Mezquita Catedral

La Mezquita Catedral de Córdoba es única. Es una de las joyas de la presencia musulmana en España, más concretamente en Andalucía, entre los siglos XIII y XV. Si se es un apasionado por la arquitectura o simplemente un curioso, ¡nadie debe perderse este monumento!

Si se atraviesa el Guadalquivir por el puente romano puede verse la Mezquita, al igual que si se cruza el puente de Miraflores.

Cuando se entra al recinto de la Mezquita, descubrimos un jardín con adoquines irregulares, con fuentes que gorgotean y con naranjos llenos de fruta. La entrada al patio interior es gratuita, y ofrece la oportunidad de descansar al borde de una fuente cuyo fondo está lleno de monedas. Las palmeras y el alminar-campanario (hasta el que se puede subir) destacan desde el patio. De repente, uno creería que se ha transportada a un cuento de Las mil y una noches.

La entrada estándar a la Mezquita Catedral cuesta 10 €, aunque es interesante saber que de lunes a sábado, entre las 8:30 h y las 9:30 h, la visita es gratuita. Durante mis seis meses en Córdoba entré muchas veces y, gracias a este truco, nunca tuve que pagar.

Cuando uno entra en la Mezquita, todo lo que puede ver proviene, indudablemente, de la arquitectura árabe: las columnas de mármol, las arcadas de color ladrillo y mármol, las lámparas que cuelgan del techo y donde las velas se consumen, los recubrimientos en oro y las esculturas que se entremezclan con los adornos árabes. Se mire donde se mire, ya sea suelo o techo, hay una maravilla que descubrir.

Uno de los puntos de mayor interés en la Mezquita es el Mihrab. Es un lugar construido con gran delicadeza donde el visitante queda absolutamente maravillado.

Sin embargo, aunque el visitante ya haya deambulado un poco entre las columnas de la Mezquita, aún no ha conocido todos los secretos que oculta. En el corazón del monumento religioso musulmán se erige una catedral.

La Mezquita es, desde 1984, una joya del Patrimonio Mundial de la Unesco, prueba de que en Córdoba hubo un periodo de convivencia entre las religiones antes de la Reconquista. Flota en el aire como un olor a Oriente Medio, donde se cuela una pizca de cristianismo que nos recuerda que estamos en España y no en otro continente.