El Oktoberfest de Múnich es el mayor festival de la cerveza del mundo, y es algo que todo el mundo debería vivir al menos una vez en la vida.
Es la inspiración del resto de festivales de la cerveza del mundo, y lo han intentado replicar muchas veces, pero no hay nada como el original, que se hace en Múnich, en la “Theresienwiese” (el prado de Theresia), que la gente suele llamar "Wiesn". Durante los 16 días de festival, que empiezan a mediados de septiembre y acaban en octubre, 6 millones e personas visitan el Oktoberfest. Es un evento con mucha historia, que ya se celebraba en el s. XIX.
Hoy en día es un conjunto de atracciones y puestos de comida con un montón de comida típica, pero lo que más interesa a los visitantes son las 14 enormes carpas de cerveza, donde caben entre 3000 y 8000 personas en cada una. Cada cervecería bávara tiene su propia carpa, en la que vende tanto su cerveza como comida variada, e invita a la gente a bailar al ritmo de la música en directo.
Si quieres ir al Oktoberfest, asegúrate de llevar un Dirndl (un vestido femenino típico bávaro) o un Lederhosen (unos pantalones de cuero masculinos típicos en Bavaria). Prácticamente todo el mundo los lleva, sobre todo la gente que está en las carpas, y es puna parte importante de la experiencia. De todas formas, si no quieres comprarte uno (pueden ser muy caros) intenta que te lo presten de alguna manera.
A pesar de que las carpas tengan un aforo tan grande, conseguir entrar a una puede ser un gran desafío a veces. Hay algunas formas de reservar con antelación, pero la mayoría de veces tienes que ser el más rápido y tener mucha suerte, porque se acaban muy rápido. Si no tienes ninguna reserva hecha, lo único que puedes hacer para entrar es hacer cola. En Oktoberfest, eso significa que a lo mejor tienes que ponerte a hacer cola a las 6 a. m. con 200 personas que han llegado incluso antes por delante de ti. Al menos, así es durante los fines de semana. Entre semana está todo mucho más vacío.
Una forma de evitar el plantón o el madrugón es usar la puerta de atrás. Aunque a las 10 de la mañana ya estén colgando el cartel de "cerrado por exceso de aforo", todavía suelen dejar entrar a gente por las puertas traseras. Igual tendrás que esperar un poco y ser muy simpático con los guardias de seguridad pero, por ejemplo, yo solo tuve que esperar 15 minutos para entrar (y eso fue a medio día, en el sábado más concurrido de todo el Oktoberfest). También hay un montón de jardines, para todos aquellos que no quieran perder el día haciendo cola o no quieran estar en las carpas. Allí puedes sentarte y disfrutar de la cerveza al sol.
Si consigues entrar a las carpas, el siguiente reto es encontrar sitio. Hay mesas reservadas a las que llega un grupo nuevo cada 2 horas, y hay mesas que no se reservan, donde puedes (si encuentras hueco) sentarte y quedarte todo el tiempo que quieras. Igual el término "sentarse" no es el más apropiado para hablar de esto, porque en Oktoberfest nadie se queda mucho tiempo sentado. Nada más empezar la música, todo el mundo se sube a los bancos y a las mesas y empieza a bailar.
Obviamente, la parte más "importante" de este festival es la cerveza, que te sirven en jarras de 1 litro, llamadas "Maß". Más te vale venir con mucha sed y, sobre todo, con mucho dinero, porque la cerveza en las carpas es carísima. Una sola ya cuesta más de 10 €. Además, la comida de las carpas también es cara, aunque, hay que decirlo, está riquísima. Sirven comida típica bávara, desde pretzels y Weißwurst (un tipo de salchicha) a Knödel (unas bolas de masa hervidas) y Schweinshaxe (codillo de cerdo asado), pasando por Spätzle (un tipo de pasta) y chucrut... está todo muy rico, merece la pena probarlo (aunque igual no deberías probarlo todo en el mismo Oktoberfest... ¡te quedarías pobre! )
La jornada en el Oktoberfest acaba a las 11 p. m., y el tiempo se pasa volando. Es muy divertido subirse a los bancos a bailar, cantar y beber cerveza, aparte de toda la gente que conoces, de todas partes del mundo.
Le recomiendo a todo el mundo que visite el Oktoberfest, porque es algo que tienes que vivir en primera persona. De todas formas, debería tener un presupuesto bastante holgado e ir preparado para soportar un plantón o dos mientras haces cola en algún sitio.
Aparte de eso, solo me queda decir: ¡Salud!