Arroz con leche, ¡amor mío!

Hoy me gustaría hablaros del arroz con leche, un plato típico de Portugal que, a mi parecer, es el dulce más rico que he probado en toda mi vida.

El arroz con leche es una receta de origen asiático. Ya en el s. VIII a. C. se cocinaba este plato mezclando arroz con azúcar y sustituyendo la leche de origen animal por leche de coco.

Hoy en día se sigue manteniendo esta tradición: en India, por ejemplo, es común encontrar arroz azucarado entre los numerosos platos que se sirven en las bodas hindúes.

Entorno al s. III d. C., cuando la caña de azúcar viajó a Oriente Medio desde India, donde ya se cultivaba arroz, este dulce llegó a Europa. Así, la fama del arroz con leche se extendió rápidamente por todo el continente, llegando incluso a tierras brasileñas a través de Portugal. En este último país se preparaba mezclando principalmente el arroz con melaza, lo que le daba un color dorado.

En Brasil tuvo muchísimo éxito ya que en aquella época, en Río de Janeiro, los ricos, casi todos de origen portugués, preparaban muchos platos en terrinas. Uno de sus postres favoritos era el pudin de arroz. En Brasil nace así una variante de este postre muchísimo más dulce: el azúcar refinado sustituyó a la melaza, por lo que el arroz pasó de tener un color dorado a otro más blanco característico. También se le añadió una abundante cantidad de canela que se espolvoreaba sobre la superficie.

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En los últimos siglos, el arroz con leche ha mantenido su esencia.

En Portugal, donde siempre intentan mantener vivas las tradiciones ancestrales culinarias, este dulce es muy famoso y se prepara en cualquier ocasión y para las fiestas. Es una forma de respetar las antiguas costumbres y honrar las fiestas.

Del aroma de la canela pasando por el delicado sabor de la piel del limón hasta llegar a la porosidad y a la consistencia que le da el huevo, el arroz con leche portugués admite en su elaboración pequeñas variaciones que os permitirán personalizarlo y hacerlo único.

Cuando estaba en Portugal, probé diferentes versiones. Por eso este postre es tan querido de norte a sur y de este a oeste en el país en todas sus variantes: con o sin huevo, cocido en agua o en arroz, con leche condensada o con nata, con corteza de limón o de naranja, con mucho o poco azúcar, con leche de cabra o de vaca e incluso con manteca de cerdo.

Sin embargo, hoy me limitaré a escribir la receta tradicional porque, en mi opinión, su simpleza es excepcional. Mi vecina fue quien me la dio. Era una señora portuguesa que vivía en mi edificio cuando estaba en Coímbra. La hice muchas veces en casa y siempre obtuve un resultado óptimo y delicioso. ¡Posteaba inmediatamente el resultado en mis redes sociales para demostrar que estaba orgullosa de mi creación!

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Los ingredientes que necesitáis son:

  • 250 g de arroz,
  • 1,5 l de leche (yo usé una sin lactosa y quedó rico igualmente),
  • 300 ml de agua,
  • 300 g de azúcar,
  • 50 g de mantequilla (también en este caso la usé sin lactosa),
  • Una pizca de sal,
  • Tres yemas de huevo,
  • Canela al gusto,
  • Ralladura de limón al gusto.

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El primer paso es poner el agua en una olla. Añadid la sal y, cuando empiece a hervir, echad el arroz y dejad que cueza. Mientras, incorporad la ralladura de limón y la canela al gusto. Mi vecina me explicó que al añadir el limón y la canela durante el cocinado del arroz, se aromatizaba mejor y se obtenía un sabor incluso más intenso. Algunas recetas recomiendan, sin embargo, añadirlo más tarde, es decir, cuando se mezcla con la leche.

Pequeño inciso: si estáis en Portugal, os recomiendo comprar esta:

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En mi opinión, es excelente y da un sabor muy intenso. Además, en el envase se indica que es perfecta para preparar arroz con leche. Gracias a una amiga portuguesa descubrí que es la que usaban en su casa para espolvorearla sobre el plátano cortado en trozos para conseguir un postre riquísimo.

Cuando el agua se haya evaporado (evitad, obviamente, que el arroz se pegue a la olla), añadid la mitad de la mantequilla necesaria y toda la leche. En este momento, dejad que se cocine a fuego lento durante treinta minutos. Debéis, de vez en cuando, mover la mezcla para evitar que se pegue o se queme. Tras los primeros veinte minutos de cocción, añadid el azúcar y la otra mitad de la mantequilla. Dejad que la mezcla siga a fuego lento durante diez minutos más. Mientras tanto, batid con unas varillas las tres yemas con un poquito de azúcar. Cuando hayan pasado esos diez últimos minutos, añadid las yemas batidas y dejad que cueza durante tres o cinco minutos más, teniendo mucho cuidado de mover bien la mezcla. Cuando termine, dejad que se enfríe.

Lo ideal sería servirlo en un cuencos pequeños con abundante canela espolvoreada.

Está delicioso, ¡probadlo si no me creéis!


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