Al visitar este pequeño, pero encantador museo, puede que te preguntes cómo es posible que una pequeña parte de uno de los museos más famosos del mundo, el Prado de Madrid, se haya teletransportado como por arte de magia a Villanueva y Geltrú. Y puede que eso sea exactamente lo que los visitantes piensen si, al entrar al museo, van directamente a la denominada "Sala Prado". Sin embargo, como esta fantástica sala no es el único punto interesante, seguiré un orden institucional (el que seguí durante mi visita) en nuestra descripción.
De hecho, el museo ofrece una amplia colección de cuadros de artistas catalanes, que van desde el siglo XVI hasta la actualidad. Puede ser una experiencia interesante descubrir las obras de artistas como Santago Rusiñol, Ramon Casas y otros pintores catalanes. Todas ellas se encuentran en la planta baja de esta galería de arte, junto con varias esculturas que contribuyen a hacer que el ambiente sea todavía más especial.
La joya de los cuadros de esta colección es probablemente el increíble lienzo del 2 de mayo de Joaquin Sorolla. Impresiona su espectacular tamaño (unos 4 metros por 6). Representa la desesperada resistencia de el pueblo español frente a la invasión de las tropas napoleónicas. Exultante tras contemplar esta maravilla, puede que el visitante ya esté listo para entrar en la Sala Prado, en la que encontrarás más maravillas con las que deleitarse.
Yo no soy ni un experto ni un crítico de arte, en absoluto, así que no me atrevo a describir las maravillas que contiene esta sala. Le dejo a otro la tarea de comentar las obras de Van Dick, Rubens, Ribera, Murillo y muchos otros protagonistas del arte del siglo XVI y XVII. Tan solo dejad que os diga que tres cuadros me impresionaron especialmente e hicieron que me quedara contemplándolos durante un buen rato. Dos de ellos, La Sagrada Familia con Santa Ana y San Francesco de Asìs, son fruto del genio Domenikos Theotokopoulos, más conocido como El Greco. Se puede apreciar que, tanto la original caracterización de las imágenes, como la particular elección de colores son únicas.
El otro lienzo que llamó particularmente mi atención fue la obra de uno de mis artistas favoritos, Francisco de Goya. Aunque normalmente no me gustan demasiado los retratos (y mucho menos esta clase de retratos), no podía dejar de admirar la perfección de los detalles y la intensidad de los colores (sobre todo el negro de fondo, huella indiscutible de Goya), en el cuadro Carlos IV.
La planta de arriba también alberga algunas colecciones interesantes, aunque obviamente de un valor artístico diferente. Entre ellas, me llamaron especialmente la atención las obras de los siglos XIX y X de los artistas catalanes, sobre todo de los que vivieron en Villanueva y Geltrú (como Alexandre de Cabanyes y Joaquin Mir, cuyas obras El Veler y Les Comparses de Vilanova os enseño más abajo). De hecho, sus cuadros ofrecen una visión increíbles de las costumbres, tradiciones y escenas tradicionales de la ciudad y sus habitantes.
Sin embargo, el museo no es solo una galería de arte, sino que también cuenta con un colección etnográfica de varios países, entre los que se encuentran China, Japón, Filipinas y Egipto. He de confesar que no presté mucha atención a esta colección, porque estaba ensimismado después de haber visto la galería de arte. De todas formas, la sala egipcia contiene una obra que, ni siquiera el visitante más distraído pasará por alto: la momia de un niño. Gracias a las peculiares condiciones en las que se ha conservado (y se sigue conservando), se ha podido mantener casi sin ningún daño, de manera que nos perite admirar una auténtica momia egipcia.
En resumen, merece la pena visitar el museo, construido en 1884 por Víctor Belaguer, ministro de fomento del gobierno español y uno de los más ilustres ciudadanos de Villanueva y Geltrú. Será una experiencia increíble que os robará solo una hora de vuestro tiempo por un precio muy razonable (la entrada cuesta solo 3 euros), aunque es gratis los jueves por la tarde y el primer domingo de cada mes.