Al pensar en las zonas arqueológicas mexicanas puede que lo primero que nos venga a la cabeza sea el Chichén Itzá de Riviera o las pirámides del sol/luna de Teotihuacán (Ciudad de México), sin embargo, este país esta lleno de sorpresas y permite encontrar restos arqueológicos asombrosos en la mayoría de sus ciudades.
Los Guachimontones se encuentran a una hora al oeste de la ciudad de Guadalajara. Para ir lo más recomendable (la opción que yo elegí cuando fui a visitarla) es coger un autobús desde la central vieja, la verdad es que no me acuerdo del importe exacto que pagué pero como todo en méxico, era bastante barato.
Una vez llegas, el autobús te deja en el pueblito de Teuchitlan, nosotros aprovechamos para dar una vuelta y conocer la plaza y las calles principales que la rodeaban. Después emprendimos el camino a los Guachimontones.
Hay carteles que te van guiando por el pueblo, si no siempre puedes preguntar a la gente que te encuentras por la calle, te responderán con simpatía.
El recorrido es de aproximadamente 15 - 20 minutos andando. Al llegar a la entrada de la zona arqueológica tienes que pagar un precio de 20 pesos mexicanos, 1€ español (si no menos, no recuerdo bien), aunque si tienes el carnet universitario (credencial de que estás estudiando en México) es recomendable que la lleves para que la visita te salga gratis. Si no no te preocupes, ya ves que el importe es algo significativo.
También se puede acceder en coche, una vez llegas al pueblo vas siguiendo las indicaciones de los carteles y al llegar a la entrada del parque pagas un importe por tu entrada y otro por el parking; lo puedes dejar en el pueblo pero si vas con gente mayor es recomendable que accedas con el coche para que no tenga que estar subiendo cuestas, eso sí, una vez allí deberas dejarlo aparcado y realizar el recorido a pie.
Una vez entras tienes de frente un edificio, es el museo y la entrada es libre. Recomiendo que lo visistes porque es realmente interesante, se recorre en un ratito, (no se hace para nada pesado), y hay información sobre como se vivía anteriormente en aquella zona, además hay juegos interactivos para los más pequeños.
Al salir del museo comienzas a ver los "guachimontones", hay de diferentes tamaños y para llegar al más grande tendrás que andar un ratito más, ya que has ido hasta allí no te puedes ir sin visitar la joya de la colección.
Nosotros, una vez que visitamos el parque por completo volvimos al pueblo y fuimos a un mercado que había a un lateral de la plaza central para comer algo. Era un sitio pequeñito pero con 5 o 6 restaurantes tipicos mexicanos que ofrecían la comida local a muy buen precio. Si no eres muy fan de la comida mexicana también había diferentes opciones al rededor de la plaza, como pizzerias, heladerías o asadores de pollo.
Yo por supuesto comí tacos de arranchera, lo cual recomiendo que hagáis en cada lugar que vayáis de México, porque están realmente ricos, tenían muy buena pinta como podéis observar y por supuesto estaban deliciosos.
Una vez terminamos de comer emprendimos el camino de vuelta a Guadalajara, igualmente en autobús.
Mis amigos mexicanos comentaron que por la zona de los guachimontones había unas especie de termas muy bonitas. Nosotros no lo planeamos con antelación por lo que no las visitamos (no llevábamos la ropa ni el calzado apropiado), pero recomiendo que te informes antes de ir y asi puedas pasar la mañana visitando la zona arqueológica y la tarde descansando en las termas.
Es un lugar que ves en una mañana porque tampoco tiene mucho, pero si estás cerca merece realmente la pena ir una vez en tu vida, dado que son los únicos montones circulares que existen en el mundo.
Te recomiendo que no desaproveches la oportunidad si te encuentras cerca de la zona y cuando tengas alguna mañana libre emprendas rumbo a esta maravillosa joya arqueológica.