Los acantilados de Mon (Mons Klint) son impresionantes, y recomiendo a todo el mundo que esté en Copenhague (o en otras ciudades próximas) acercarse hasta este lugar.
Estos acantilados son los más altos de Dinamarca. Están formados por una piedra caliza muy característica que les da un aspecto único. Los barrancos tienen un color muy claro, prácticamente blanco, por lo que llaman muchísimo la atención.
Una de las cosas que los hace más increíbles aún es la forma de acceder a ellos.
Desde la parte alta se va bajando por un camino muy bonito. La sensación es de estar caminando en medio del bosque.
Durante el trayecto, al principio sólo vas viendo de vez en cuando el mar, y el agua tiene un color muy claro. Poco a poco, según vas avanzando, las vistas empiezan a ser increíbles y encuentras pequeños miradores.
Al bajar el último tramo de escaleras, la sensación es única. Se puede caminar un poco por la parte de abajo de los acantilados, es como una pequeña playa, y te das cuenta de que su color blanco también se queda impregnado en las zapatillzas.
Hay que saber que este lugar no es especial solamente por su aspecto y por las bonitas vistas, sino porque contiene algunos de los biotopos más valorados de Dinamarca.
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