigo empezaron a reírse de mí por mi obsesión con el queso. Me podría pasar el día entero hablando del tema y, siempre que alguien me proponía comer queso, yo me apuntaba. Eso sí, me perdí una cena de fondue de queso porque todavía estaba en la República Checa por aquel entonces. En Praga solemos hacer fondue de chocolate y a todos nos encanta, pero nunca había probado la fondue de queso, así que nuestra casera nos dijo de preparar otra cena. Compró quesos de todo tipo, y ya tenía la máquina necesaria. Mezcló los quesos con vino y lo derritió todo, y lo acompañamos con una baguette recién hecha para mojar en el queso. Estaba impresionante. Al marido de nuestra casera le encantaba vernos felices así que, cuando se acabó la baguette, se fue a la tienda a comprar otra (pero para cuando volvió, ya nos habíamos comido todo el queso).

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Aparte de la comida francesa, también fuimos a todo tipo de restaurantes. Mi favorito se llamaba Le Palais Royal, que estaba cerca de mi casa, en la calle Solferino. Era un bufé libre de comida china. Mi mayor error fue haberlo descubierto al final de mi cuatrimestre, si llego a saber antes que existía ese restaurante, habría ido más a menudo. Nada más entrar, me quedé con la boca abierta. El precio era de unos 13 € y, como era un bufé libre, estaba todo lleno de comida de todos tipos. Primero tienen toda la comida ya preparada: todo tipo de verduras, arroz, fideos, cebolla frita, pollo frito, todo tipo de salsas, etc. Esa fue la primera ronda. Luego descubrí que tenían una sección de wok, y fue la primera vez que lo probé en mi vida. Estaba increíble. Elegí la carne cruda de entre todos los tipos que tenían, cogí algo de verdura y se lo llevé al cocinero. Luego tenía para escoger entre 10 salsas, y elegí la de chili dulce. El sabor era de otro mundo. Creo que fue la mejor comida china que he comido en mi vida.

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Disfruté cada bocado de la comida. Para los amantes del sushi, tienen un mostrador especial dedicado a ello. Cuando me acabé mi plato, me di cuenta de que también tenían una sección de dulces, así que allá que fui. Cogí un gofre pequeño de chocolate, nubes y helado. Menos mal que no sabía que existía este sitio desde el principio, porque habría cogido aún más peso. Estuvimos en el bufé unas dos horas y, al final, a la camarera no le hizo mucha gracia que nos pusiéramos a firmarnos las banderas. Nos llevó un buen rato y, además de que no estábamos comiendo porque ya habíamos terminado, ensuciamos un poco las mesas con los rotuladores, pero bueno. Fue una de las mejores comidas a las que fui, porque en total éramos 35 personas. Queríamos vernos todos antes de que acabara el cuatrimestre.

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Otro bufé libre que me encanta se llama Soho, Escribí sobre él en detalle en mi historia "mi último día en Lila". Es muy parecido al otro, pero con comida italiana. No sabría decir cuál de los dos es mejor porque cada uno era diferente pero, en general ¡recomiendo que vayáis a los dos!

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Además del restaurante, descubrimos una cafetería francesa muy acogedora llamada Elisabeth's. La encontré cuando con mi amiga Lucy cuando vino a visitarme desde la República Checa. Queríamos probar una cafetería nueva, así que estuvimos andando por el Vieux Lyon al menos una hora y acabamos volviendo a este sitio, porque tenían pasteles impresionantes. La cafetería tiene dos pisos pero es bastante pequeña, los empleados son muy simpáticos y puedes practicar tu francés. La primera vez que fui allí fue con mi amiga Lucy y, la segunda, fui con otra gente de Lila. Nos pedimos un buen cappuccino y una deliciosa tarta de queso con oreo.

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Soy bastante exquisita en cuanto a pasteles se refiere. No me gusta que sean demasiado cremosos y prefiero los afrutados o las tartas de queso en general. Cuando vi la tarta de queso con oreo, ya supe lo que iba a pedir, porque me encantan las galletas y el helado de oreo. ¡Acerté! Me preocupaba que pudiera ser demasiado dulce, pero estaba en el punto justo. La siguiente vez que fui, Torres la probó y pensó lo mismo que yo. La segunda vez probé un crujiente de frambuesa y me sorprendió bastante. No tenía muy buena pinta a primera vista, pero el sabor era de otro mundo. Me lo calentaron antes de servírmelo, y me recordó al bizcocho que hacemos en la República Checa.

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A lo largo del cuatrimestre fuimos muy a menudo a la famosa cafetería Paul. También la tenemos en la República Checa pero, si comparas los precios, verás que en la mayoría de países son parecidos (a excepción de Francia, que es más cara en general), así que no merecía mucho la pena ir en Praga. Creo que tienen los mejores croissants que he probado, y es difícil resistir la tentación cuando pasas por delante de la puerta.

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¿Cómo encontraste alojamiento?

Cuando me enviaron un correo de mi universidad, lo primero que hice fue mirar residencias porque quería probar la experiencia de vivir con otros estudiantes en el mismo edificio. Por desgracia, eran más caras de lo que pensaba, unos 500 € por una habitación privada. Por un lado, nunca había probado a vivir en una residencia porque, cuando me mudé a Praga, me fui a vivir con mis amigos a un piso directamente. Por otro lado, no tenía ni idea de cuántos estudiantes seríamos en total, ni de si la residencia que estaba ojeando era una buena opción. Por lo tanto, decidí ponerme en contacto con unos cuantos propietarios que encontré en la lista de mi universidad. Pensé: "si encuentro un alojamiento barato, podré gastar más dinero en viajes y cosas del estilo". De todas formas, no pensaba pasar mucho tiempo en casa. Varios me respondieron, y me gustó en especial una casa que estaba a 2 kilómetros de mi universidad. No estaba muy lejos, caminar 20 minutos hasta la universidad no me parecía una locura, además de que podría elegir la habitación con la que me quedaría, y había una en el ático. Cuando la vi, me quise mudar inmediatamente. La idea de vivir justo debajo del tejado me encantaba, aunque, por desgracia, en su momento no pensé que eso significaba matarme a subir escaleras todos los días.

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Quería asegurarme de que no era una estafa, así que le pregunté a los estudiantes que estaban en la casa en ese momento, y pareció que les encantaba el piso. Me dijeron que una de las mejores cosas era tener una cocina y un salón en común, y lo peor era que la casa podía parecer un poco descuidada a primera vista. De hecho, cuando me mudé, no estaba contenta. No me gustaba para nada. No me parecía un lugar bonito, y ya estaba harta de subir escaleras todo el rato. Estaba segura de que me mudaría a otro sitio.

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Todo cambió al cabo de una semana. Ya había conocido a mis compañeros de piso, y eran muy simpáticos. Tras pasar un cuatrimestre entero allí, ya los consideraba como una familia, y no tuve ningún problema con ellos. En cuanto a las escaleras: me acostumbré a subirlas y bajarlas a diario, y siempre me llevaba mi comida al piso de abajo para evitarme viajes innecesarios. Me empezó a gustar vivir justo bajo el tejado cuando empezó a llover un montón en Lila. Las distancias no eran muy grandes, y la calle de los bares me pillaba muy cerca. Además, la casera era una señora muy simpática, y lo pasamos muy bien con ella. No solo nos preparaba la comida muchas veces, sino que también nos sugirió hacer un viaje todas juntas.

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Pagaba 430 € al mes. No era lo más barato del mundo en comparación con otros sitios, pero al final estuve contenta. Vivía en la calle Stappaert. También recibí la ayuda CAF del gobierno.

¿Cuánto cuesta el alojamiento? ¿Cuál es el precio de las cosas en general?

Pagaba 430 € al mes, y me daban 134 € al mes gracias a la ayuda CAF. Los precios variaban entre 300 € y 700 € al mes por una habitación privada. En comparación con la República Checa, era casi el triple de caro. Si comparo los precios en general, en el supermercado encontraba a veces algunos precios parecidos a los de mi país, pero las cosas casi siempre eran, como mínimo, 1, 5 veces más caras.

Si iba a un restaurante, podía comer por unos 10 €, pero los bufés libres o los locales más típicos no bajaban de los 13-20 €. Cada billete de metro o bus costaba 1, 60 €, pero, como iba caminando a todos sitios, solo usé el metro dos veces. La cerveza costaba 2, 50 € con el precio de estudiante (el precio normal era de 6 a 8 €), el vino era todavía más caro, y a veces encontrabas chupitos por 1 o 2 €. La entrada a los bares era casi siempre gratuita y, Si querías entrada con barra libre, el precio era de unos 20 €. La comida en el comedor de estudiantes costaba 3, 50 €. La ropa parecía tener el mismo precio que en mi país.

¿Qué tal el idioma? ¿Hay algún curso en la universidad?

Para mí no fue nada fácil, primero porque, como todas las clases eran en inglés, no tenías por qué estudiar francés si no querías. Es verdad que en los bancos, restaurantes, supermercados y demás te hablan en francés, pero no me parecía suficiente para practicar. La segunda razón es que Lila es un caso especial. La gente que nace aquí tienen un acento incluso más complicado que el de otras ciudades. Vamos, que el francés es un idioma complicado.

De todas formas, mi francés mejoró bastante. Teníamos clase de francés dos veces a la semana, y éramos un grupo de 12 personas. Además, me apunté a otras dos clases de francés, y teníamos la oportunidad de estudiar algunas otras asignaturas en francés. Si hubiera sabido que iba a venir a Francia con más antelación, me habría apuntado a clases mientras estaba en Praga, y podría haberme comunicado mejor con los estudiantes franceses.

¿Cuál es la manera más sencilla o más económica de viajar a Lila desde tu ciudad?

Depende de dónde seas. Para mí, lo más barato era coger un bus de la compañía Eurolines. Había trayectos todos los días, y el billete de ida costaba 40 €. Si comprabas un billete de ida y vuelta se quedaba incluso mejor de precio. Decidí irme en bus a Francia por las dos maletas que llevaba. Luego volví a casa una vez para ver a mi familia a mitad del cuatrimestre.

Si tienes suerte y sueles mirar los precios de los billetes de avión, igual puedes encontrar algo barato, sobre todo desde el aeropuerto Charleroi de Bruselas con Ryanair. En general, Ryanair es la mejor compañía aérea con la que viajar, y Megabus es la mejor compañía de buses para moverse por Francia si comparamos los precios. Gracias a las ofertas que sacaban, pude ir de París a Lyon por 4 €, de Lila a Londres por 17 € y de Bruselas a Barcelona por 17 € también.

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¿Y como visita cultural?

La parte antigua de la ciudad era bonita por su ambiente romántico. Hay un montón de museos y sitios que visitar, y la entrada es gratuita el primer domingo de cada mes. De camino a clases había una catedral enorme que puedes ver desde cualquier punto de la ciudad. En enero pusieron una noria enorme en la plaza principal, en la que podías montarte. También me han dicho que hay una torre muy bonita, pero nunca he ido.

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¿Algún consejo que quieras dar a futuros estudiantes en Lila?

Espero que hayáis podido llegar al final de este artículo, porque la respuesta que le doy a esta pregunta es clara y concisa. Puedo decir sin ninguna duda que:

  • Tenéis que venir a Lila y disfrutéis todo lo que podáis.

Antes de llegar a Francia, me preocupaba pensar si estaría lo suficientemente preparada para pasar un cuatrimestre entero allí. El mejor momento es ahora, no hay motivo que valga para posponer algo así. Si tienes suerte y puedes vivir la experiencia de este programa de intercambio, aprovéchala. De hecho, un cuatrimestre es demasiado poco tiempo, el tiempo se pasa volando cuando estás tan feliz. Para mí, esta experiencia ha sido increíble, no encuentro palabras para describirla y ha sido el mejor cuatrimestre de mi vida. Si pudiera, lo repetiría todo de nuevo. Es una experiencia irremplazable. Además de convertirme en una persona independiente, conocí a muchísima gente de todas partes del mundo, aprendí muchísimo, viajé a muchos países, y todo por lo que he pasado ha merecido la pena. Recordad que las oportunidades así solo se presentan una vez en la vida.

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