Acuerdo cultural con Brasil
¡Hola a todos!
En este artículo os hablaré de Florianópolis.
Durante mi segundo año de universidad, obtuve una beca para estudiar en Brasil, más exactamente en Florianópolis, la capital de estado de Santa Caterina. La ciudad es comúnmente conocida por el nombre de Floripa y es la capital brasileña con mejor calidad de vida. Se encuentra en una pequeña isla que cuenta con más de 100 playas diferentes.
¿Recomendarías Florianópolis para vivir?
¡Sí, sin duda! Es un pequeño paraíso terrestre. Las personas son muy sociables, la vida cuesta poco y el clima es muy agradable. Si sois amantes del mar, como yo, encontraréis muchísimas playas diferentes como para poder ir cambiando de playa cada día. Además la universidad funciona bien, la vida nocturna está llena de vida y no se ve tanta pobreza como en el resto de Brasil.
¿Cómo es exactamente el clima de Florianópolis?
¡El clima de Florianópolis es fantástico! La temperatura no baja de los 15 ºC durante el invierno y normalmente se mantiene en el los 30 ºC en verano. Las precipitaciones son bastante abundantes y están distribuidas a lo largo del año. Recuerdo que cuando vivía allí llovió casi durante un mes entero. De hecho ese periodo no fue muy bonito, pero de todas formas prefiero ese tipo de clima que el nuestro. Por lo menos no hace frío y no nieva. Es mejor un poco de agua, que las heladas atroces que tengo que soportar en Perugia, que es donde vivo actualmente.
¿Qué se puede visitar en Florianópolis?
¡Las playas! Si sois amantes apasionados del mar, entonces tenéis muchísimas playas que visitar: la praia dos ingleses, la praia mole, la praia Joaquina, la praia da armaçao, la praia do santinho, la praia da lagoinha do leste, la praia brava, la praia da galheta, la praia de jurere, la praia do forte, la praia de Mozambique, la praia do matadeiro, la praia das canasvieiras, la praia do Campeche, y muchas otras más.
Algunas de ellas son playas de fácil acceso solo a través de itinerarios (en portugués, "trilhas") sin una senda marcada. Yo las he visitado todas, menos la lagoinha do leste, que solo conseguí verla desde lo alto. Os cuento esta historia porque no fue una bonita experiencia para mi, de hecho pensé que no volvería más por la "trilha" a la lagoinha do leste. Me organicé para ir a esta playa, que es considerada como un pequeño paraíso terrestre, junto con otras 4 personas: 3 brasileños, dos de ellos eran mis compañeros de piso, un chico italiano y su compañero de piso brasileño, que tenía coche coche y nos llevó hasta el sendero para caminar hasta la playa. Sabíamos que se trataba de un sendero largo y duro, de unas 5 horas y que debíamos salir por la mañana temprano para poder volver por la tarde. Pero se nos hizo tarde. Antes de empezar el camino, nos encontramos con dos perros callejeros que después de haber jugado con ellos nos siguieron a lo largo de la "trilha".
Era un sendero estrecho entre árboles y plantas llenos de muchas especies de insectos, arañas y serpientes. En algunos puntos era necesario escalar sobre las ramas y en otros apartar las ramas (a veces con pinchos) con tus propias manos.
Más o menos a mitad camino uno de mis compañeros decide volver porque cree que no seremos capaces de volver a la hora de cenar y él trabajaba como camarero en un restaurante. Mientras me despedía de él, los otros siguieron el camino y yo me encontré con una bifurcación y no sabía por qué calle tenía que ir. Empecé a llamarlos pero no me escuchaban. Estaba sola, en medio de un bosque. Por suerte, poco después viene uno de los perros en mi dirección y e llevó con los otros. No podía creerlo, el perro me había oído y había venido a por mi. Absurdo. Alcancé a los otros y me sentí mucho más segura, aunque en realidad no era para sentirnos seguros. Nos encontrábamos en el pico de una montaña con vistas al mar, empezó a llover y también empezó a atardecer. No sabíamos si volver sin haber visto la playa (solo desde arriba, como se ve en la foto siguiente) o seguir a sabiendas de que tendríamos dormir allí, pero sin darnos cuenta de que nos encontrábamos sin comida, sin ropa para taparnos, sin agua, sin cigarros, sin nada de nada.
Era una elección bastante abrupta, pero al final nos pusimos de acuerdo y volvimos a atrás. Durante el camino a dos de nosotros, yo incluida, se nos rompió el bikini así que nos vimos obligados a caminar descalzos sobre hierba, barro, piedras y plantas. La lluvia y la oscuridad nos iban alcanzando, y también la hostilidad entre nosotros que nos culpábamos los unos a los otros por lo que había sucedido. Me acuerdo que me llamó mi padre y me preguntó que cómo estaba y qué estaba haciendo. En ese momento tenía tanto miedo de morir, de caerme por la montaña, de que me mordiera una serpiente, pero le dije que estaba en la playa y que iba todo bien. Poco después mi móvil se apagó. Y sucesivamente el de los otros amigos. Los habíamos usado para iluminar el sendero. Estuvimos aproximadamente 6 horas en esa situación de pánico y además era de noche. No se veía absolutamente nada. Íbamos a ciegas en la oscuridad. Pisábamos cosas extrañas y no sabíamos ni siquiera que podía ser. Teníamos hambre y sed, pero sobre todo mucho miedo. Pero en todo aquello, los perros estaban siempre a nuestro lado. De repente vimos una luz a lo lejos. Fue una alegría para todos. Era un pescador que llevaba un casco con una linterna. Fue muy amable y nos llevó rápidamente a la playa de dónde salimos y por suerte nuestra pesadilla terminó. Lo único que nos nos gustó fue que no podíamos llevarnos a los dos perritos que nos acompañaron durante toda nuestra aventura.
Otro recuerdo malo fue durante los primos días en Florianópolis. Estaba con mi tutor en las dunas de praia da Joaquina y de repente empezó a llover muy fuerte. Empezaron a caer rayos en la playa, a pocos metros de nosotros. Yo estaba aterrorizada.
¿Hiciste algún viaje durante tu estancia en Florianópolis?
¡Claro! En primer lugar, mi llegada coincidió con el Carnaval así que pedí en la oficina Erasmus que me compraran un billete con escala en Río de Janeiro (¡Río es la ciudad más bonita que he visitado hasta ahora! ), en lugar de Sao Paolo, de tal manera que vayas allí y disfrutes del Carnaval. Por suerte todo fue como estaba programado. Paré en Río de Janeiro, me hospedé en casa del hermano de una señora brasileña que vivía en Perugia y que conocía muy bien. Tenía un sobrino y una sobrina que eran mis compañeros. Exactamente vivían en Jacarepaguá, un barrio de la zona oeste de Río de Janeiro. Tenía una casita muy bonita con jardín y vistas a una preciosa montaña. La casa daba un poco alma y estaba aproximadamente a 20 minutos en bus del centro de Río. Pasé allí una semana me llevaron ver una "favela" pacífica muy famosa: la así llamada "Cidade de Deus", que a raíz del nombre grabaron dos películas. Me sorprendió mucho ver cómo y dónde vivían los "moradores" (los habitantes de una "favela" (barrio bajo). Las casas no tenían ni puertas, ni ventanas. Ningún tipo de electrodoméstico, solo algún hornillo para decenas de personas. Colchones apoyados en el suelo de cemento, sin ningún tipo de pavimento. Sin sábanas. Sin cobertura de cama. Los habitantes de ese lugar pasaban las tardes en los bares y en las salas de billar. En ningún otro sitio. A la entrada del barrio la policía controlaba que todo estuviera en orden. Sin embargo, también existían otro tipo de barrios (favelas) que no eran tan pacíficos y en los cuales reinaba la criminalidad. Yo me aventuré a ir un día sola porque mis amigos no querían ir y me quedé conmovida. Había niños armados con pistolas y metralletas más grandes que ellos que vendían cualquier tipo de droga por la calle. Me asusté y me fui rápido de ahí con un taxi. Mi consejo es que no os aventuréis. Es extremadamente peligroso. Sin embargo, os aconsejo a participar una vez en la vida en el Carnaval de Rio de Janeiro. Es algo indescriptible. Se está de fiesta 24 horas al día durante dos semanas. Todos con disfraces absurdos. Hay varios grupos a los que podéis apuntaros y pagando un poco, podréis beber y comer todo lo que queráis. No sé deciros cuánto cuesta el billete porque lo pagó la familia que me acogía. En cualquier caso, imagino que no mucho. Por desgracia no conseguí ir a ver el desfile en Sambodromo porque los billetes se tienen que comprar con antelación, pero además cuestan un ojo de la cara.
Como recompensa, compré un billete de bajo coste a el Salvador, la ciudad más grande del noreste de Brasil, dónde estaban algunos de los hijos de los señores que me acogieron, que habían ido allí a pasar el carnaval alquilaron una casa. Así que allí tampoco tuve que pagar alojamiento. El Carnaval del Salvador es muy diferente al de Río de Janeiro y, honestamente más que un Carnaval, me pareció un festival de música. A lo largo de la costa pasan las carrozas con varios cantantes y DJ, pero ninguno disfrazado. Solamente están los "filhos de Gandhi", son chicos vestidos con túnicas blancas con bordados azules, turbantes o sombreros blancos, las personas van vestidas con collares de perlas blancas y azules, azules oscuras que van regalando a las personas como signo de paz para el Carnaval y para todo el año. Esta ciudad me ha defraudado un poco. El centro histórico, conocido como "pelourinho" es precioso, pero lleno de niños que se drogan a la luz del sol. Niños pequeños. Piden limosna y después van a comprar droga. Son hijos de tóxicodependientes. Nacen drogadictos. Y nosotros miramos y no hacemos nada. Probé a hacer algo bueno, cogí a un niño y lo llevé conmigo al supermercado y le compré algo de comida.
Tuve también otro "enchufe" en Brasil, exactamente en Curitiba, así que no dejé pasar la ocasión de visitar también esta ciudad, capital del estado de Prana y la octava ciudad más poblada del país. Desde Florianópolis se llega fácilmente en autobús. Era huésped de una casa con personas muy ricas y pude ver, por desgracia, la gran diferencia entre los ricos y los pobres. Esta familia adinerada tenía la belleza de dos gobernantes, vasos de cristal, vajilla de plata. También me llevaron a visitar Ilha do Mel, un pequeño paraíso terrestre, un islote al que se llega en barca, aunque un poco en mal estado, un lugar donde se puede respirar aire puro porque no hay coches. Alquilaron bungalows por 1200 euros la noche. Uno entero era todo para mi. El ambiente del poblado era encantador y por la noche era fantástico poder bailar bajo las estrellas la maravillosa música brasileña.
Otra islita en el estado de Sao Paolo muy parecida a la de Ilha Bela, conocida por sus encantadoras playas, estrepitosas cascadas y senderos intransitables poblados de insectos llamados "borrachudos", son como una especie de arañas. A mi me masacraron las piernas. El lado de la isla que da cara al continente está mas urbanizado y poblado, con playas más tranquilas, pero también más contaminada. La otra parte tiene una densidad menor, ya que carecen de carreteras e infraestructuras. Las únicas personas que viven allí forman parte de varias comunidades "caraiças" y sobre todo viven de la pesca y de una pequeña parte del turismo. Os aconsejo que visitéis la playa de Castelhanos y la de Bonete, ambas bien equipadas y consideradas de entre las mejores y más bonitas platas de brasil. A la primera se llega fácilmente a través de una calle de 22 km aprox., de tierra batida. En cambio, a la segunda solo se llega en barco o a través de un largo sendero de aprox. 12 km. En cualquier caso, vale la pena visitarlas. Las apreciaréis más si están los surfistas, pero las grandes olas que les caracterizan.
No podía faltar una vista a Sao Paolo, la capital del estado, la ciudad más poblada del hemisferio austral y de las más pobladas del mundo. Llegué a la ciudad en autobús. Los autobuses tardan muchas horas, 10 aprox. Es mejor elegir uno que viaje por la noche. Moverse de un sitio a otro no siempre es fácil. Sinceramente me sorprendió la enorme presencia de "personas sin techo" en las calles de la ciudad, sobre todo reunidas al de roedor de las iglesias, en las calles. Escenas horribles. Brasil es enorme y las distancias son muy largas. Las calles cubiertas de mendigos y cartones. Para nada tuve una buena impresión de la ciudad. Ni siquiera os aconsejo gastaros dinero para ir.
En cambio, un lugar que realmente merece las 14 horas de autobús que se necesitan para llegar es: Foz de Iguazú, con sus "cataratas", un sistema de aproximadamente 280 cascadas generadas del río Iguazú, que pasa por Argentina y Brasil. Acordaos de llevar con vosotros el pasaporte, si no no podréis pasar a la parte de las cascadas que da a Argentina, como por desgracia me sucedió a mí.
Pero el lado bueno fue que pude entrar en Paraguay y visité la Cidad del Leste, que me dejó con la boca abierta. La ciudad no tiene prácticamente zonas rurales, solo un "puerto franco" para los comercios entre Brasil y Argentina. Hay una infinidad de negocios de todo tipo y un tráfico de personas que compran y compran.
¿Es fácil encontrar alojamiento en Florianópolis?
En primer lugar, normalmente las universidades asignan un tutor a los estudiantes extranjeros. Su deber es también ayudarnos a encontrar casa. En cualquier caso, no es difícil si consideramos que yo me cambié de casa 4 veces en 5 meses, siempre con preferencia aquellas que estaban en Lagoa da Conceiçao o en la playa, en lugar de las que están mas cerca de la universidad (se tarda unos 20 minutos en bus). Yo tenía clase pocos días a la semana, por eso elegí estar más cerca del mar y de la vida nocturna.
Realmente mi primera casa era genial. Me la recomendó mi tutor. Estaba construida entre árboles y en el pico de una montaña. Por dentro era muy moderna y por fuera perfectamente mimetizada con la naturaleza. Tenía una pequeña terraza con una hamaca desde la que a lo lejos se veía el mar.
Todas las mañanas venían los monos a desayunar bananas conmigo. Un espectáculo. Los árboles al rededor de la casa estaban llenos y a veces me los encontraba dentro cuando no me acordaba de cerrar las ventanas.
Al final nos hicimos tan amigos, que hasta se me subían a la espalda, como se puede ver en la foto. Pero la casa era muy cara, ya que era muy nueva, y yo no podía permitirme pagar los 6 meses. Además, al estar construida en el pico de una montaña no era muy práctico salir ni de día para ir a l universidad, ni de noche cuando estaba oscuro. Cuando llovía a menudo me resbalaba sobre las hojas mojadas y eso no me gustaba. Entonces cambié de casa.
Alquilé una habitación en una especie de hostal a orillas del río Lagoa da Conceiçao. La ubicación era fantástica.
La habitación también era bonita y costaba muy poco. La ubicación era muy buena. Tenía una cocina y con salón común y luego 10 habitaciones con llave y baño propio. Parecíamos una gran familia y llegamos incluso a ni cerrar las puertas con llave de nuestras habitaciones. Si no hubiera sido porque un buen día me desperté sin dinero, sin reloj y sin cámara de fotos. Uno de los "compañeros", un chico de 19 años que se prostituía para vivir desde que tenía 12 años, me había robado todo y se había escapado. Me quedé realmente mal.
Además, otro día ocurrió que vino la policía porque otro de los "compañeros" estaba borracho y había roto la puerta del albergue. Pero aún hay más. Estaba en la cocina estudiando cuando de repente vi una cucaracha enorme (cucaracha en portugués es "barata") en el mueble de la vajilla. Asustada y asqueada empecé a tirarle veneno esperando a que saliera la cucaracha para matarla. En realidad, después de pocos minutos no salió solo esa cucaracha, sino que salieron una treintena y yo empecé a gritar como una loca después de subirme encima de la silla. Por suerte llegó mi ayuda, uno de mis compañeros las mató a todas.
Entonces decidí que era el momento justo de cambiarse de casa, así que me cambié a una casa de Barra da Lagoa, un pueblecito de pescadores realmente encantador. La propietaria de la casa, Dona Izomar, había perdido a sus dos hijos y los nietos crecieron. A su hijo lo dispararon y su hija murió de un infarto cuando le comunicaron la noticia. ¡Qué historia más triste! La casa era carísima, pero poco después encontré una todavía más bonita y la alquilé rápido.
El propietario se llamaba Roberto como yo. Era un jubilado italiano. La casa era una villa impresionante con jardín y terraza en el llamado "prainha da Barra".
Mi casa era aquella verde que se ve al fondo. ¿Qué os parece? ¿Cómo se hace eso de no aconsejar vivir en un sitio como este? Aquella casa era un sueño, con un pequeño defecto. No tenía lavadora y lavar la ropa a mano era mucho trabajo. De todas formas muchas de las casas que encontraréis no la tendrán, así que hay que acostumbrarse.
¿Cuánto cuesta vivir en Florianópolis?
La moneda que utilizan en Brasil se llama real y un euro corresponde a 3, 6308 reales. La vida cuesta muy poco. Florianópolis es una de las capitales más avanzadas y bastante turísticas, así que la vida es ligeramente más cara, pero nada exagerado. Tened en cuenta que un menú completo en la cantina de la universidad costaba poco más de un euro. Lo mismo ocurría con los alquileres de los pisos, que también eran económicos. Después de haber estado allí en el 2010 no recuerdo exactamente lo que pagaba, pero seguro que menos de 200 euros al mes. Comer en restaurantes también era muy económico, de hecho yo iba muy a menudo. Allí, la mayoría de los restaurantes son self-service y cuando has elegido la comida, la pesas y la pagas en base a su peso.
¿Qué lugares aconsejas para comer en Florianópolis?
Os aconsejo el Meu cantinho na Barra, allí se pueden probar deliciosas ostras y calamares a la parrilla; el Rancho Açoriano, situado en una localización maravillosa, con la posibilidad de comer sobre el puente de una laguna. En el barrio de Pantano do Sul os aconsejo que vayáis al Bar do Arante, allí podréis probar un "pirao de peixe" fantástico, o que vayáis al Tropical Restaurante, muy poco conocido por los turistas porque está en una zona muy tranquila, allí podréis comer un buen pescado fresco con música de fondo. Además, si estáis allí a principios de febrero podréis continuar la fiesta por la noche bailando en la playa que está iluminada con velas, para honrar a la diosa del agua y del mar (llamada Jemanja). Sinceramente no os aconsejo que comáis pasta y pizza. Un día fui a comer junto con los chicos brasileños a "Floripa pastas e vinhos" y me volví loca. Sirven la pasta sin nada con la salsa a parte. Las porciones son abundantes y los precios son buenos, pero para un italiano es un pecado que sirvan la pasta de esa manera. Por lo que respecta a la pizza, allí se puede encontrar con fruta a rodajas. Un desastre.
¿Cómo se come en Florianópolis?
Personalmente tuve mucho problema con los embutidos. El jamón cocido y la mortadela tenían un aspecto horrible. El jamón curado era imposible de encontrar. Pero a pesar de esto diría que se come muy bien, ya sea la carne o el pescado, y también la fruta es muy buena (podréis probar la papaya; el mango; el maracuja, más conocida como la fruta de la pasión; la pitahaya; la manzana-pera; l'ameiza amarilla, que sería una pruna amarilla deliciosa y de origen asiático; el noni o fruto del vómito, llamado así debido a su mal olor, pero posee muchísimas propiedades nutritivas y beneficiosas, además de ayudar a combatir el cáncer, la diabetes, el reuma y los problemas cardíacos; la atemoya; la ciruela y, por último, el cucumis, cuyo sabor está entre el kiwi y el plátano).
Guardo un buenísimo recuerdo de la "picanha", un corte muy fino de ternera. Comprábamos una pieza entera y junto con mis compañeros la cocinábamos a la brasa. Se me hace la boca agua solo de pensarlo. En cuanto al pescado, recuerdo la "tainha", una especie de mújol que solo vive en el océano atlántico. Un día estaba en la playa que había bajo de mi casa y justo estaban unos pescadores de "tainhas" levantando las redes llenas de peces, que luego cocinaron a la brasa y me ofrecieron a mi también. Nunca antes había comido un pescado tan fresco. A menudo también recogían pingüinos, que llegaban arrastrados por las corrientes, y, morían debido a las altas temperaturas, como se ve en la siguiente foto.
Para desayunar o como aperitivo por la tarde, podréis probar el famoso açai. ¡Probadlo! Yo lo comía a menudo en Açai Floripa, donde es posible elegir la guarnición de entre una amplia gama de productos, como por ejemplo, muesli, fruta, chocolate, nutella, miel, mermelada, arroz inflado, etc. Una verdadera delicia. Pensad que cuando volví de Brasil tenía muchísimas ganas de "açai" y pedí 50 kg congelados (el mínimo). Está claro que no era lo mismo, pero "matado um pouco de saudades".
¿Cómo te sentiste en la universidad de Florianópolis?
En la universidad de Florianópolis (Universidad Federal de Santa Catarina) me sentí muy bien, así que os la aconsejaría a vosotros también como meta de los estudios.
En primer lugar, mi tutor fue un gran guía turístico. Me mostró la facultad, la mensa, el gimnasio, la biblioteca, los restaurantes económicos de la zona costera, los bares más frecuentados por los estudiantes, las aulas, etc. Las clases las impartían profesores muy bien preparados y eran muy interesantes. Además no había un número excesivo de estudiantes, así que se podían seguir bien, además estaba la posibilidad de participar activamente. Las aulas eran nuevas y la biblioteca muy bien equipada (con muchos libros). Yo hice seis exámenes con mucha facilidad. No tenía clases todos los días. Así que elegí vivir cerca del mar, aunque para ir a la universidad tardaba unos 30 o 50 minutos. Pero, a vosotros incluso os aconsejaría lo mismo. Apreciad sin duda la cercanía al mar. En mi opinión, os aconsejo dos zonas para vivir: Lagoa da Conceiçao, a lo largo del río, quizás. De esta manera tardaríais 30 minutos para llegar a la universidad, pero estaréis cerca de dos playas preciosas a las que se puede llegar andando a las dos, además estaríais en el centro de la vida Floripa. A lo largo del río encontraréis muchísimos bares, locales, restaurantes, salas de billar (el juego del billar, el brasileño "sinuca", es muy popular; las chicas también lo juegan), discotecas, etc.
La otra zona que os aconsejo, y que quizás es mi preferida, es Barra da Lagoa, que está un poco más lejos de la universidad, pero es un paraíso terrestre. Un pequeño pueblecito de pescadores, con casitas de colores a lo largo del mar y que se construyen escalando el bosque. La cordialidad de los habitantes es única. Todos te saludan con un "oh pa! ". Las playas son un encanto. Podréis probar pescado fresco todos los días. ¿Que más podéis pedir en la vida? ¡Corred
a solicitar una beca en Floripa! ¡Creedme, no os arrepentiréis! ¡Serán meses inolvidables! ¡Os lo aseguro!
No me queda otra cosa más que desearos un buen viaje y una buena estancia en Florianópolis.
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