He de reconocer, que viniendo de un sitio de costa como es mi ciudad natal, una echa de vez en cuando de menos la playa. Pero no es difícil perder esta morriña en Múnich, donde, a falta de costa, tenemos ríos y lagos.
Hoy os hablaré del quinto lago más grande de toda Alemania, al sudoeste de Múnich: Starnbergersee o, en español, el lago de Starnberg.
Starnbergersee, julio, 2018.
Este lago se ubica en la localidad de Starnberg, a unos 35 minutos en S-bahn (cercanías) desde la estación central de Múnich (Hauptbahnhof).
Hace unos días, aprovechando el buen tiempo y la visita de una de mis grandes amigas de Madrid, Lucía, fuimos a pasar el día a sus orillas.
Este lago, con sus aguas cristalinas, te hace transportarte de Alemania a un cálido pueblecito de costa, excepto por una gran diferencia: que al final del lago podemos atisbar los Alpes de fondo. Un paisaje digno de disfrutar.
Al llegar, andamos hasta llegar a un muelle donde nos instalamos y nos pusimos a almorzar la comida que habíamos traído. Los patos y cisnes nos acompañaban, en ocasiones en busca de comida, y a veces podíamos ver una pequeño grupo de patitos o cisnes acompañados de su madre pasar por nuestro lado.
Pequeños cisnes y su madre, Starnbergersee, julio 2018.
También había veleros en el lago, que dibujaban un veraniego paisaje en su conjunto. Starnbergersee, julio 2018.
De postre, un (muy necesario) helado en la heladería del pueblo, y a nadar. El agua, fresquita, con el sol brillando en un cielo moteado de pequeñas nubes que no nos privaban del calor del sol, era todo lo que necesitábamos.
En contra de aquello a lo que estábamos acostumbradas, nos sentó diferente bañarnos en agua dulce, otra fauna, otra flora, no pisar arena ni quedar con el salitre pegado a la piel tras dejar el agua. Una sensación extraña y agradable al mismo tiempo.
Y así pasamos el día, bañándonos, junto a otros visitantes, disfrutando de la música que teníamos de fondo por el bar de al lado, de las bonitas vistas que se nos ofrecían, cuyo principal componente era el agua cristalina, y de la compañía de las aves.
Tranquilamente apostadas en el muelle, con la música de fondo. Starnbergersee, julio de 2018.
Un día tranquilo en Starnbergersee.
