¡Pizza!
A todo el mundo le encanta la pizza. En realidad, si lo piensas bien, ¿hay alguien en el mundo a quien no le guste? Estoy casi segura de que la respuesta es un rotundo y claro no.
Ahora bien, la cosa es, ¿qué quiere decir la gente al decir "pizza"? Todo el mundo, y sobre todo, los que no son italianos, tienen una idea diferente de las características que debería tener una buena pizza. Los italianos tenemos ciertas reglas básicas que definen una pizza, por ejemplo, acerca del grosor o de los ingredientes. A mí personalmente me gusta cualquier tipo de pizza, pero otros dicen que tiene que cumplir esas reglas básicas.
Por lo general, todo el mundo va a restaurantes italianos o a pizzerías a comer pizza. Desde muy pequeña, tuve la suerte de tener un padre al que le encantaba prepararla, era y sigue siendo un auténtico experto. Así que cuando mis amigos Erasmus me pidieron que les preparara una pizza margarita, utilicé la receta de mi padre.
Ingredientes
Para la masa de la pizza:
- 4 tazas de harina,
- 1 onza de levadura,
- agua,
- 1 cucharadita de sal,
- 5 cucharadas de aceite de oliva.
Para el relleno:
- mozzarella,
- salsa de tomate,
- sal,
- 4 cucharadas de aceite de oliva.
Pasos a seguir
Vierte la harina en un bol y moldéala como un pequeño volcán, haciendo un pequeño agujero en el medio. Como el de esta foto:
Echa el aceite y unas cinco cucharadas de agua dentro del agujero y empieza a amasar la masa. No te preocupes si la masa tiene un aspecto heterogéneo, de momento tiene que ser así. Mientras tanto, pon la levadura en un vaso de agua hirviendo de forma que se derrita por completo. Una vez que esté derretida, añade poco a poco la mezcla de agua y levadura a la masa que ya tienes, a la vez que la vas amasando. Hazlo hasta conseguir una masa homogénea, como la de esta foto:
Colócala en un bol grande y cúbrela con un paño húmedo. Luego déjala reposar, si es posible cerca de una fuente de calor, como una chimenea o un radiador. Si has elaborado correctamente la masa, esta debería expandirse y aumentar, como mínimo, hasta el mismo tamaño del recipiente en el que se ha colocado.
Si lo has hecho bien, es posible que la masa se expanda incluso a un tamaño superior al del recipiente.
Divide la masa en cuatro trozos (de forma que tendrás cuatro pizzas), vuelve a amasar todos los trozos un poco más y luego, cubre tres de ellos. Coge un trozo y comienza a estirarlo con las manos, y continúa haciéndolo con un rodillo. Dale una forma redonda. Para los que ya conocen la preparación de la masa de la pizza, coged la masa con las manos y dadle la vuelta mientras la hacéis flotar para aplastarla aún más. En el caso de que no seas una de esas personas increíblemente talentosas, prosigue aplanándola con el rodillo (es lo que yo hice). Una vez que la masa esté lo suficientemente gruesa, trabaja un poco más en los bordes para que sea un poco más gruesa; la capa externa tiene que ser más gruesa que la del medio.
A continuación, con una cuchara, esparce la salsa de tomate sobre la masa. Luego, añade sal y una cucharadita de aceite de oliva. Después de cortar la mozzarella en trozos muy pequeños, hay que echar los trozos de forma homogénea sobre la pizza.
Finalmente, precalienta el horno a 210 °C o 410 ºF y, una vez caliente, introduce la pizza en su interior. Pasados unos 10 minutos, retírala y ¡la magia ha ocurrido! Ya has preparado una pizza.
Sugerencia: Si quieres darle un toque especial, coloca un par de hojas de albahaca en el centro o alrededor de ella.
Te apuesto a que ahora de repente, tienes ganas de comer pizza. Así que ve, y prepárala y si quieres, ¡dime si la receta de mi padre te ha sido útil!
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