"Lleva, llévame en tu bicicleta"
La Bicicleta es un pequeño bar/restaurante por el que fácilmente habría pasado de largo si no me hubiese llevado allí un amigo alemán (al que bendigo con todo mi corazón). De hecho, además de no estar muy cerca del centro (al menos del barrio de Ciudad Jardín, donde está mi piso), es un restaurante tan pequeño que pasa casi desapercibido. No tiene luces de neón parpadeantes, ni siquiera un cartel que ponga en letras grandes "La Bicicleta": su letrero se funde bastante bien con la decoración. Sin embargo, vale la pena acercarse a este pequeño rincón escondido, pero atención, ya que debido a sus reducidas dimensiones, es casi imposible encontrar dónde sentarse porque está a rebosar.
La Bicicleta cuenta con una ventana que da a la calle (de normal poco concurrida) y a través de la cual se pueden pedir bebidas cuando el interior está lleno. Desde la calle se pueden ver las frutas y verduras frescas que tienen expuestas detrás de la barra. El hecho de podamos ver el género con el que van a cocinar es algo que me gusta en particular de este sitio.
En el interior hay pocas mesas, pero a mí me parece que están bien aprovechadas: algunas con bancos, otras enfrente de un espejo, algunas de madera, etc. En el muro del fondo, cuelga una bicicleta, símbolo del lugar.
En mi caso, siempre he ido a este bar de día, y esto es por una razón muy concreta: sus zumos recién exprimidos. De hecho, cuando se sale a pasear por Córdoba en plena tarde en verano, es fácil que pronto llegue la sed (sobre todo cuando la temperatura alcanza los 45 °C en el mes de junio), y en este caso, La Bicicleta se aparece como un oasis de frescura. Las combinaciones que ofrecen para los zumos son muy originales, y normalmente están compuestos de dos frutas y un ingrediente algo más especial (jengibre, apio, etc. ). Mis zumos preferidos suelen llevar manzana, piña, pera o limón, incluso jengibre de vez en cuando, porque son los que me parecen más refrescantes. Eso sí, los hay para todos los gustos.
Para acompañar estos deliciosos zumos, confieso que me he dejado tentar por un trozo de tarta, como podéis ver en la foto de arriba. Estas últimas me recuerdan a las "cakes" anglosajonas y me parecen la elección ideal si tienes hambre y te apetece comer algo dulce.
También he podido probar las opciones saladas de La Bicicleta. Cuando vinieron a visitarme mi tía y mi abuela, fuimos a desayunar. Entonces probamos las famosas "tostas", con una gran variedad de cremas para untar (aguacate, tomate, etc. ) y "toppings" que añadir por encima (cabe destacar el famoso jamón ibérico). Mi tía y mi abuela se enamoraron del lugar, y como no pude comer con ellas porque tenía clase, volvieron otro día a desayunar.
En conclusión, después de cinco meses en Córdoba, este sitio se ha vuelto imprescindible para mí (y cada vez más a medida que las temperaturas aumentaban). Todavía hoy pienso que me metería en un avión solo para degustar de nuevo uno de sus zumos. Tengo algo más que decir a aquellos que tengan la oportunidad de ir a Córdoba: ¡id allí de cabeza!
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