La magia de Lille
Lille, Francia. 19 – 21 de diciembre 2014
Así como llegar a diversas ciudades de Cerdeña comprende descubrir arquitectura, arte y culturas diversas, pero aún así todas pertenecientes a Italia, igualmente llegar a esta ciudad es descubrir que también en Francia cada ciudad es única y especial.
Lille es una ciudad grande y dinámica, como una realidad que mezcla los cuentos de hadas y la cotidianidad entre un gran cúmulo de artículos de lujo, dispuestos en elegantes vidrieras para su venta.
Es una ciudad fría, porque cómo no podría serlo?, es pleno invierno, y entre la lluvia y la humedad, terminas por congelarte hasta los huesos. Aún así, de igual manera tiene una calidez particular, especial y acogedora en todos sus restaurantes, cafés, dulcerías, panaderías, e incluso en su colorido mercado navideño.
Tan cerca de Navidad estamos, que su esencia se respira en el aire de la Grand Place, una enorme plaza en el corazón de la ciudad, rodeada por particulares construcciones, como por ejemplo el Hotel Carlton, la Cámara de Comercio con su majestuoso reloj que se eleva alto en el cielo, y miles de tiendas que se alinean a cada lado del boulevard que comienza aquí.
Gran Place, Lille ©VanessaWallis. 2014
Por las fechas natalicias toda la ciudad está decorada para la ocasión: en la plaza, un hermoso carrusel de navidad entretiene a chicos y grandes, así como también se pueden apreciar espectaculares instalaciones de osos navideños que cantan en una banda, o de un mágico pueblito blanco lleno de animales y niños esquimales que juegan alegremente en la nieve, todo para el divertimento de grandes y chicos.
Siguiendo la gran marea de gente cargada de paquetes y regalos que se pasea por este boulevard, llegué a un pequeño mercado de antigüedades, ¡ubicado nada menos que en la Bolsa de Valores de Lille!
Esta institución es un edificio de base cuadrada, que por fuera es muy elegante, pero no ofrece en sí ningún atractivo distintivo. Sin embargo, al entrar en él, las palabras se desvanecen en el aire, pues la estructura se abre a un agradable y amplio patio interno, en cuyas galerías miles de posters vintage y cientos de libros viejos se acumulan en ordenados estantes custodiados por sus vendedores.
Chambre de Commerce, book market, Lille ©VanessaWallis. 2014
Yo que tengo una pasión irrefrenable por los libros, me perdí entre el mar de títulos que aguardaban pacientemente a ser abiertos por alguien. Libros de todo tipo pasaron por mis manos y frente a mis ojos, y finalmente después de incontables minutos (¿o habrán sido horas? ), me topé con un tomo de Sir Arthur Conan Doyle, acerca del legendario Sherlock Holmes, que me fue imposible pasar desapercibido. Por sólo tres euros obtuve el mejor regalo de navidad, no se puede decir que no estoy contenta.
Feliz con mi nueva (y vieja) adquisición, me lanzo de nuevo al boulevard que inicia con la Grand Place, y me dejo llevar sin rumbo fijo por toda la gente que transita este lugar. Desciendo absolutamente maravillada, y un poco congelada, por la Rue de Béthune y descubro en la distancia mi proximo destino: una enorme rueda de la fortuna llena de luz, decorada con risas y música, que parece saludar desde muy lejos. Corrijo mi trayectoria para ir hacia allá, y la decisión ciertamente vale la pena, pues no es sólo una rueda de la fortuna, sino que ahí en la plaza ubicada frente al Teatro Principal, un maravilloso paseo navideño lleno de duendes y criaturas mágicas finaliza con esta increíble rueda, que de cerca es aún más grande de lo que parecía en la lejanía.
La línea de personas que se apretujan para poder subir a la rueda es verdaderamente inmensa, así que decido dar un rodeo y continuar el recorrido, con la esperanza de que más tarde disminuya un poco... realmente quisiera ver la ciudad desde esas alturas, estoy segura de que sería un espectáculo inimaginable.
El Teatro Principal es una construcción impresionante y hermosa al mismo tiempo. Su entrada no está al mismo nivel de la calle, sino que para acceder a su interior posee una escalinata doble que me permite contemplar el panorama desde un punto de vista más elevado y muy ventajoso, y que asímismo me permite, por casualidades extrañas de la vida, encontrar a uno de los famosos predicadores de la vida alienigena, que con su pancarta un poco desgastada por el uso, anuncia próximamente una invasión extraterrestre.
Blog Alerte Invasion Extraterrestre. Lille ©VanessaWallis. 2014
Yo particularmente no creo en este tipo de cosas, pero me resulta en extremo asombroso el poder de la convicción: este individuo se mantuvo en la misma postura toda la tarde; y realmente no suena a gran cosa, pero al sumarle el hecho de que en medio de una temperatura promedio de 9°, tenía únicamente un blazer, camisa y un pantalón de vestir, bueno, todo cambia.
Me impactó ver sus manos rojas, quemadas por el frío que sostenían la pancarta, como una penitencia eterna ejercida para llamar la atención de los otros. Me recordó a ese horrible capítulo ocurrido en Caracas, mi ciudad natal, donde los estudiantes para ser escuchados clavaron sus manos en los árboles y se cosieron los labios sin anestecia... un episodio verdaderamente espantoso y triste, sobre todo porque al final nunca fueron escuchados.
Bueno, mejor volvamos a Lille y dejemos atrás estos terroríficos recuerdos.
Desde el Teatro Principal tomo al azar una calle, siempre siguiendo el mar de gente, y después de caminar por varios minutos llego a otra impresionante estructura navideña que tiene el aspecto de ser una feria de navidad. No estoy equivocada, acabo de llegar al Mercado de Navidad, ¡qué alegría! Si mi mamá estuviera aquí saltaría como un niño pequeño... tanto así adora este tipo de mercados.
Bien, el lugar está repleto de gente (no en vano es 21 de diciembre), pero aún así reúno valor y me sumo a las masas que entran en esta feria. Como soy pequeña generalmente la gente me lleva por delante, pero en este caso no me importa porque el lugar es realmente increíble. Los alegres stands se alinean, uno más original que el otro, para vender dulces, sidra o cerveza caliente, gofres, creppes, chocolates, flores, hadas, bisutería, música, juguetes artesanales... En fin, de todo, pero no un todo comercial; lo que me gusta de este lugar es que todos los que están en el mercado son verdaderos artesanos, un detalle muy especial para mí que promuevo a capa y espada el comercio local y a escala humana.
Me paseo contenta por los puestos, sonriendo ante la creatividad de las personas, y aparentemente mi espíritu es reconocido y valorado, pues una amabla señora me ofrece sin cargo alguno uno de sus deliciosos chocolates. Yo agradecida le pago con una fotografía, es lo justo, así vendrá conmigo en mi recuerdo.
Chocolaterie, souvenirs. Lille ©VanessaWallis. 2014
Después de tantas horas caminando en las calles el frío me apresa sin remedio: estoy helada hasta los huesos. Muy a mi pesar, pues debo decir que adoro caminar, decido refugiarme en algún lugar cálido por un rato para que el calor vuelva a mi cuerpo.
Así, salgo del mercado y vuelvo a tomar la Rue de Béthune que me lleva directamente a la Galeries Lafayette, un enorme centro comercial que reúne las mejores marcas que conozco, todas ordenadas por pequeños departamentos que curiosamente cuentan con su propio personal, uniformado y atento, listo para ayudar y vender.
Vago entre los pasillos y contemplo sin mucho interés la gran cantidad de cosas que se ofrecen en este lugar. Hay tanto que ver, que no logro fijar mi atención en un solo punto.
Finalmente y ya con un poco de calor en el cuerpo, decido volver a la calle para encontrarme con mi amiga Marion en la puerta del Teatro Principal. Regreso sobre mis pasos, ya la noche comienza y el volumen de gente disminuye, aunque en la rueda de la fortuna la línea de personas se mantiene inalterable. Subo las escaleras del teatro, notando que el señor de los alienígenas ya no está, y espero tranquilamente.
Theatre Principal. Lille ©VanessaWallis. 2014
A un lado de la plaza, cerca de la gran rueda, un muchacho dispone una serie de recipientes, ollas y bandejas a su alrededor. Resulta curioso ver lo que hace, pero finalmente depués de unos minutos todo tiene sentido, pues sentado en medio de todas estas cosas, agarra un juego de baquetas de batería, e inicia un concierto increíble de Drum&Base, hecho cien por ciento en casa. El sonido es alucinante y ver cómo esta muchacho hace música de objetos aparentemente resulta una experiencia maravillosa.
Mi amiga finalmente llega y decidimos ir a recorrer la Lilla vieja, con sus estrechas calles de piedra que se remontan al año mil setecientos, y con un aire romántico que le otorgan los pequeños cafés, restaurantes y panaderías típicas de la ciudad.
Todo es muy lindo, me llama mucho la atención que todas las vitrinas están perfectamente decoradas, en ellas no falta ni sobra absolutamente nada, y la perfección se manifiesta dondequiera que miro.
Es 21 de diciembre, así que todos los restaurantes están totalmente repletos, tanto así que en las puertas de los locales hay carteles que indican “estamos llenos, no aceptamos reservación. ”
Uno tras otro vamos visitando los diferentes cafés y restaurantes sin tener éxito alguno, pero finalmente llegamos a La Creperié, ubicada un poco fuera del Lille viejo en 4 Rue des Débris Saint-Etienne, un local acogedor con paredes de piedra y un clima encantador, donde pudimos degustar creppes típicas de Lille, acompañadas de sidra en bowl, un detalle muy interesante porque básicamente bebimos en tazas, que según Marion me dice, es una tradición.
Después de una jornada llena de curiosidades, asombro, alegría y delicateses, puedo decir sin lugar a dudas que Lille es simple y llanamente el encantador corazón de Flandes.
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